La Organización de Naciones Unidas instauró el 21 de marzo como la fecha indicada para recordar que un sistema como el apartheid y sus crímenes no puede volver a suceder.
Hace 53 años, miles de sudafricanos se congregaron en las afueras de Shaperville para manifestar su rechazo a una serie de leyes que fortalecían el sistema de segregación racial. Los policías abrieron fuego y como resultado 69 personas murieron.
En nuestro continente hay varios indicadores que invitan al pesimismo. En Ecuador el 88 por ciento de la población indígena afirma sufrir “abierta y frecuentemente” de racismo, mientras que en Brasil cerca de 25 mil personas son sometidas a prácticas idénticas a la esclavitud.
Claudio Nash, director del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile, señaló que en nuestro país, al igual que en Latinoamérica, las expresiones xenófobas más recurrentes son la discriminación hacia los pueblos indígenas y los inmigrantes.
Sobre el primero, el especialista indicó que existe un elemento cultural que invisibiliza y justifica un trato distinto, que se suma a la existencia de instituciones del Estado que permiten y fomentan violaciones de derechos humanos.
Esto, a su juicio, se puede enmendar con una acción articulada de parte de las entidades públicas. “Aquí tiene que haber una voluntad política de superar esta situación de discriminación y eso pasa por reconocer las particularidades culturales y pasa también por establecer canales efectivos de diálogo con las comunidades indígenas”, expresó.
Rodolfo Noriega, presidente del Comité de Refugiados Peruanos, manifestó que culturalmente nuestro país es acogedor, pero que, en la misma línea que Claudio Nash, la discriminación se produce a nivel de organismos del Estado.
“El trato institucional a los extranjeros o los inmigrantes es considerarnos personas de segunda o de tercera categoría. Y esto se agrava más con el componente étnico cuando las personas vienen, por ejemplo, de países donde hay muchos afrodescendientes, como es el caso de los ciudadanos haitianos, o personas que vienen con rasgos netamente andinos”.
Un dato que da cuenta de la inacción del Estado chileno es que, a la fecha, no se ha enviado el informe con las respuestas a las observaciones que emitió el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, el que debería haber sido remitido en noviembre del año pasado.
El lema de este año, “deporte y racismo”, obedece a dos fenómenos: el primero se origina en los hechos xenófobos que se han registrado principalmente en el fútbol europeo y otro por el impacto que puede tener el olimpismo en la promoción de los derechos fundamentales.
Esta cohesión llama, a su vez, a no naturalizar un discurso xenófobo, tal y como aconteció con el futbolista del Liverpool inglés, Luis Suárez, quien, durante el año pasado, fue acusado de proferir insultos racistas contra un compañero de profesión. “Negrito es una forma cariñosa de referirse a las personas de tez morena”, fue la defensa que esgrimió el deportista.