81 razones para cambiar el sistema carcelario

Después del incendio en la cárcel de San Miguel el 8 de diciembre del 2010, en donde fallecieron 81 internos, los familiares se agruparon con el firme propósito de apaciguar el dolor y cambiar el sistema carcelario. Esta ha sido su experiencia.

Después del incendio en la cárcel de San Miguel el 8 de diciembre del 2010, en donde fallecieron 81 internos, los familiares se agruparon con el firme propósito de apaciguar el dolor y cambiar el sistema carcelario. Esta ha sido su experiencia.

Este mes, la agrupación “81 razones por luchar” acaparó la atención de la prensa, ya que se cumplía un año de la tragedia de la cárcel de San Miguel e inauguraron un memorial en honor a los fallecidos.

Pero a lo largo de todo este año la agrupación viene realizando un arduo trabajo de apoyo entre quienes perdieron a sus familiares en el incendio, así como con los sobrevivientes y los presos de otras cárceles.

César Pizarro, el dirigente de la agrupación, dice que su idea es “cambiar el sistema penitenciario de Chile. Para eso, como agrupación, planteamos 21 puntos, con temas políticos como que se respete el derecho de ciudadano de los detenidos o que se limpie el papel de antecedentes una vez que se cumple una condena.  Sin embargo, se abordaron los puntos definidos como prioritarios, como la ayuda sicológica y las becas de estudio a los familiares de las víctimas”.

Estos 21 puntos se están trabajando en conjunto con el Ministerio de Justicia y Gendarmería, y aunque algunos familiares han dicho que el Gobierno ha sido indiferente después del incendio,  otros sí han recibido ayuda psicológica.

Como terapia, la agrupación se reúne constantemente a compartir, conversar sobre su dolor y encenderles velas a los familiares. Es así como todos los 8 de cada mes realizan una velatón a las afueras la cárcel de San Miguel, además de estar asistiendo a la Pastoral Evangélica. “Del dolor a la paz”, describe César, quien está vivendo este proceso junto a su familia para embarcarse en la misión de mejorar las condiciones de vida que tenía su hermano en los momentos del incendio.

Durante este tiempo, la agrupación realizó la “Ruta de la Cana”, donde fueron a visitar las cárceles de Santiago, a conversar con los internos, ver las condiciones en las que vivían y buscar soluciones.

Historia de fuego

Y es que los incendios en la cárcel no son nada nuevo. Desde el 2000 a la fecha van más de 120 internos muertos por siniestros ocurridos dentro de los centros penitenciarios.

El 11 de diciembre del 2000, un incendio dejó siete muertos por asfixia en la Torre 2 de la cárcel de San Miguel. En 1999, las cifras indicaban que la Centro de Detención Penitenciario de San Miguel tenía una capacidad para 711 internos, pero albergada a 1520, con un déficit de un 114%.

Sin embargo, esta cárcel era recién la cuarta con mayor déficit a nivel metropolitano, y ni siquiera estaba entre las diez con mayor hacinamiento a nivel nacional. Según el informe “Condiciones Carcelarias” elaborado por el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, la cárceles con mayor hacinamiento eran las de Limache y Copiapó, con un déficit superior al 300%.

Diez años después, la población penitenciaria creció de manera exponencial en todas las cárceles, como también la cantidad de muertos en el incendio del 8 de diciembre.

En regiones, el hacinamiento y los incendios también han dejado decenas de víctimas fatales. El 20 de mayo del 2001 murieron 26 internos en el Centro Penitenciario de Iquique, todos entre 18 y 27 años y sin estar procesados.

Dos años después, el 11 de septiembre, nueve reos fallecieron por asfixia y once quedaron heridos en la cárcel de El Manzano en Concepción, también producto de un siniestro.

El 2009 se produjo en Colina II de Santiago la muerte de diez reos por un incendio producido tras una riña en el tercer piso del penal, siendo una de las únicas cárceles que actualmente no tiene hacinamiento.

Finalmente, sobre el incencio de San Miguel del año pasado, César Pizarro dice que “las autoridades dijeron que la responsabilidad fue de los internos. Está bien, pero deberían haber dicho que debido al hacinamiento y las asquerosas condiciones en que viven los internos, provocaron un incendio”, dice Pizarro.

“Estar preso en Chile es como viajar en metro a las siete de la tarde durante un par de años. Varios hombres en un mismo metro cuadrado, sin polera y todos sudados, con un solo baño que ni siquiera tiene confort, muertos de hambre, todo eso te termina volviendo loco”, cuenta el dirigente. Si bien César no justifica  al interno que lanzó fuego ese 8 de diciembre del 2010, sí comprende la perturbación mental que los puede llevar a querer acabar con todo.

“Los hombres que se enloquecen dentro de la cárcel son, en su mayoría, los que están por delitos menos graves y están acostumbrados a vivir en lugares decentes. Porque al que le gusta la calle puede acostumbrarse a las condiciones carcelarias, pero ese otro no, y es precisamente “ese otro”, que no era tan malo, el que se vuelve loco dentro de la cárcel y sale peor”, explica, después de haber recorrido las cárceles de Santiago y haber conversado con cientos de internos y gendarmes.





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