En sesión plenaria, los jueces del Supremo tribunal eligieron a Barbosa como jefe del poder judicial brasileño, un cargo tradicionalmente rotativo en la máxima corte que obtiene siempre el miembro más antiguo del tribunal.
Barbosa asumirá formalmente en las próximas semanas.
Un hombre discreto, Barbosa, de 58 años, ha saltado a la fama en las últimas semanas como el implacable relator del juicio que procesa por corrupción al antiguo círculo político de Lula, acusado de crear hace diez años una contabilidad ilegal para comprar apoyos de parlamentarios.
Al condenar lo que se considera una práctica en la política brasileña, hoy Barbosa es celebrado en sitios de internet como un justiciero o un superhéroe.
En un país donde el 51% de la población es negra o mulata y empeñado en combatir la miseria, Barbosa tiene una biografía de lucha: nació en la pobreza, trabajó de limpiador en los tribunales de Brasilia y en una gráfica de noche para pagar sus estudios, y consiguió formarse en las mejores universidades.
Hoy es doctor en derecho público por la Sorbonne, donde obtuvo tres diplomas de posgraduación entre 1988-92 y habla francés, inglés, italiano y alemán.
Barbosa fue nombrado juez de la Corte Suprema en 2003 por el entonces flamante presidente Lula, quien también llegó a la más alta esfera del poder en Brasil a pesar de sus orígenes humildes.
El nuevo presidente del Supremo brasileño nació en el interior del estado de Minas Gerais (sureste), en una familia de siete hermanos. Su padre era albañil.
“Era de una familia pobre, luché y conseguí, pero sé que otros en las mismas condiciones, con la misma voluntad, no lo consiguieron, pues el sistema educacional crea mecanismos poderosos de exclusión de negros”, ha dicho Barbosa, citado por O Globo.
En el país con la segunda mayor población negra del mundo después de Nigeria y con la mayor la brecha entre ricos y pobres, Barbosa denuncia a menudo el racismo y la desigualdad.
“El sistema penal brasileño penaliza y mucho… principalmente a los negros, los pobres, las minorías en general”, lamentó en una de las raras entrevistas que ha dado en los últimos años. En otra, ironizó cómo en los restaurantes de Rio de Janeiro lo confundían con el ayudante que aparca los coches de los adinerados.
“La elección de Barbosa es un hecho histórico, es muy raro encontrar en Brasil a negros en posiciones de poder ni en las empresas, ni en las universidades, ni en los gobiernos”, lamenta Marcelo Paixao, coordinador del Laboratorio de Análisis de Relaciones Raciales de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
“Y ocurre en un momento en el que Barbosa tiene gran popularidad, espero que la sociedad haga una reflexión sobre la necesidad de políticas afirmativas”, señaló.
El llamado juicio del siglo, que esta semana llevó a declarar culpables de corrupción al ex jefe de Gabinete de Lula José Dirceu y al ex presidente de su Partido de los Trabajadores José Genoino, le ha valido a Barbosa controversias en medios jurídicos, incluso en el Supremo tribunal, y popularidad en las redes sociales.
Barbosa ha conducido el juicio como si fuera una novela por entregas, manteniendo el interés y el suspenso con lenguaje fácil y ejemplos prácticos, y con sorprendente contundencia, pidiendo condenas para casi todos los acusados.
“Es como un Batman, un justiciero”, ha afirmado en una reciente entrevista la fabricante de máscaras y disfraces Olga Gibert, quien ya anticipa que Barbosa será estrella del carnaval de Rio de Janeiro para el que está produciendo miles de máscaras con su rostro, con opción a complemento de toga negra.