“No deberían siquiera pensar en usar armas químicas”, afirmó el portavoz del Pentágono, George Little, a periodistas. “Hemos sido muy enfáticos en nuestra posición dentro del gobierno estadounidense sobre el uso de armas químicas y sería enteramente inaceptable”, agregó.
En tanto, y como era esperado, Siria rechazó la propuesta de los países árabes para una salida negociada del presidente Bashar Al Asad para evitar la violencia que ya dejó más de 19.000 muertos en 16 meses de revuelta contra su régimen.
Ante la escalada de violencia que causó el lunes 52 muertos en todo el país, el presidente ruso Vladimir Putin, un aliado de Damasco, advirtió que si Asad es destituido de manera “anticonstitucional” la guerra civil en Siria puede durar mucho tiempo.
Los países europeos decidieron, por su parte, reforzar sus sanciones para controlar mejor el embargo de armas.
Europa y Estados Unidos también anunciaron más ayudas para los países vecinos de Siria, donde ya hay más de 120.000 refugiados
En Damasco, donde los combates duran desde hace una semana, al menos 23 personas, algunas con marcas de tortura, murieron el domingo “ejecutadas” por miembros del ejército en varios registros, aseguró el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Gran Bretaña.
Dieciséis hombres, en su mayoría de menos de 30 años, murieron en el elegante barrio de Mazzé, en el oeste de la capital, durante esos registros, indicó Rami Abdel Rahman, director del OSDH, que no pudo precisar si se trataba de civiles o de rebeldes.
Otros siete hombres fueron ejecutados en el barrio de Barzé. Según el OSDH, los cuerpos de algunas víctimas tenían la cabeza aplastada por un vehículo, mostraban golpes evidentes de bayoneta en el cuerpo o tenían las manos atadas.
Este lunes el régimen reconoció que dispone de armas químicas pero que sólo las utilizará en caso de una “agresión extranjera”.
“No se utilizarán armas químicas o no convencionales contra nuestros propios ciudadanos (…) Esas armas sólo serán utilizadas en caso de agresión extranjera”, dijo Jihad Makdesi, un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, reconociendo por primera vez que Damasco dispone de este tipo de armas.
Poco después el ministerio de Relaciones Exteriores publicó un comunicado matizando las declaraciones de su portavoz, sosteniendo que “esas armas, si existen, es natural que sean guardadas, y en toda seguridad”.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó que un eventual uso de armas químicas en Siria sería “reprensible”, mientras que Israel advirtió que está decidido a impedir que esas armas químicas, los misiles y los sistemas antiaéreos sirios lleguen a manos del Hezbolá libanés.
El Consejo nacional Sirio (CNS), la principal formación de oposición, pidió a los rebeldes que continúen luchando para “liberar” Damasco y Alepo y aseguró que el régimen “se tambalea” pero “no se rendirá fácilmente”, según el portavoz del CNS, George Sabra.
“Lo que pasa en Damasco, Alepo y otras ciudades sirias desde hace varios días es una etapa crucial para establecer una nueva fase en la historia de nuestro país y de la región”, añadió el opositor en un comunicado.
En Damasco este lunes se observaba una gran columna de humo sobre el barrio de Mazzé, en el oeste de la capital, donde los enfrentamientos siguieron durante parte de la noche.
El ejército también desplegó nuevas tropas y realizó registros en Mazzé, Nahr Aiché y Kafar Susé, según el OSDH.
En la ciudad de Alepo, la capital económica de Siria, seguían este lunes los enfrentamientos entre ejército y rebeldes, después de que el viernes el Ejército Sirio Libre (ESL), formado por desertores y civiles armados, tomara el control del barrio de Salahedin, en el oeste de la ciudad.
Los combates tuvieron lugar en los barrios de Sahur (este) y Hanano City (este).
La ciudad de Homs (centro), símbolo de la revuelta, y Rastan, en la misma provincia, fueron bombardeadas también por helicópteros del ejército, según los opositores.
La situación en las fronteras de Siria, donde ejército y rebeldes se disputan el control de los pasos fronterizos, preocupa a los países vecinos, entre ellos Jordania, que quiere evitar cualquier tipo de “infiltración”.
Turquía también reforzó su dispositivo en la frontera y desplegó baterías de misiles tierra-aire en Mardin (sureste), el mismo día en que decidió llamar a consultas a su cónsul en Alepo.
Los rebeldes controlan un puesto fronterizo vital con Irak y otros tres en la frontera con Turquía.
Según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) divulgadas el 18 de julio, unos 120.000 refugiados libios están en Jordania, el Líbano, Turquía e Irak.