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Después del by pass político


Lunes 10 de junio 2013 6:54 hrs.


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El año 2009 vivíamos a esta altura del año un clima eleccionario diferente al actual y que se caracterizaba por un desmembramiento significativo del sector gobernante, se instalaba en etapas los inicios de un movimiento social liderado principalmente por los temas educacionales y también fue importante el último movimiento del sector público en el gobierno de la presidenta Bachelet en demanda de un reajuste salarial. Pero las respuestas de las autoridades de la época no llegaron y más aún nombran como Ministra de Educación a una señora de estirpe derechista y alejada de las demandas estudiantiles.

En lo estrictamente eleccionario, la concertación realizo unas primarias un tanto extrañas de manera escalonada con un alto grado de percepción de “arregló” para que el abanderado fuera el ex presidente Frei. Además, de 4 candidatos a la presidencia, tres habían tenido un pasado concertacionista reciente lo que hacía avizorar que estábamos ad portas de un gobierno derechista no por mérito sino por una debilidad de su opositor. Se iba a iniciar así un período difícil en la historia, en el cual llegaban al poder los autores del modelo imperante y artífices de la dictadura, de cuya “obra” el país no logro deshacerse durante los gobiernos de la concertación.

Era claro que el movimiento social iba a continuar creciendo y no sólo fue así sino que se empezaron a manifestar otros problemas de expresiones ciudadanas ubicadas en diferentes ámbitos y lugares del país. Con igual exactitud se sabía que del gobierno actual no se iba a obtener absolutamente nada.

Con un clima de agitación y promesas no cumplidas, es que se llega nuevamente a otro período de elecciones, pero esta vez nuevamente en condiciones especiales que no eran parte de las componentes del año 2009. Es la primera vez que se instalan temas de maneras contundentes y transversales a gran parte de la oposición al gobierno actual, que tienen relación con abordar en un próximo gobierno cuestiones que han sido muy traumáticas para el país y que vienen ideadas y creadas desde la época de la dictadura, es decir, por los mismos que hoy son gobierno.

Es ineludible que quienes administraron ese modelo y le dieron el pase para llegar a La Moneda, fue la concertación y ellos son los que tienen un deber moral de encarar esa responsabilidad con todo lo que ha significado los tiempos que estamos viviendo, en los cuales una mayoría tiene que estar supeditada a una minoría, hecho que no tiene ninguna coherencia en materia de convivencia. También es claro que estos pasajes de una historia incómoda lo estamos soportando por carencia de voluntades sucesivas y extrañamente se presentó una adaptación a la norma legal pinochetista que en cierta forma ya se consideraba aceptada por omisión ello hasta las postrimerías de los gobiernos concertacionistas.

Algunos con la tendencia de evadir responsabilidades, han expresado que es la ciudadanía la culpable por no haberse expresado antes, sin embargo, lo que ocurrió en realidad es que hubo períodos de confianza al inició de cada uno de los gobiernos de la concertación que mirados desde la perspectiva actual, se complementaban con dosis de ingenuidad. Algo muy gravitante, es que no existió un análisis político elemental que indicara en forma sincera que la esencia de la dictadura no se había acabado.

Se esgrime entonces que la situación política ha cambiado y por ello es necesario construir una nueva mayoría, sin embargo, a los que son de esa postura es conveniente hacerles ver que la campaña electoral en las condiciones imperantes y con la carga del pasado que lleva la concertación, parte un tanto desfavorecida cualquiera sea el candidato que resulte de primarias ya que se debe lidiar con una acumulación de desconfianzas y pérdidas de credibilidades. Se agrega a ello que como la temática de ahora le provoca escozor a la derecha, se instala en el país esos temores pasados de los métodos a los cuales recurre este sector y que no tienen límites aunque a ciencia cierta son minoría. Lo que les interesa en suma es que el pequeño grupo que conforma el poder económico no se vea afectado y ello cueste lo que cueste.

