Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 18 de abril de 2024


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Luis XVI estaría feliz


Lunes 10 de octubre 2011 16:26 hrs.


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Como lo hemos repetido infinidad de veces en estos comentarios, la ciudad refleja nítidamente el pulso de la sociedad. Es así que nuestras ciudades se han visto removidas por el gran movimiento de descontento social que encabezan los estudiantes. No tan solo por la violencia desmedida de las fuerzas policiales y de algunos descerebrados encapuchados (de origen y motivaciones dudosas), sino también por el sentido de participación, de felicidad y orgullo que se presenta por las movilizaciones. Qué duda cabe, estamos en presencia de otra sociedad, de otra ciudad, más alegre, participativa y democrática.

Incluso, un conocido arquitecto, hasta hace poco funcionario de este gobierno, publicó una columna en que manifestó que las movilizaciones daban cuenta de la necesidad de un espacio físico que recogiera este proceso de la mayor ciudadanía en la ciudad de Santiago.

Es por eso que sorprende e indigna el proyecto de ley anunciado por el Poder Ejecutivo que pretende castigar ciertos actos, entre ellos las tomas. Con mala intención se intenta confundir una serie de actos legítimos (como las tomas de colegios y las marchas por las calles, por ejemplo) con la acción de los encapuchados y saqueadores. Es algo similar a lo que sucedía durante la dictadura, en que para justificar la represión se ponía en un mismo saco el “violentismo y terrorismo” con los movimientos sindicales y políticos, conculcados por el gobierno dictatorial de la época.

Se dice que el objetivo de este proyecto es evitar que una minoría secuestre a la voluntad de la mayoría (específicamente, el deseo de estudiar mayoritario secuestrado por una minoría que se toma los colegios). Planteamiento que coincide con las acciones de un alcalde-guardaespaldas. Al respecto, cabría preguntarse si el sistema político del país (diseñado, e institucionalmente asegurado durante la dictadura) no tiene secuestrado los deseos y la voluntad de la mayoría de los chilenos.

Sin duda que las tomas están fuera de la institucionalidad. Pero también es una legítima opción (última) para poner en la discusión ciertos temas que una minoría atrincherada en las instituciones tienen secuestrados institucionalmente.

En la historia del país vemos que si no hubieran existido actos fuera de la institucionalidad (tomas por ejemplo) no habrían sucedido una serie de avances sociales económicos, políticos y culturales. Partiendo por el proceso de Independencia, por la toma que dio el origen a la población La Victoria, por la toma de la Casa Central de la Universidad Católica (que dio origen a la reforma universitaria), etc.

Por último, hay que mencionar que si no hubiera sido por las actuales movilizaciones, lideradas por los estudiantes, el país no estaría donde está, discutiendo temas centrales para nuestro desarrollo futuro, tal como lo calificó el propio Presidente de la República en su discurso en las Naciones Unidas.

Las elites gobernantes y económicas nuevamente confunden la causas con los efectos. Quieren eliminar ciertas manifestaciones legítimas que son el efecto de situaciones mas profundas. Luis XVI estaría feliz con una ley como esta, habría pretendido evitar la toma de la Bastilla.