Carlos Campos convirtiendo seis goles en menos de media hora ante Rangers. Leonel Sánchez levantando su botín luego de ser figura en la final ganada a Universidad Católica por el torneo de 1962. Rubén Marcos con un pómulo fracturado por Néstor Isella. Alberto Quintano salvando un gol de chilena en Quito. Pelé cercado por la defensa en la victoria 4-3 sobre su casi imbatible Santos en el Nacional.
Esas son algunas de las muchas imágenes que se encuentran en El ballet azul. Universidad de Chile 1959-1969, el libro publicado por el periodista Luis Urrutia O’Nell, conocido habitualmente como Chomsky, que recopila la historia del plantel más brillante que registra la historia del club azul.
En poco menos de 200 páginas, el libro recorre los años de formación del equipo, repasa los seis títulos obtenidos en esa década, rescata entrevistas y reflexiones del técnico Luis Álamos, reseña la gira a Europa de 1963 y hace un perfil de algunos de los astros más reconocidos del Ballet Azul. Además de los mencionados, aparecen Sergio Navarro, Manuel Astorga, Rubén Marcos, Braulio Musso, Ernesto Álvarez, Carlos “Pluto” Contreras y Luis “Fifo” Eyzaguirre. También algunos más inadvertidos, como Nelson Gallardo, Alejandro Silva y Hugo Villanueva.
Además, incluye una completa estadística y recoge entrevistas y artículos publicados en revistas como Estadio y Gol Gol, que dan cuenta no solo de partidos, sino también de la vinculación del club con la casa de estudios y del fervor que despertaba entre los hinchas.
Así, por ejemplo, se relata la visita del plantel a la Acrópolis de Atenas, en que Humberto Donoso -constructor civil de profesión- se dio el lujo de corregir al guía de la delegación y señalar las diferencias entre columnas dóricas, jónicas y corintias. “Don Lucho, ¿eso es lo que se llama anticipación?”, preguntaba Roberto Hodge al DT, según el libro.
En otro pasaje, Julio Martínez escribía sobre la final ganada a Colo Colo por el torneo de 1959: “Esa noche de antorchas y cánticos, de himnos y vítores, el cehacheí retumbó en el Estadio Nacional como un maravilloso grito de amistad y comprensión humana, además de reconocimiento. Veinte años esperó Universidad de Chile. Por eso lo saboreó tan intensamente”, decía la revista Estadio de enero de 1960.
Asimismo, Carlos “Pluto” Contreras recuerda sus inicios en un club de barrio “que rozaba la delincuencia” y dice que al debutar en primera, frente a la UC, descubrió que “jugar al fútbol es el paraíso”. Tan así, que no le vendería su alma al diablo para volver a jugar: “¡Se la regalaría!”, responde.
Chomsky explicó que el libro surgió luego de escribir los dos volúmenes de Historias secretas del fútbol chileno junto a Juan Cristóbal Guarello. Ahí se encontraban capítulos dedicados al Ballet Azul, a Colo Colo ’73 y al Mundial de 1962, que dieron paso a nuevas publicaciones. Ya se había editado Colo Colo 1973. El equipo que retrasó el golpe y Tómala, métete, remata, sobre el torneo planetario. Faltaba la historia de la escuadra estudiantil. “Y tengo seis libros más en la cabeza”, advirtió durante el lanzamiento, realizado el pasado miércoles.
Hay consenso en que el Ballet Azul es uno de los mejores equipos de la historia del fútbol chileno, ¿es el mejor?
Está en la discusión. Esto no es matemáticas, hay mucho de subjetivo y de gustos. Si a usted le gustan las morenas, yo no lo voy a convencer de que las rubias son mejores ni viceversa. Pero creo que la opinión se circunscribe a la U del ’62, que gana ese campeonato que termina al año siguiente, porque ese torneo empezó tarde por el Mundial y terminó en marzo del ’63; y Colo ’73. En la segunda rueda, esa U le hizo nueve goles a Magallanes, ocho a Everton, seis a Colo Colo, 4-3 al Santos de Pelé, 5-3 en la definición con Católica y 6-1 a Peñarol. Es la mejor U de toda la década.
¿Se compara con la U que ganó la Sudamericana, que es el último gran equipo que tuvo el club?
Esa pregunta me la han hecho otras veces y me remito a responderla de la siguiente manera: los mejores de esa U de Sampaoli eran Eduardo Vargas, Charles Aránguiz, Marcelo Díaz y Johnny Herrera. Ninguno de los cuatro podría haber sido titular en el Ballet Azul.
¿Qué valor tiene publicar libros sobre fútbol, más allá del atractivo que tiene para al aficionado?
Es fútbol y periodismo, es rescatar una memoria olvidada. Los autores siempre hacemos una sola obra. Te pongo un ejemplo que puede parecer jactancioso: uno de nuestros mejores arquitectos es Juan Martínez, quien hizo la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile en Pío Nono, la Escuela Militar, el Templo Votivo de Maipú y el Hospital J.J. Aguirre. Si tú los miras, hay una unidad que se repite en los frontis, en las columnas, etc. En mis libros es lo mismo.
En el lanzamiento había hinchas jóvenes pidiendo autógrafos y fotos con ex futbolistas que jugaron hace 50 años, mucho antes que ellos nacieran. ¿Por qué se produce eso y el fútbol trasciende socialmente?
La raíz del encanto del fútbol parte con la pelota. Hay una sicóloga alemana que dice que la mejor definición de felicidad es pasarle una pelota a un niño. Es muy fácil jugar al fútbol, se puede jugar en la calle e incluso sin pelota. Pertenezco a una generación que alcanzó a jugar con pelotas hechas con papel de diario envuelto en medias, se puede jugar con tapas de bebidas, tiene esa facilidad universal. Y lo otro es que es una pasión incurable. Cualquiera que haya jugado sabe que no se puede describir lo que significa salvar un gol en la línea o convertir un gol.
Escribiste el libro habiendo sido testigo del Ballet Azul, pero como hincha de Colo Colo. ¿Era muy distinta esa época?
En la solapa del libro me felicito de haber pertenecido a una época donde los hinchas de Colo Colo envidiaban a los mejores jugadores del Ballet Azul. Lo mismo ocurría con los hinchas de la U, que envidiaban a algunos jugadores de Colo Colo. Y de los dos equipos envidiaban a los mejores jugadores de Católica. Nada que ver con la odiosidad actual, donde el hincha de la U odia a Iván Zamorano solo por colocolino y los hinchas de Colo Colo odian a Marcelo Salas por ser de la U. No tengo nada que ver con esa gente.
¿Sientes nostalgia por eso?
Sí, indudablemente. Igual que por la presencia de la familia en los estadios y las tribunas colmadas. En el libro hay fotografías donde hay 80 mil personas. Hay un clásico universitario que tiene el récord de concurrencia, en que pagaron más de 81 mil personas. Eso significa que había más de 85 mil, porque estaban llenas las escalinatas.