“Más de 200.000 manifestantes se desplegaron en varios barrios de la ciudad al término de la oración de los viernes” para exigir la caída Al Asad, afirmó este viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización con sede en Gran Bretaña.

De acuerdo con esta organización -la prensa extranjera no puede acceder a Siria-, los manifestantes salieron de más de diez barrios “opuestos al régimen”, como Baba Amro -rodeado por un gran número de “Chabbiha”, las milicias leales al poder-, al-Khalidya, Deir Balaa, Jurat al-Chiyah donde desfilaron 10.000 personas, así como de al-Inchaat.

Entretanto, y siempre según esta fuente, las fuerzas de seguridad mataron a un civil en el barrio de Deir Balaa, en la provincia de Homs, rodeada por el ejército desde hace varias semanas y llamada ahora la “capital de la Revolución”.

También se produjeron varias detenciones en el barrio de Hamra antes de la oración, indicó el OSDH.

Mientras, en el barrio Al-Ghuta, se escucharon varias explosiones y dos tanques ingresaron para dispersar las protestas, dejando varios heridos por fuerzas de seguridad o francotiradores en los barrios de Bab Sebaa al-Qousour.

El OSDH asegura que también se registraron grandes concentraciones en otras localidades de la provincia de Homa, como en las ciudades de Talbissé o Tal kalakh, Hula.

Moscú quiere interceder en la crisis siria

Mientras tanto, Rusia continúa moviendo sus fichas. El jueves, Moscú, que con Pekín había vetado una resolución para condenar la represión ejercida por el régimen de Bashar al Asad, propuso sorpresivamente un proyecto al Consejo de Seguridad de la ONU condenando la violencia en Siria perpetrada por “todas las partes”.

Este viernes, el Kremlin anunció además que invitaba al vicepresidente sirio Faruk al Shareh a Moscú para mantener “conversaciones serias”.

Según la ONU, la sangrienta represión ordenada por el régimen sirio ha dejado 5.000 muertos desde el inicio de las protestas, en marzo de este año.