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2009 en la ciudad

Columna de opinión por Julio Hurtado
Martes 29 de diciembre 2009 20:24 hrs.


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Esta es la última columna del 2009.  La hacemos en un contexto de incertidumbre y desencanto y también de temor. No sabemos qué va a pasar en la segunda vuelta de la elección presidencial. Propaganda política o no, existe un temor por que regresen algunos personajes, aún vigentes,  que le dieron sustento civil y técnico a la dictadura. Existe también temor por que se hagan cargo de la conducción económica aquellos que encuentran que no se han realizado todas las privatizaciones, y que ven con mucho deseo algunos enclaves productivos, aún en poder del estado, como es el caso de Codelco. Existe el temor que en áreas clave del desarrollo social y cultural del país, sea orientado por  integristas que quieren que socialmente todos los chilenos adoptemos sus creencias.

Ciudad y Sociedad es el nombre de estas columnas, las cuales por tercer año consecutivo estamos realizando semanalmente. Este tema, la vinculación entre la construcción de la ciudad y los problemas sociales, constituye uno de los grandes ausentes en el diseño y aplicación de las políticas públicas y sociales de nuestro país. Incluso, lo más preocupante es el hecho que en la discusión del futuro del país, como se supone que es los programas de las candidaturas presidenciales, está absolutamente ausente. Creemos firmemente que la democracia en nuestra sociedad no se consolidará, entre otros aspectos, mientras la ciudad no sea mas integrada, amable y democrática.

Este desafío, al igual que el de la educación y el de la seguridad ciudadana, constituye un tema para todos, en el cual todos tenemos un papel que jugar. El gobierno, el sector privado y la población organizada, los santiaguinos.

El 2009, qué duda cabe, fue un año marcado por temáticas sociales y políticas, vinculadas al desarrollo espacial. Es así que comenzamos a vivir una evidente mejoría con el Transantiago, también estuvieron en la palestra las temáticas de la marginalidad y de la inseguridad ciudadana (fenómeno este ultimo agrandado por los medios, frente al cual sólo se plantean soluciones represivas,  mientras las cárceles se llenan y los problemas continúan).

También se hizo evidente el agotamiento de la política habitacional llevada a cabo en los últimos años, la cual, pese a su éxito cuantitativo, entró en una profunda crisis. Tal es así que algunos estudiosos dicen, con mucho ingenio, que tal como en décadas pasadas el principal problema social de los chilenos era el de los sin casa, hoy (por el tipo de vivienda que se está produciendo, y especialmente por su localización) el más grave problema social lo constituyen los con casa.

Lamentablemente, los procesos de renovación, de modernización y de desarrollo urbanos siempre han significado expulsión de pobres.
Este fenómeno se hace particularmente evidente con los procesos de desarrollo urbano liderados por el sector privado. Lo cual, hasta cierto punto es lógico, ya que el objetivo principal de la inversión urbana privada es la obtención del lucro, y no del bien común, que es tarea de las autoridades políticas que manejan el aparato estatal.

Sin embargo, también en el desarrollo de Santiago y en el de todas las ciudades del país en general, lamentablemente se ha desperdiciado el potencial poder igualador y democratizador de las inversiones públicas en lugares de bajos ingresos.

Explicación principal para este hecho es el comportamiento implacable de la renta de la tierra. Otro formidable instrumento potencialmente igualador de oportunidades, pero siempre con resultados regresivos, es el de los planes reguladores. Resultado de este proceso es la expulsión de sectores de bajos ingresos a la periferia, parte de la ciudad que se ha convertido en un receptáculo de pobres.

Muchos de los emergentes y graves problemas sociales que presenta la sociedad chilena tienen que ver con esta situación. Temas como la delincuencia, la no participación social, la violencia, el alto costo e ineficiencia de los programas sociales, etc.,  están vinculados a esta temática.

Santiago de Chile, si bien tiene la tasa de delincuencia más baja de América latina, vive una histeria, mediática y política,  por el tema de la seguridad ciudadana.

El tema de la delincuencia no tiene que ver necesariamente con la pobreza. Creemos que los fenómenos de la violencia e inseguridad están más vinculados a la exclusión social y urbana.

Es así que nos atrevemos a afirmar que, junto con la educación, el elemento más excluidor de nuestra sociedad es la segregación en todas nuestras ciudades.

Por lo tanto, es hora de un trabajo interdisciplinario que incorpore en el diseño y ejecución de las políticas públicas y las políticas sociales el tema de la ciudad y del desarrollo espacial en general. Pero, sobre todo, es hora de un gran acuerdo político por la democratización de las ciudades.

Las políticas de vivienda tienen que poner como prioridad la mezcla social y la dotación de espacios públicos dignos, seguros e igualitarios.
Sin duda que este será un proceso muy difícil y muy largo. Para ello, deberemos ayudar a construir el tema; deberemos lograr la organización y participación ciudadana; y se deberá buscar establecer un diálogo social que permita la concientización al sector privado, a través de un gran acuerdo nacional sobre las ciudades democráticas e integradas.

Esta es  una tarea ardua y larga, a la cual estas columnas pretenden contribuir con un granito de arena.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.