Roberto Ampuero asumirá como ministro presidente del Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA) luego que Luciano Cruz-Coke abandonara el cargo que asumió en marzo de 2010 para sumarse al comando del candidato presidencial Andrés Allamand.
De esta manera, el actor puso punto final a una gestión al frente de la entidad que tiene como principales hitos la reforma a la Ley de Donaciones Culturales, recientemente aprobada en el Parlamento, y el proyecto que crea el nuevo ministerio de Cultura, que recién comenzará a ser discutido en el Congreso. A eso se suman las participaciones de Chile en la Feria del Libro de Guadalajara del año pasado y en la presente Bienal de Venecia, como pasajes destacados en el ámbito internacional.
En distintos sectores reconocieron aspectos positivos en la gestión de Cruz-Coke. Por ejemplo, se destaca la recuperación de sitios patrimoniales afectados por el terremoto de 2010, el ordenamiento financiero del Consejo, haber superado los problemas que presentaron los nuevos sistemas de postulación en línea a fondos concursables, el énfasis en la vinculación con las industrias culturales y la gestión y el aumento presupuestario para estudios e investigaciones en el área.
Sin embargo, también existen variados reparos. Por ejemplo, la directora del Observatorio de Políticas Culturales, Bárbara Negrón, consideró que el ingreso del proyecto de ministerio “no alcanza a ser algo concreto” y sostuvo que el ex ministro deja “un legado acotado”, marcado por la continuidad de políticas implementadas en años anteriores.
“Cada gestión se tiene que evaluar en los marcos que se propuso. En este período se propuso realizar muchos cambios, como una reforma a la Ley de Monumentos Nacionales y el ministerio de Cultura. Eso no se ha logrado, por lo tanto, queda al debe. La Ley de Monumentos Nacionales es muy necesario modificarla, no ha entrado al Parlamento y no se sabe de algún proyecto que vaya en ese sentido. Entonces, si se evalúan las mismas tareas que se pusieron, efectivamente el avance es relativo”, afirmó.
Por su parte, el director del Centro Cultural Estación Mapocho, Arturo Navarro, afirmó que Cruz-Coke privilegió el desarrollo de su carrera política y estuvo “ausente” en temas relevantes para el mundo de la cultura, como la crisis de las salas de teatro y las críticas al Museo de la Memoria, por ejemplo.
Así, dijo, se produjo “una suerte de aceleramiento final de los procesos legislativos en los que estaba involucrado. Se presenta un proyecto (que crea el ministerio) claramente con el afán de cumplir el plazo antes del 21 de mayo, para decir que se presentó, y ese proyecto se olvida, se deposita en el Parlamento y queda ahí. Ni siquiera se ha discutido. Tenemos un caso bien insólito, un proyecto presentado sin una persona que lo promueva. Cada proyecto tiene como un padrino y resulta que aquí, por el afán de cumplir -y ahora sabemos por qué- se presenta y es como un hijo abandonado”.
En tanto, el editor y coordinador de la campaña Libros Sin IVA, Marco Antonio Coloma, señaló que la administración de Cruz-Coke fue incapaz de renovar las políticas culturales: “Esta administración tenía la cancha demasiado rayada como para poder saltársela, salir a jugar afuera y repensar la política cultural de otro modo. Es decir, administró lo que había”, aseguró.
En ese sentido, Coloma apuntó que se debe “superar la dependencia que existe con el Fondart, ver qué políticas se diseñan que vayan a incentivar la formación de audiencias, de público, y que por el lado de programas de ese tipo se pueda ampliar la estrategia de políticas culturales. Que ya no sea solo la ventanilla estatal donde la gente va y presenta sus proyectos y recibe financiamiento. Creo que una de las pegas pendientes es justamente superar eso”.