El Papa Francisco, obispo de Roma, presidió este Jueves Santo su primera Misa Crismal en la Basílica de San Pedro, con su estilo propio y un llamado a la humildad. “El señor lo dirá claramente, su unción es para los pobres, para los cautivos, los enfermos”, señaló y agregó que “la unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite y amargo el corazón”.
En la instancia, sorprendió con un llamado a los cerca de mil 600 sacerdotes presentes, quienes en esta misa renuevan las promesas que hicieron el día de su ordenación, a “salir de sí mismos” para no ser simples gestores que reciben una paga por su labor, sino que verdaderos pastores y recibir asó un agradecimiento afectuoso.
“De aquí deriva precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes, muy tristes, convertidos en alguna especie de coleccionistas de antigüedades, o bien de novedades, en vez de ser pastores “con olor a oveja”, pastores en medio de su rebaño y pescadores de hombres”, señaló.
Francisco admitió la existencia de una “crisis de identidad sacerdotal que nos amenaza a todos” y que “se suma a una crisis de civilización”, pero indicó que si sabemos barrenar su ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes. En ese sentido volvió a hablar de la necesidad urgente de que la iglesia salga hacia la periferia, donde el pueblo más fiel “lo espera y lo valora”.
Luego el Papa Francisco se trasladó a la cárcel de menores de Casal del Marmo, en las afueras de Roma, para celebrar la misa de la Última Cena, en la que lavó los pies a doce jóvenes reclusos y se reunió con los trabajadores de ese centro.
En tanto, mañana comenzará la colecta de Viernes Santo, que irá destinada a ayudar a los cristianos en Tierra Santa. “Tenemos un deber de solidaridad mayor de ayudar, un deber de querer decir aquí estamos nosotros con ustedes para sostenerlos, para que los lugares santos puedan ser cuidados, visitados y mantenidos”, señaló el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, Leonardo Sandri.
En nuestro país, el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, encabezó la misa crismal en la Catedral Metropolitana, la que no estuvo exenta de los temas que han remecido a la iglesia en todo el mundo. Ezzati se dirigió a los sacerdotes a quienes pidió que “el acompañamiento espiritual no se convierta en instrumento de dominación”.
Esto, después de que, hace algunos días, se dieran a conocer una serie de medidas disciplinarias por “abuso de poder” en contra del sacerdote más cercano a Fernando Karadima, Juan Esteban Morales, denunciado por manipular las conciencias de los feligreses y tomar el control de sus vidas, por lo que, el padre Jaime Ortiz de Lazcano condujo una investigación, donde se determinó que el religioso no podrá asumir las “guías de almas”.
El arzobispo indicó también que confiesan, humildemente, que una desviada y mal entendida dirección espiritual, ha causado dolor en personas y llamó a que “nunca más el acompañamiento espiritual, ejercido, pierda su esencial servicio liberador”.
Estas actividades marcan el comienzo de la Pascua de Resurrección, principal fiesta del cristianismo en la que se conmemora, de acuerdo a los evangelios canónicos, la resurrección de Jesús al tercer día de haber sido crucificado y se pone fin a la Semana Santa, en la que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús.