Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 26 de abril de 2024


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Sin vergüenza

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Domingo 1 de julio 2012 14:46 hrs.


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Es ya sabido que la presencia de la producción editorial universitaria  chilena en la colosal Feria Internacional del Libro de Guadalajara será casi nula. Una grave omisión de la que no se puede culpar sólo a los encargados de su planificación, en esta oportunidad en la que Chile nuevamente será invitado de honor, sino que a autoridades, gestores y a una industria cultural completa que no logra comprender su importancia y valor estratégico.

Y será precisamente cuando estemos allá, en Guadalajara, a fines de noviembre, cuando los mismos académicos y estudiantes mexicanos empiecen a preguntar por la producción universitaria chilena y sus representantes, que se empezará a reparar en importantes ausencias. Sobre todo, frente al contraste de los enormes stands que tienen allí  las Universidades mexicanas, tanto estatales como privadas, con una oferta editorial abrumadora, que no se amilanan ni tienen nada que envidiarle a los colosos transnacionales. Allí se entenderá quizás que cuando somos un país que cuenta con dos Premios Nobel de Literatura y que aspira a otro; cuando nuestros académicos gozan de un gran prestigio en la región, justamente por su producción intelectual; cuando nuestra Academia Chilena de la Lengua  ha sido la más importante a la hora de cambiar los criterios respecto de que la RAE no sea la única voz cantante en estas materias…que nuestra presencia e impronta editorial nacional pasa sustantivamente por la producción de libros que hacen las más importantes universidades chilenas. Que son pocas, claro, pero que están fuertemente comprometidas con el desarrollo cultural de nuestro país.

Esta cuestión, sin embargo, aún no es comprendida por demasiados actores de nuestra vida cultural y académica. Empezando por quienes han decidido hacer del campo de la educación su coto lucrativo, que han olvidado que la cantidad de libros que una casa de estudios pone a disposición de sus alumnos es parte fundamental en la formación de ellos.  Es el mismo Consejo de Rectores el que lo definió así, estableciendo que los planteles universitarios debieran contar con un número de, al menos, 15 libros por alumno en sus bibliotecas, cifra que sólo cumplen ocho universidades tradicionales y donde la Universidad de Chile supera con creces a las siete restantes con 102 ejemplares por estudiante…que triplica a la de otros integrantes del CRUCH, y que en el caso de las universidades privadas, las supera en más de 10 veces.

Y es que no hay que tener ni siquiera un poco de vergüenza para hacerse llamar universidad y disponer de una biblioteca que cuenta con escasos 8 libros por alumno, como es el caso de la Universidad Gabriela Mistral,  y un  bibliotecario para atender la demanda de sus 4 mil estudiantes, como en el de la Universidad de las Américas, cuando lo recomendado es uno cada 500 matriculados.

La Universidad de Chile, entre las tradicionales, y la Alberto Hurtado, entre las privadas, son las que tienen las mejores cifras. Y no es extraño cuando, además, son estas dos universidades las que tienen asociado un importante trabajo editorial que las tiene publicando valiosos estudios de sus académicos y estudiantes. Huelga decir que hay una enorme cantidad de investigaciones que establecen la directa relación entre el rendimiento académico y la calidad de las bibliotecas con que cuentan los alumnos para su formación…los estadounidenses lo entendieron desde un comienzo. Pero en el hemisferio norte no solo están ellos, están también los mexicanos, que comprendieron desde hace muchos años que la formación de sus futuros profesionales pasa por universidades estatales, gratuitas y de calidad, como la UNAM, y una industria editorial vigorosa, como el alucinante Fondo de Cultura Económica. Y quienes vayan a la FIL de Guadalajara a fines de este 2012, entenderán entonces porqué Carlos Monsiváis la denominó como  “zona de resistencia cultural”. Entonces, recordaremos las importantes ausencias de quienes sí están están ocupados por engrosar nuestro delgado espesor cultural.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.