Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 20 de abril de 2024


Escritorio

La crisis en la educación y la CNA


Jueves 6 de diciembre 2012 19:03 hrs.


Compartir en

Señor director:

Lo que está en medio de una crisis estructural y moral es el sistema de educación, no es solo el sistema de acreditación de las universidades, este ultimo es un instrumento que se trasformó en la vía expedita para potenciar a las universidades privadas y su capacidad de competir en el mercado. Un modelo derivado de una concepción neoliberal de la vida y de la sociedad, lo cual expresa muy bien el recientemente designado presidente del Consejo Nacional de Acreditación, Matko Koljatic, quien define a la universidad como una empresa.

Tal cual lo señala este funcionario de gobierno, las universidades tienen que sobrevivir y prosperar creando utilidades o excedentes compitiendo en el mercado de la educación y validarse en el. A esto aportó el Sistema Nacional de Acreditación, que a la larga y bajo la egida mercantil se transformó en un sistema que certifica a las universidades, por uno o mas años, habilitándolas para recibir los subsidios del estado y aumentar las ventas de matrículas.

Por consiguiente la acreditación universitaria mas que un espacio regulador para la excelencia académica es un camino, diseñado durante el gobierno de Ricardo lagos y de su Ministro de Educación Sergio Bitar, para que las universidades obtengan el máximo de subsidios a través de alumnos de bajos recursos con créditos con aval del estado.

Para comprobar lo anterior basta examinar a varias de las universidades privadas, las cuales aceptan intencionalmente alumnos con un puntaje bajísimo, vendiéndoles la ilusión de ser profesionales, en carreras alguna de ellas acreditadas, que no cumplen con los mínimos requisitos academicos ni cuentan con profesores idóneos a veces hasta sin titulo universitario. Aquí no se trata de meter a todos en un mismo saco diciendo que todas las universidades son malas, lo que estoy afirmando es que el objetivo de la calidad tal cual se entiende hoy, es un incentivo para posicionarse en el mercado de la educación.

Es necesario decir que Chile existen universidades, privadas y publicas, acreditadas por seis o siete años porque construyeron de verdad sistemas de calidad e indicadores que garantizan la excelencia en la docencia y la investigación, con lo cual aumentan su prestigio y también su posibilidad de competir mejor y de buena manera en el mercado.

En todo caso no es un problema fácil de resolver, lo que está en la base del sistema es el modelo de sociedad que se construyó a partir de 1973 y que se desarrollado sin interrupciones hasta nuestros días. Cuyo eje principal es un Estado mínimo aportador de recursos al actor privado, diseñado para desreglamentar toda regla de control sobre los mercados, trasformando lo social en una demanda cautiva y lucrativa, como lo demostró la estafa de la Polar y lo demuestran los subsidios a la educación que en la practica de transforman en dinero fresco para la alimentar el juego de la demanda y la oferta del mercado de la educación.

Asi entonces de una manera vulgar y no menos ignorante se pretende Identificar al mercado con la sociedad civil, un argumento que no tiene bases reales de sustentación en la tradición filosófica de la modernidad. Sin embargo, esta identificación entre sociedad civil y mercado es la base sobre la cual se construyen las pretensiones morales del actual discurso neoliberal de la educación.

Para los ministros y presidentes de los últimos 22 años el mercado es el locus en el cual se hacen transparentes las decisiones y las acciones racionales de las personas, por lo tanto y bajo la idea de la libertad individual, son los estudiantes quienes deben recibir y manejar los CAE. La “mano invisible” hará el resto, que todos los individuos cooperen mutuamente para realizar el equilibrio que requiere el mercado: pero lo que no dicen es que la mano invisible la mueven los clanes económicos y las 7 familias dueñas  de este país.

Y como piensan asi, los remediales que proponen a esta tremenda crisis estructural y moral del sistema educativo, es tapar la realidad con un dedo, haciendo todo lo posible para que el sistema subsista y siga desarrollándose. De ninguna manera van a replantear el sistema, sino que solo el instrumento, esta vez el sistema de Acreditación universitaria.

Esto significa que este gobierno ingresará “en calidad de urgencia” al Congreso un proyecto que busca elevar las exigencias para garantizar la calidad en la enseñanza universitaria, eliminando la escala de acreditación actual, que permitía certificaciones por uno, dos o tres años, con un máximo de siete, por un reconocimiento único de seis años.

El resultado ya está a la vista, mirado desde la lógica de sus proponentes es eliminar competidores y apretar aun mas el monopolio de la educación, según este proyecto sólo ocho universidades cumplirían el requisito básico, al ostentar una acreditación igual o superior a seis años, pero 16 quedarían muy lejos de alcanzar los criterios exigidos en la futura ley, al contar con una certificación igual o menor a tres años. Sumando las cuatro instituciones no acreditadas, se trataría del 36% de las 55 casas de estudio que han participado en el proceso de certificación.

Con todo esto, seria muy bueno que en ese proyecto de ley, los Diputados y Senadores que piensan en un Chile distinto al de hoy, planteen la calidad en el sistema de educación superando el reduccionismo eficientista económico. Si se pretende crear un sistema que certifique la calidad en las universidades, el  juicio de la eficiencia no se puede realizar solo a partir de criterios que salen de la lógica económica y del mercado, sino que a partir de criterios que se originan en la lógica pedagógica.

