Durante la última celebración de la Conferencias de las Partes, el COP20, que se realizó en Perú a finales del 2014, más de 200 pueblos indígenas participaron en el evento mostrando su preocupación respecto del cambio climático.
En la actualidad la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana busca la titulación de 20 millones de hectáreas de la Amazonía y garantizar la protección de los bosques, como una manera de enfrentar la voracidad corporativa que ha reducido de modo alarmante la superficie de este pulmón verde del planeta.
Ecosistemas como la Amazonía, pero también las selvas de África y el sudeste asiático, aportan con grandes cantidades de agua a la atmósfera, favoreciendo las precipitaciones. La degradación de estos sistemas está afectando el clima no solo a nivel local, sino también a otras partes del mundo, con consecuencias como el aumento de las temperaturas y la desertificación de los territorios.
La deforestación de las selvas tropicales está empezando a llamar la atención de la comunidad científica debido a la influencia que tendrían para el equilibrio del clima.
Deborah Lawrence y Karen Vandecar, dos investigadoras de la Universidad de Virginia en Estados Unidos, publicaron el pasado 18 de diciembre un estudio que recopiló la mayor cantidad de datos actualizados sobre cómo los bosques se vinculan a los sistemas eólicos e hídricos.
El informe publicado por la revista Nature Climate Change destaca que las grandes masas forestales desempeñan un papel clave en la refrigeración directa de la tierra y en la generación de humedad y advierte que la deforestación de los bosques tropicales en la Amazonía, África y el sudeste asiático podría implicar un aumento de la temperatura hasta 0,7°C.
Deborah Lawrence, quien dirigió la investigación, indica que las consecuencias podrían involucrar a países que ni siquiera comparten fronteras.
“De hecho estos efectos pueden ser vistos no solo en los trópicos. Podemos ver impactos más allá, en Estados Unidos, partes del sur de Europa, incluso en parte de China o India. Entonces la deforestación tropical afecta de manera local y alrededor del mundo”.
Por ejemplo, dice el informe, que la deforestación total de la Amazonía podría reducir la precipitación anual en el medio oeste de Estados Unidos. La especialista cree que esto también podría llegar a afectar a Chile.
Lucio Cuenca, director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales Olca dice que la desertificación ya es una realidad en Chile y no solo eso tendría los más altos índices.
“Chile tiene más de un 60 por ciento de sus suelos en proceso de alto y medio proceso de desertificación, o sea, realmente hay una pérdida de suelos y junto con eso hay un impacto sobre los ciclos del agua y por lo tanto un impacto sobre los ciclos climáticos de nuestro territorio”
A largo plazo indica Cuenca, hay un aumento de la temperatura que está cambiando las condiciones de los ecosistemas y atmosféricas, cuyas consecuencias prevén será un desplazamiento de los ecosistemas hacia el sur.
En la misma línea Antonio Donato Nobre, del Instituto Nacional de Investigación de la Amazonía en Brasil, advirtió en una entrevista a la BBC, que la sequía presente en Sao Pablo, la peor de 80 años (de 161 mm bajó 90mm) y que afecta a 20 millones de habitantes y a las zonas rurales, estaría vinculada directamente con la deforestación de la selva ubicada hacia el norte.
Donato explica que los 600 billones de árboles en la Amazonía, funcionan de manera similar a los geisers, transmitiendo cantidades enormes de agua desde el suelo hasta la atmósfera.
“La región ecuatorial y la Amazonía en particular es enormemente importante para el clima del mundo, un motor poderoso con una actividad frenética en relación a la evaporación. En un día soleado en la Amazonía un árbol grande puede transportar hasta mil litros de agua a través de su transpiración. Si se considera toda la extensión de la Amazonía y sumamos toda esa agua que está siendo transpirada, el sudor de la selva, llegamos a un número extraordinario…20 billones de toneladas de agua”.
El investigador figura estos flujos como verdaderos ríos de vapor que emergen desde las selvas tropicales y que circulan por sobre nuestras cabezas (Mira una presentación de Antonio Donato acá)
A pesar de que el gobierno de brasileño ha hecho esfuerzos por disminuir la degradación de la Amazonía y la presidenta Dilma Rousseff señaló que la tasa bajó un 18 por ciento, estudios de la ONG Imazon de Brasil cifran un incremento de 290 por ciento en la deforestación en relación a septiembre de 2013, cuando ascendió a 103 kilómetros cuadrados.
Amenazas
La causa más antigua de la deforestación es la tala de árboles, donde apenas un 30 por ciento de la madera es utilizada, mientras que el factor principal de este problema es el reemplazo de grandes extensiones de selva para dar paso a la agricultura intensiva, donde el cultivo dominante es la soya.
En Brasil, los últimos nombramientos del segundo periodo de Dilma Rousseff, están generando incertidumbre, ya que Katia Abreu quien llegó al ministerio de Agricultura y Aldo Rebelo a Ciencia y Tecnología, se han mostrado débiles en la defensa de la Amazonía y, al contrario, pro deforestación.
Katia Abreu, apodada la “reina de la motosierra” ha sido señalada como lobbista en el debilitamiento del código forestal, apoyando proyectos como el aumento de carreteras en la selva, la demarcación de las reservas indígenas y monocultivos de semillas transgénicas. En tanto, Aldo Rebelo también ha generado rechazo por mostrarse escéptico frente a la evidencia del cambio climático.
Una de las últimas amenazas para este ecosistema se encuentra en los cultivos de cacao, que luego de decaer la producción en el continente africano, principal exportador de este fruto, aumentarían la presión sobre las cuencas de la Amazonía peruana. Dennis Melka, un ex banquero del Credit Suisse Group AG, y fundador de United Cacao, la principal empresa productora de cacao de Perú, afirmó que “el Silicon Valley de la industria del cacao no está en Asia ni en África, sino en el cinturón amazónico ecuatoriano y peruano”. Esta empresa espera obtener la primera cosecha de sus 3,250 hectáreas (8,000 acres) durante el segundo semestre de este año y se encuentra en proceso de plantar 1,000 hectáreas este trimestre y el doble de eso para fin de año.
Ante la incapacidad de los países con soberanía en el Amazonas para revertir la situación, han surgido voces que proponen darle a la selva un estatus supranacional, similar al del continente antártico. La respuesta de los gobiernos aludidos ha sido categórica: el Amazonas es clave para salir de la pobreza. Las organizaciones ecologistas denuncian, en cambio, que los poderes políticos locales son funcionales al interés lucrativo de las grandes corporaciones.