Uno al costado del otro arman fila sobre ruedas. No se trata sólo de vehículos motorizados, transformados y adaptados, sino de verdaderos restaurantes móviles que han ido ganándose espacio como alternativa gastronómica, cuyos menú se adaptan por igual a paladares y bolsillos.
Es el medio día en la pequeña plaza de la Corporación cultural de Providencia y un diminuto remolque se transforma más bien en una cafetería. Capuchinos, lates, té o espressos se ofrecen en diversos tamaños y precios que apuestan por la calidad y la cercanía al aire libre. Rosario es una secretaria que trabaja en una oficina aledaña a la corporación y viene cada día por su café. “Yo prefiero comprarlo acá porque es más agradable que tomarlo encerrada en una cafetería. Además, creo que lo que se ahorra en pagar un arriendo se invierte en la calidad del café”, dice la secretaria.
Los food trucks o cocinas rodantes son considerados un fenómeno culinario del siglo XXI. Aunque vender comida en la calle o bien ofrecer platos en algún carro de ruedas arrastrado es algo que existe desde el siglo XVII, lo cierto es que la última década los no sólo llevan el restaurante a la vía pública, sino que además destacan por su variada oferta gastronómica, incluidos platos exóticos o comida étnica.
En festivales de música y cultura suelen ser parte del atractivo principal, pues se integran fácilmente a la idea de disfrutar una buena propuesta gastronómica al aire libre en medio de un evento masivo. Por ejemplo, en medio del Festival Womad Chile, la comida del mundo fue parte de su apuesta: comida vegetariana, árabe, india, mexicana, venezolana, hamburguesas y pastas competían al mismo tiempo que se presentaba una banda china en el escenario principal del evento.
Lo mismo ocurrió en noviembre pasado cuando el Festival Internacional de Innovación Social (FIIS) celebró una nueva edición en Santiago. Los asistentes -y sobre todo los denominados foodies, como se les llama a los aficionados de la comida y fanáticos de exhibir sus platos en redes sociales- formaban filas interminables esperando comprar desde una pizza preparada en un horno instalado en el remolque de un camión hasta una hamburguesa de cochayuyos de preparación casera.
“Acá puedes encontrar toda la variedad que antes sólo podías encontrar en determinados barrios. Es democracia gastronómica. Acercamos sabores distintos a gente de barrios muy distintos”, dice Alonso, quien prepara un shawarma, ese sándwich árabe que goza de fama internacional.
“La gracia de los food trucks es que no hay límite. Puedes ofrecer tus platos frente al mar y al día siguiente instalarte en un parque. Da lo mismo el lugar, pero lo importante es que la calidad es la misma, pues apostamos por los productos”, dice Gonzalo Garrigo, cocinero en un food truck de comida vegetariana, antes de cerrar su cocina rodante y volver a rodar.