Aquí debe primar la cordura para imponer un criterio básico, que la calidad tiene que ver con los métodos de aprendizaje, pedagógicos o didácticos. Que la calidad del sistema educativo y la aplicación sistemática de mejoras son inseparables, tales como la introducción de las TIC.

Que la calidad debe ser medida también, por la extensión de la enseñanza universitaria a toda la sociedad, para contribuir a la socialización y al acceso al conocimiento, no como es ahora, un sistema que contribuye a que unos pocos especuladores se llenen los bolsillos. Una universidad la calidad debe ser medible según índices de inversión en programas de investigación científica e infraestructura, porque la calidad tiene que ver con el alto nivel alcanzado por los investigadores, científicos y la importancia de sus descubrimientos en los distintos campos del saber aplicados luego a la docencia.

Asi entonces lo que debemos exigir es que las universidades demuestren, entre otras cosas, que tienen docentes calificados, programas de estudio y carreras   acordes  a la vinculación con el medio, a la sociedad, a la empresa, que son aportes y que son instituciones dirigidas por gobiernos universitarios idóneos y eficientes.

Por otra parte debemos tener el convencimiento que los sistemas educativos no generan empleo, hacen empleable a la gente. Por lo tanto el sistema de acreditación universitaria (y de la educación) debe ser reconocido en referencia a los observadores y parámetros internacionales — como la UNESCO, la UNICEF, la OMS, el PNUD, la FAO, organizaciones no gubernamentales y expertos especialistas independientes.

Tal como plantean las cosas los ministros de educación, existen instituciones en el mundo y no solo norteamericanas, también europeas, que son garantía de calidad, en el cual prima la excelencia de indicadores de rendimiento y eficacia del sistema. Es bueno y necesario tener el concurso de ellos para aportar a lo que queremos construir.

A través del movimiento estudiantil en las calles, de la opinión de los contribuyentes chilenos (as), hemos planteado que queremos un sistema educacional cuya perspectiva estratégica esté centrado en una sociedad humanista no mercantilista, basada en el desenvolvimiento de las fuerzas productivas, en la superación de la dependencia económica, tecnológica, cultural y en una auténtica democracia y justicia social.

A esta concepción del desarrollo nacional debe corresponder un sistema educacional cualitativamente diferente del actual, con una cobertura que abarque a la población en su conjunto. Un sistema de carácter nacional que haga realidad la atención educacional a los individuos desde el nacimiento hasta la ancianidad, ya que en todas las fases del desarrollo individual hay necesidades que pueden y deben ser satisfechas a través de la educación, es decir una  “educación permanente para toda la vida”.

Lo que queremos para Chile es un sistema educativo diversificado, que atienda las necesidades diferenciadas del desarrollo personal y nacional, tomando en cuenta los requerimientos desiguales de las regiones, comunidades locales y las exigencias del desarrollo individual compatibilizándolos armónicamente.

Y no podría ser de otra manera porque la educación es un derecho inherente a la sociedad humana, por tanto es un proceso mediante el cual la comunidad transmite su cultura, en el cual las personas se forman y desarrollan sus capacidades para participar plenamente de la vida en común. Concebimos la educación en el cual el sujeto de la educación es una persona provista de derechos y deberes, asistido por el concepto de igualdad y equidad en el cual el soporte principal del proceso educativo es la familia y la sociedad.

Para terminar creo que ha llegado el momento de reflexionar, estamos frente a la disyuntiva de una profunda renovación moral del país, porque la corrupción llego a todas partes y a la educación. Aquí no se trata de crear sistemas mas o menos perfectos, sino de la educación que queremos para asegurar el futuro como nación.

Hoy en día son miles los jóvenes que deambulan por el país buscando un futuro, escapando de la droga y de la delincuencia, esperando de sus gobernantes que se les haga parte de los frutos de las riquezas que existen en el país en el que nacieron y viven.

Finalmente es necesario decir que en una sociedad moderna la empresa privada es una necesidad objetiva, por lo tanto la educación privada puede y debe convivir con la educación publica, pero debe ser un complemento del sistema nacional publico y no al revés, lo que debe primar es la educación masiva y al alcance de todos.

En una sociedad cuando no hay una educación publica no hay democracia como forma de vida, así de simple, ya que no se garantiza la igualdad de oportunidades para todo  los ciudadanos. Para que funcionen las instituciones democráticas, éstas requieren de un ciudadano con capacidades de participar en la vida pública y de ejercer sus derechos políticos, para lo cual debe conocer y de juzgar sus opciones.

Y en esto es en lo que debemos poner el acento, porque la calidad de la enseñanza esta relacionada directamente con el sistema de enseñanza aprendizaje, asegurando una educación para todos y a unos niveles cada vez más elevados. En este sentido la calidad en la educación promueve el perfeccionamiento de los que enseñan y de su papel de formadores. Incentiva el progreso en los  estudiantes, en una amplia gama de logros intelectuales, sociales, morales y emocionales, teniendo en cuenta su nivel socioeconómico, su medio familiar y su aprendizaje previo.

“Concebimos al educador como un trabajador social y agente consciente y preparado en los grandes cambios, especialmente en las comunidades más deprimidas, en que el mejoramiento social y familiar es condición de un eficiente trabajo pedagógico”. (Discurso  de Salvador Allende en la Universidad  de Puebla 1972).

Por eso es que educar es algo más que preparar al hombre para la vida, educar es la vida misma.

Dr. Enrique Villanueva

Master en calidad

Ingeniero en Calidad

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Envíanos tu carta al director a: radio@uchile.cl