Partidos: Puro electoralismo

  • 23-05-2012

Los caminos señalados por la ciudadanía en calles y carreteras, puentes y parques a partir del año pasado no han hecho mella en los partidos  y cúpulas políticas, que siguen impertérritas en su ensimismamiento en procesos electorales de toda laya.

Obviamente, el rol de los representantes de las corrientes de opinión incluye las definiciones internas de dirigencias y externas de candidaturas. El problema es que hoy ese papel lo están ejerciendo en medio del descrédito de todas las instituciones del Estado, desde el gobierno a la oposición, desde el Congreso Nacional a los partidos políticos y las principales coaliciones que estos integran.

En un cuadro así, la manera que tendrían las instituciones para sintonizar con los movimientos estudiantiles y regionales, étnicos y ambientalistas,  vecinales y de usuarios sería la de elaborar propuestas de rápida ejecución (lo que el oficialismo hace de manera errática) y proyectos de mediano y más largo plazo (lo que nadie hace, aunque todos lo reclamen).

Las clases dirigentes está abocadas a elaborar plantillas para la elección municipal de este año, procesar y superar diferencias internas –a través de listas competitivas o de unidad- y a plantear corporativa o personalmente precandidaturas presidenciales para los comicios del próximo año, que coincidirán con los parlamentarios.

El divorcio entre la política y la ciudadanía es tal que ni siquiera ésta se siente convocada a las primarias comunales que ¿la Concertación? ha más o menos organizado en algunos municipios, como los de Santiago, Providencia y de regiones.

Bachelet y el recambio

De acuerdo a lo revelado por el Centro de Estudios Públicos (CEP) –que libra periódicamente “la madre de todas las encuestas”- ni siquiera las candidaturas presidenciales que se empiezan a proponer reciben la real adhesión de los consultados, que concentran abrumadoramente sus preferencias en la ex Presidenta Michelle Bachelet, con un 51 por ciento, contra apenas el 7 % de su más cercano competidor, el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne. El hasta entonces desconocido ejecutivo empresarial ha sido el mejor evaluado del gabinete desde el rescate de los 33 mineros de Atacama.

La dupla exhibe atributos de credibilidad y empatía, aunque fue lo segundo lo que catapultó realmente al entonces ministro de Minería. Porque el verdadero artífice del rescate fue el Presidente Piñera, con un empuje y determinación que lo llevaron al borde del boquete ad hoc que se construyó con ganas de bajar él mismo: su señora y cercarnos colaboradores tuvieron que apretar los frenos emocionales, técnicos y políticos.

Lo que quedó de Golborne fue su natural cercanía con la gente, un atributo que está desplegando en sus desplazamientos en Obras Públicas (con estudiadas alusiones a su biografía). Es algo de lo que carece Piñera, según todas las encuestas: la CEP le da un 24% de aprobación y un 59% de rechazo.

Esta situación remarca el distanciamiento ciudadano con los partidos, al mostrar preferencias por atributos personales, careciendo el mejor situado del oficialismo de trayectoria y experiencia política.

Y si bien la inclinación por éste podría indicar deseo de recambio de líderes, al 51% que dice que le gustaría que la próxima persona en el mando supremo fuese otra vez Bachelet no le importa que ella “se repita el plato” desdeñando uno de los argumentos implícitos de los que aspiran a ocupar su lugar.

En el entrecruzamiento de factores una primaria amplia de la oposición debiera dilucidar la cuestión: la probada Presidenta enfrentando a rodas las otras figuras “nuevas” que bregan por el recambio. Si ella gana –lo que ocurriría si las primarias fuesen este domingo y no en un año más- sería el momento de restañar heridas –presuntamente leves, porque pocos contendientes se atreverán a atacar a la popular ex Mandataria- y de elaborar, por fin, un proyecto histórico. Con un compromiso auténtico que recoja lo hecho aprender por los ciudadanos en el último año.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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