Estimado Director:

Todo el mundo sabe que África es un continente atormentado (esclavitud,explotación, colonialismo) donde las dictaduras sangrientas y las masacres de masa se han convertido en algo trivial. Sin embargo, fue necesario esperar hasta los decenios de 1970 y 1980 , para que todos los records en materia de bestialidad fueran batidos. Así sucedió, entre otros, con regímenes como el de Amin Dada en Uganda, un sátrapa que exterminò sin piedad a sus adversarios y sus familias, y el de Bocassa en Centroafrica , un dictador éste último que se comía partes del cuerpo de sus opositores muertos en la tortura.

En América del Sur, la historia había comenzado a hacernos olvidar las matanzas masivas de indígenas que tuvieron lugar en el siglo XIX , cuando aparecieron Pinochet y Videla, casi en el mismo periodo de los regímenes africanos arriba descritos. Ya se sabe de éstos dictadores sudamericanos lo suficiente como para que no sea necesario recordar los detalles, aunque para los olvidadizos será siempre recomendable repetirles que estas dictaduras sanguinarias figuran como las más crueles que han existido en nuestro subcontinente, tan pródigo, como se sabe, en putschs y putschistas.

Pero allí donde deseábamos llegar es a la particularidad del tirano chileno quien no contento con sus traiciones y actos de salvajismo quiso incursionar en otros ámbitos del delito. En efecto, como nuestro país lo supo muy tarde, y aún una parte de él no quiere aceptarlo, Pinochet practicó como un profesional las usanzas del lavado de dinero, de origen fiscal y otros, multiplicando, como un vulgar mafioso, las cuentas bancarias con nombres diversos. Y al final, mientras Amin Dada, Bokassa , Videla y tantos otros terminaron sus días en un calabozo, el dictador criollo, triste especificidad chilena, murió en su cama, como ocurrió otrora con Capone, histórico jefe mafioso a quien nunca se le pudo comprobar uno solo de sus innumerables crímenes , salvo el de no haber pagado sus impuestos.

José Cañas C.