Frente al clima histórico reinante que por cierto es delicado y esto expresado no con el ánimo de atemorizar sino como una visión histórica de sentido común, ya que a esto se le debe añadir los acontecimientos que van sucediendo en otros países, la respuesta a la demanda del Perú entre otros, lo que se requiere es por el lado “no derechista” una acción de unidad. Si se puede llegar en cuatro años “muchos juntos hasta Puerto Montt”, es necesario hacerlo, cuando ya tengamos los pies bien puestos en ese destino se verá quien desea continuar el viaje un poco más allá.

Pero lo anterior tiene requisitos de tipo lógico: uno es no hacer valer hegemonías de grupos que deberían estar un tanto más replegados por las responsabilidades históricas que les corresponde; no es confiable un conglomerado con una variedad de visiones respecto a los cambios constitucionales, que van desde la “posibilidad” de Asamblea Constituyente hasta la posición manifestada por un pariente del Presidente y del Ministro del Interior, que señala que la Constitución está bien y que con el tiempo ya se le han introducido reformas significativas. Hace 23 años que se debería haber proyectado un Sistema de Previsión distinto; era inconcebible y todavía lo es que por obra del sistema binominal el tercio del país ejerza un poder equivalente a la mitad; ese llamado duopolio sin lugar a dudas se ha inmiscuido en el negocio de la Educación y también de la salud; etc. Lo planteado es una realidad, la unidad es necesaria y los peligros están latentes. Lo planteado debe seguir siendo motivo de análisis permanente, en política siempre se tienen que considerar cuatro escenarios: el día a día, el corto, mediano y largo plazo. Hay un después de primarias de cuatro meses y medios que son tiempos dinámicos donde no todo se encuentra zanjado.

Finalmente, con todos estos antecedentes expuestos claramente hay una incertidumbre y ello se manifiesta en cifras que son bien decidoras: en las elecciones del 2009, 8.285.186 personas estaban inscritas para sufragar, y a pesar que el voto era obligatorio la segunda vuelta se resuelve con 7.203.371 sufragios. En las municipales del 2012 con inscripción automática y voto voluntario, había 13.404.084 electores y quienes realmente votaron (tomando como referencia los votos de concejales) fueron 5.770.423. Luego, siendo una cifra alta la abstención y ante la posibilidad en que se incorporen de ese grupo nuevos electores dada la trascendencia de una presidencial en relación a una municipal, es difícil que esos votos vayan a parar a la Concertación o a la Alianza, luego es obvio desde ya hacia donde apuntar el criterio de unidad. En el escenario actual que perfectamente bien puede ser modificable de acuerdo a los acontecimientos históricos, la concertación ya tiene la compañía de sus incondicionales de segunda vuelta, por tanto está en el tope de su apoyo. El resto de los sectores no derechistas andan por otro lado y creo que hay que observar ese fenómeno del candidato que tiene mejor llegada a esos jóvenes que otrora no se encontraban ni ahí. La reincidencia de no hacer las cosas bien pensadas, puede traernos efectos indeseados y algunos sencillamente no alcanzarán a vivir cambios sustanciales en el país por la tendencia de permanecer como presos del pasado. No me imagino ver votando a los estudiantes que andan en la calle por Concertación o Alianza, y también me parece indeseado que no vayan a votar. En rigor, algunos se van a arrepentir de eso de la inscripción automática. Sinceramente nunca creí que el bypass finalizara de esta forma, pero aún falta mucha agua que pase por debajo de los puentes, en tiempos en que la autoridad de gobierno se entromete en las campañas sin ningún respeto por el pensamiento que pueda tener la ciudadanía y mucho menos que con un accionar regido por la ética. La campaña del terror está declarada.

Es urgente centrar esfuerzos en aunar criterios y tener en cuenta esto de la incredibilidad y la desconfianza como dos elementos que se encuentran presentes en la sociedad y que es conveniente revertirlos, una patria que sea humana sigue siendo una utopía y la participación de todos en su construcción una necesidad imperiosa.