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Chile en silla de ruedas


Lunes 25 de marzo 2013 12:29 hrs.


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Discapacidad. Inválido. Minusválido. Todas estas palabras acusan la falta o ausencia de…

Estos conceptos muchas veces son utilizados como descalificativos, lo que evidencia una pobre Educación, información y cultura respecto a este tema.

En nuestro país, la discapacidad fue definida por la Encuesta Nacional sobre esta  materia en 2004 y la describió como un “término genérico, que incluye deficiencias de las funciones y/o estructuras corporales, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación, indicando los aspectos negativos de la interacción entre un individuo (con una “condición de salud”) y sus factores contextuales (factores “ambientales y personales”)”

Sin embargo, esta  definición es tan discapacitante como la sociedad en la que nos envolvemos.

El trabajo, la vida, la salud, la sexualidad, la Educación, la vivienda, el deporte, son derechos de todo ser humano libre y autónomo. Y me refiero al concepto de libertad como independencia absoluta. Una independencia que debe estar garantizada, por ejemplo, en la capacidad de movilizarnos en sistemas de transporte públicos de óptimas condiciones, acondicionados al 100 por ciento para cualquier tipo de asistencia o necesidades especiales.

¿Pero cómo podemos lograr esa inclusividad sin Educación? Siempre me he referido a esta palabra tan vital para el desarrollo de todo ser humano con mayúscula, porque siento que es la única herramienta certera para el desarrollo real de nuestra sociedad.

Claramente en nuestro país la discapacidad no es una prioridad. Desde hace ocho años y medio no se ha realizado encuesta alguna, con datos reales y duros sobre este tema. Sin embargo, con las cifras que tenemos hoy, podemos decir lo siguiente:

En términos de Educación, sólo el dos por ciento de las PcD (Persona con Discapacidad) terminan la Universidad, un 13 por ciento la Educación Media y un 9,7 por ciento la básica. (Terrible a mi parecer).

Somos una “minoría” de casi 3 millones de personas, invisibilizados por una sociedad emocionalmente minimalista, con leyes camaleónicas y no fiscalizadas.

Por eso, la “Educación”, nos abre la puerta a un mundo de cambio, de información, inclusividad, trabajo y opinión.

Hoy, mi labor como docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, otorga oportunidades de conocimiento, inclusión, empatía y trabajo emocional a un gran grupo de estudiantes con sed de empaparse de este mundo de capacidades reales, donde la actitud es la mejor aliada.

Es nuestra responsabilidad trabajar para Educar a una sociedad que se relaciona desde la segregación. Pero también es nuestro deber como Personas con Discapacidad tomar las riendas de nuestra vida, mirándonos como seres humanos íntegros y responsables, capaces de aprender a vivir desde el cambio, la verdad y no desde el reclamo ni el lamento.

En Chile, largo y angosto trozo de tierra, la Discapacidad tiene una duración de 27 horas por televisión, pero en la realidad son 24 horas al día, los 7 días de la semana.

Es así como la Educación es una larga y bella tarea sin limitaciones. En un país discapacitado, que nuestras capacidades sean nuestra gran Universidad.

*Carolina Pérez. Experta en Neurociencias para la Educación. Dicta la cátedra  “Integración del Universo de la Discapacidad en la Sociedad Actual” en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.