En conversación con Radioanálisis, el Obispo de Aysén, Luis Infanti, se refirió a la crisis que se vive en la región de Los Lagos, producto de la contaminación ambiental que se vive en la zona y que ha perjudicado la actividad de los pescadores artesanales del archipiélago de Chiloé.
El Obispo firmó una declaración donde diversas organizaciones de la región de Aysén entregan su apoyo a la movilización chilota, de la cual identifican muchas similitudes respecto del movimiento que se desarrolló en la undécima región en 2011.
Dicho texto sostiene que los hechos ocurridos en Chiloé, “Son los efectos de un modelo de desarrollo y una industrialización planificada para explotar los recursos naturales del Sur y de todo Chile. Se privatizó la tierra, el agua, el mar, porque primero se privatizaron las conciencias y la organización social y hoy seguimos sufriendo las consecuencias”.
La declaración agrega que “esta industrialización está matando no solo las fuentes de vida y de trabajo, sino que también ha herido profundamente las relaciones familiares, sociales, las fiestas y las tradiciones culturales y religiosas de los valientes y sacrificados pueblos del Sur. La sed de dinero fácil, la ilusión de poder, pudo más”.
¿Cuál es su reflexión de lo que hay detrás de la instalación de industrias como la salmonera que modifican los tejidos sociales de las zonas donde se emplazan?
Indudablemente el sur de Chile experimenta justamente eso, sobre todo en estos últimos años, pero no solo en el sur ha habido manifestaciones de este tipo, podríamos decir que todo Chile vive la misma situación porque pasa a ser una tierra de conquista. Vivimos en un sistema y un modelo llamado de desarrollo, o de subdesarrollo quizás, que ofrece al mejor postor la tierra, el mar, la subtierra, el aire. Vivimos con un sistema que entrega a la privatización los bienes más necesarios para la vida humana. En Aysén reclamamos por el tema del agua, ahora en Chiloé también el agua es un elemento clave porque esta tierra de conquista ha sido entregada, con un modelo neoliberal, al mejor postor, que, concretamente, son las multinacionales, y que buscan no tanto el bien de los pueblos, sino que buscan explotar y depredar cada vez más los bienes donde se instalan. En Aysén, el 96% de las aguas pertenecen a la transnacional ENEL, en Chiloé, las salmoneras de Noruega y chilenas van depredando todo el sur de Chile y pavimentando el fondo marino paralizando su actividad, además, estamos hablando solamente de lo laboral y de lo medioambiental.
¿Qué contradicciones advierte entre la perspectiva neoliberal de la privatización de los recursos naturales y la concepción cristiana de la creación?
Es fundamental porque una concepción neoliberal hace que algunos se apropien de bienes que son creados por Dios para el bien común, son creados para todos, entonces, que algunos se adueñen, marginando, explotando y empobreciendo a otros es justamente lo opuesto del cristianismo y en ese sentido, estas multinacionales pasarían a ser dioses, propietarios, dueños, ellos llegan, se sienten dueños y señores porque tienen la plata, compran, ningunean a los pueblos, las culturas, cambian los estilos de vida, en Chiloé no es solo el tema de la pesca, se ha creado un ritmo de vida que ha fracturado gravemente las relaciones sociales, familiares, religiosas incluso, la siesta, la cultura, las tradiciones, entonces no se trata de ser antimodernidad, se trata de replantearnos el modelo de desarrollo que queremos. Acá hablamos de las salmoneras del mar, de la industria hidroeléctrica, de la minería, de las forestales, cada lugar de Chile, dentro de este modelo neoliberal apoyado por un gobierno que lo favorece y potencia. En Chiloé aparece con mucha mayor claridad lo que pasó en Aysén como movimiento social, donde la única solución es dar una moneditas para calmar la sed del momento, pero el problema de fondo sigue plenamente de pie.
En el sur hay una cultura que está volcada al mar, ¿Qué valores asociados a esa cultura están siendo degradados por actividades como la de la industria salmonera?
En Chiloé prácticamente desapareció la pesca artesanal, justamente, porque la atracción y el mecanismo político económico neoliberal han ofrecido el mar a estas transnacionales que se han adueñado de todo. Han hecho desaparecer la pesca artesanal, uno lo ve más claramente cuando uno celebra la fiesta de San Pedro, que es esencialmente la fiesta del mar y de los que se relacionan con el mar, y donde casi no se ve ni la mitad de pescadores que había años atrás, la pesca artesanal ha desaparecido y con eso todo un estilo de vida, una cultura que no habla de volver cien años atrás. La industrialización ha repercutido fuertemente en el ritmo de vida y cultural de la gente del sur.
Usted suscribió una declaración que dice “confiamos en que no caigamos en la tentación de vender nuestra conciencia, ni nuestros bienes por unos bonos de unos miles de pesos que serán pan para hoy y miseria para mañana”. ¿Cómo ve que se han desarrollado las negociaciones en Chiloé?
Es un poco la actitud que tiene cualquier gobierno, con Aysén pasó igual, por eso esa frase apunta a una experiencia vivida, con un movimiento social que se vio afectado por lo mismo, incluso algunos líderes se quedaron contentos con “dulcecitos”, digamos que el gobierno de turno prometió, “dulcecitos”, ciertamente buenos, porque si a una Posta le faltaba una ambulancia o qué se yo, cosas por el estilo, bendito sea Dios que se hayan conseguido, pero en el movimiento de Aysén y en Chiloé entiendo que igual, se va más allá de quedarse contento con bonos que se entregan por unos meses, el problema no es ese, es el modelo neoliberal que trata a los pobres con limosnas para dejarlos contento un rato, sin embargo uno se da cuenta que las empresas salmoneras recibieron cuando estuvieron en crisis bastante más que unas moneditas del gobierno mismo.
¿Habría una conducta del Estado que subsidia y favorece a la industria y al mismo tiempo es negligente socialmente con las comunidades?
Eso es fruto del sistema, entonces, más allá del gobierno de derecha o de izquierda, que al final son clasificaciones ridículas, uno ve que los gobiernos aplican el mismo modelo que viene desde la dictadura y que ahora en democracia parece un poco más dulce.
En este documento que usted firmó se hace un vínculo entre lo que ocurre con Chiloé y lo que podría ocurrir si es que Chile firma el TPP
El TPP es un tratado que llegaría a ser bastante más que un tratado económico, apuntaría a facilitar que las grandes potencias se vayan apropiando, sin que haya posibilidad de molestarse o de reaccionar indignados, de los países que suscribirían el acuerdo, eso quiere decir que va a afectar directamente las leyes de los países, estamos hablando incluso de una nueva Constitución, pasaría a llevar un poco toda la capacidad de soberanía que tienen los países, afectará el tema de los medicamentos, los cultivos, o sea, va a ser una política y economía manejada desde el más poderoso y, por lo tanto, los países más débiles serán ninguneados en una nueva colonización desde la economía