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El socialismo según Chávez

Columna de opinión por Hugo Mery
Martes 16 de octubre 2012 8:52 hrs.


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La proyección del “socialismo del siglo 21” en Latinoamérica fue puesta en foco con la reelección del Presidente “bolivariano” de Venezuela. La simbiosis del prócer del siglo 19 con la figura del caudillo actual da cuenta del mesianismo de Hugo Chávez, pero también del afán de continuidad histórica de un proyecto unitario regional, incorporándole cimientos de una democracia social.

Curiosamente, en lo político las dificultades que tuvo Bolívar para legitimar su modelo republicano han sido superadas por Chávez, por lo menos en lo que a representatividad electoral se refiere. Son inobjetables la amplia participación ciudadana y la limpieza de escrutinios en las cuatro elecciones que ha ganado el ex militar golpista y también en el referendo para cambiar la Constitución que perdió por estrecho margen.

El debate queda circunscrito a los vicios en el ejercicio de la autoridad por un régimen legítimo en su origen. Pero tales atropellos –como la destrucción en el aeropuerto de los materiales del periodista argentino Jorge Lanata, acusado de “espionaje”- hay que situarlos en un marco muy amplio: la lucha por el poder entre capas medias de ideología conservadora “burguesa” y masas populares emergentes de configuración “proletaria”.

Esto es justamente el origen de la “polarización” de la sociedad venezolana de la que tanto se habla desde comienzos de los 2000, y que se expresa en una cultura autoritaria, por un lado, y en actitudes insurreccionales más o menos larvadas, por el otro.

El gobierno y todos sus recursos materiales y humanos se han puesto en obra para superar una sempiterna brecha de desigualdad, a través de las denominadas “misiones”. Esto le ha ganado el apoyo de una mayoría con altibajos, pero perdurable y sólida.

No se trata de “populismo”, porque el discurso oficial está plagado de un lenguaje revolucionario y un sesgo ideológico claro. ¿”Asistencialismo”? Los proyectos pro-vivienda y de seguridad alimentaria, entre otros, son financiados por el Estado, como lo fueron los planes similares ejecutados en Brasil por los presidentes Lula y Dilma y en Chile por Michèle Bachelet, pero estos tres últimos gobiernos no fueron objeto de  ataques encarnizados, porque no “polarizaron” a sus respectivas poblaciones ni tampoco hirieron los intereses de los poderosos. A éstos Chávez los ataca como ¡traidores y antipatria”, procurando que las economías amigas del mundo concurran al financiamiento de sus “misiones”.

Estos hechos no configuran un “socialismo del siglo 21”, porque Fidel y Allende se apoyaron en la URSS y denunciaron la incipiente hegemonía de las trasnacionales, sino más bien van al encuentro de la crisis cíclica que vive el capitalismo. Lo que ha hecho mirar al Estado –o “el gobierno”, como dicen estadounidenses y europeos- para salvar a los millones de damnificados de las burbujas financieras de Occidente.

Pero la panacea no la tiene Venezuela para auxiliar a sus pobres de siempre. Según estudios serios, el financiamiento de los planes sociales es costoso y la cuenta tendrá que pagarse más tarde o más temprano… lo que sugeriría que la derrota del neoliberalismo es sólo episódica.

Esta lucha no es la única que deberá librar el reelecto Presidente sudamericano. La de la eficiencia para implementar los programas sociales es una: ”sin eficiencia nada”. La de la permanencia en el gobierno del partido Socialista Unificado es otra.

Su dirigencia sabe que para seguir en el poder debe estar en él. Para ello el líder nombró ya a los candidatos a las próximas elecciones de gobernadores –la mayoría militares en retiro- e hizo ajustes en su gabinete ministerial, designando como nuevo  vicepresidente y virtual sucesor al canciller Nicolás Maduro.

Este, un antiguo chofer de autobús del Metro de Caracas, será quien lo suceda automáticamente en la jefatura de la Nación si se ve impedido de ejercerla en los próximos cuatro años. Si eso ocurriese durante las dos últimas anualidades de seis, deberán celebrarse elecciones anticipadas. Entremedio, se prevé que Chávez intente de nuevo cambiar la Constitución.

Su ejercicio de la Presidencia dependería de un factor biológico y no político ni militar (ya sufrió una intentona golpista en 2002).  El cáncer del que padece podría recrudecer, confirmando un mal que los regímenes latinoamericanos de izquierda han sufrido con recurrencia en los últimos años: el cáncer sacó de la jefatura máxima a Fidel Castro, Lula consiguió terminar en ella, en tanto que Lugo fue depuesto después de tratarse fuera del Paraguay.

La dolencia del presidente venezolano  puede terminar con el régimen chavista sin anestesia si éste no toma las medidas necesarias, incluso antes de que siga la espiral eleccionaria, que el próximo año contempla, además, comicios legislativos, con una oposición alentada por el 44 % que obtuvo en la elección presidencial de la semana pasada.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.