Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 20 de abril de 2024


Escritorio

Barras bravas, millonarios y barrios

Columna de opinión por Julio Hurtado
Lunes 23 de abril 2012 7:44 hrs.


Compartir en

Los tres grandes equipos del futbol chileno, Universidad de Chile, Colo Colo y Universidad Católica, en conjunto representan más del 80% de la hinchada del país. Al igual que la totalidad de los clubes del futbol profesional chileno, estas instituciones tienen sociedades administradoras cuyos propietarios son, sin excepción, destacados (por diversos motivos) millonarios.

Uno de esos tres clubes es dirigido por sus propios dueños (como los negocios de barrio) y dos de esas sociedades privadas son manejadas por personal de confianza de los accionistas propietarios. Estos funcionarios constituyen una mezcla de Martin Rivas de Blest Gana y de Corazón de Escarcha de Chilote Campos.

Estamos en presencia de un tipo de gestión del futbol profesional caracterizado por un manejo empresarial de dispar éxito; de un manejo ideológico-cultural plenamente exitoso (que demuestra lo bien que lo hace la empresa privada); y de un manejo deportivo que ha sido errático. En este ultimo campo, todos han sido beneficiados con la revolución realizada en el futbol chileno por Marcelo Bielsa, a quien, esos mismos millonarios, ahora dueños, sin contrapeso, de la actividad, patéticamente desterraron del país.

En resumen, asistimos a un modelo plutocrático del manejo del futbol (democracia de los millonarios), que tanta significación tiene para la población en general.

Es en este contexto, que resulta altamente preocupante la turbia relación de estas sociedades, de propietarios sobreideologizados, con las barras bravas. El peligro es evidente, ya que tal como en Argentina las barras bravas han sido instrumentos de la ultraderecha sindical, las barras bravas nacionales eventualmente podrían constituir grupos de choque anti movilizaciones sociales, en el caso que la democracia binominal sea sobrepasada, una especie de “plan B”.

Se debe tener en cuenta que en el caso de Chile, en las grandes ciudades, especialmente en Santiago, esta situación puede constituir un peligro de marca mayor, ya que nuestra realidad nos muestra que el radio de acción de estas barras bravas abarca toda la ciudad (al revés de lo que pasa en el caso de Buenos Aires, donde las barras bravas están circunscritas a un lugar especifico, debido a la identificación del club con el barrio).

Por lo tanto, si a esta situación no se le pone freno (la promiscua relación entre los propietarios del futbol y las barras bravas y la excesiva y antidemocrática concentración de la propiedad de los clubes en manos de unos pocos millonarios) estaremos ante la aparición de un nuevo actor urbano: los grupos de choque con fines políticos, que eventualmente podrían realizar un trabajo sucio en contra de las crecientes movilizaciones sociales.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.