Enrique Correa: “El endeudamiento hizo que el país estuviera socialmente quieto"

El Ministro Secretario General de Gobierno del ex presidente Patricio Aylwin conversó con los periodistas Gonzalo Sánchez y Javiera Moraga y analizó los alcances de la movilización estudiantil. A su juicio, la quietud social durante los primeros gobiernos de la Concertación no se explica por un mejor manejo político, sino porque existía una "mayor conformidad", que quedó superada por las nuevas generaciones.

El Ministro Secretario General de Gobierno del ex presidente Patricio Aylwin conversó con los periodistas Gonzalo Sánchez y Javiera Moraga y analizó los alcances de la movilización estudiantil. A su juicio, la quietud social durante los primeros gobiernos de la Concertación no se explica por un mejor manejo político, sino porque existía una "mayor conformidad", que quedó superada por las nuevas generaciones.

En entrevista con el programa “Marca Personal”, conducido por Gonzalo Sánchez y Javiera Moraga, el ex ministro Secretario General del gobierno de Patricio Aylwin, Enrique Correa, realizó un recorrido por su trayectoria política y los principales temas de la contingencia nacional.

El consultor destacó la persistencia, profundidad, seriedad y apoyo del movimiento estudiantil, calificándolo como uno de los grandes movimientos sociales de nuestra época. “Hay pocos ejemplos parecidos a esta movilización tan persistente, que conmovió al país con la revolución de los pingüinos, que cambió la escena en el año 2011 y que de ahí hasta esta fecha sigue teniendo más del 80 por ciento de apoyo de la población”, manifestó.

En su diagnóstico, “lo que está efectivamente ocurriendo es que, producto de la reducción dramática de la pobreza, se ha ensanchado de manera inédita la clase media. Nuestro país ha pasado de ser una sociedad de pobres a una sociedad de clase media, la cual no sabe de la resignación a la que a veces los pobres se pueden inclinar por su estado de precariedad”.

Esta clase media “siente que se debe a si misma su estatus y su situación” y se ha insertado dentro de la sociedad mediante dos mecanismos, explica Correa. Uno de ellos es el acceso a las tarjetas de crédito, que le permitió acceder a bienes “con los que jamás habían soñado”. El otro era el ingreso de los hijos a la educación superior.

“En la medida en que los ingresos permitieron mantener una tarjeta de crédito, comprando pantallas planas, dando cuotas para el auto, pagando el crédito hipotecario de la casa y por otro lado uno o dos hijos en la educación superior, mientras eso fue posible el país se mantuvo socialmente quieto”, expresa el analista, quien no cree que la mayor quietud social de décadas predecesoras sea producto de un mejor manejo de la Concertación. “Todo eso es mito”, señala. “Básicamente, había grados de conformidad mayores”.

Sin embargo, el alza “galopante” de los costos de la educación superior y los grados dramáticos de endeudamiento que ello representó generaron una angustia creciente en los hogares de la clase media. “Y yo creo que esa es la explicación del apoyo inmenso al movimiento estudiantil, un típico y clásico movimiento de clase media que lo que está buscando es que la educación deje de costar dinero a los que no pueden pagarla. A esto se puede llamar gratuidad o como sea, pero el hecho práctico es que las familias que están hoy día agobiadas porque tienen que pagar la tarjeta de crédito y a la vez la cuota en la universidad dejen de deber, dejen de pagar. Eso tiene un apoyo inmenso y si se mantiene por tres o cuatro años es más que una pura ilusión, es casi un mandato”, advirtió.

Para Enrique Correa, es imperativo detener la decadencia de la educación pública, ya que si ésta llegara a derrumbarse por debajo del 20 por ciento de los estudiantes, “estará produciendo jóvenes por entero marginados del progreso del país, futuros habitantes de una ciudad paralela”.

“El destino de nuestro perfil social, de nuestro modo de convivir y lo que me atrevo a llamar el salvataje de la educación pública están muy vinculados. Si no salvamos a la educación pública no vamos a tener una buena sociedad, vamos a tener una sociedad muy conmovida por tensiones muy difíciles de soportar”, manifestó.

En ese sentido, Correa sindica al proceso de municipalización realizado “a tontas y a locas, apresuradamente, llena de dogmatismos y de ideologismos por una derecha muy fanatizada que sentía que iba a tener el poder para siempre” como responsable de haber dañado irreversiblemente a la educación chilena.

“La distancia entre la educación pública y particular, que siempre existió, hasta el año 73, hoy día es infinitamente mayor. La educación retrocedió gravemente durante la dictadura”, denunció.

Ante la destitución del ex ministro de Educación, Harald Beyer, Correa manifestó la necesidad de revisar el mecanismo de las acusaciones constitucionales, del cual se habría abusado en reiteradas ocasiones a lo largo de la historia política chilena.

“La derecha usó y abusó, la verdad, de las acusaciones constitucionales para complicarle la vida al gobierno del Presidente Allende, en el que yo participé. Tan doloroso como lo del ministro Beyer fue lo de la ministra Yasna Provoste. Es difícil tirar piedras arriba cuando el tejado es de vidrio”, concluyó.

Además Correa, criticó el “uso imprudente de expectativas” del Presidente Sebastián Piñera”. “Dijo que en 10 días iba a hacer lo que no se había hecho en 10 años y creo que no midió la fuerza que tiene la palabra presidencial. Entonces la gente lo compara no con sus logros, que no son pocos, sino con sus expectativas”. En ese sentido, para Correa la candidatura de Michelle Bachelet cumpliría con llenar ese vacío, haciéndose cargo de las esperanzas de los decepcionados del actual gobierno.

El ex ministro y ex director de Flacso se refirió también a su relación con Jaime Guzmán, con quien habría conversado a fines de 1988 para averiguar si la dictadura militar aceptaría o no los resultados del plebiscito. Pese a manifestarse “dolido” por el asesinato del senador, aclaró que no se trata de un crimen impune ni uno que el Gobierno al cual él perteneció “no se haya dedicado a combatir con todo”.





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