La economía china registró un déficit comercial de 14% en junio pasado, equivalente a US$ 27 mil millones, con una caída de las importaciones (-0,7% o US$ 147 mil millones) y las exportaciones (-3,1% o 174 mil millones), mostrando que, contrario a expectativas sobre “brotes verdes” en algunos países de Occidente, el comercio mundial podría seguir enfrentando desafíos a raíz de la prolongada baja del consumo global y debilidad de la demanda.
Actualmente, el gigante asiático es responsable del 13% del intercambio mundial, casi el triple del 5% de 2005, razón por la que la baja del comercio internacional no solo golpea a China, sino también a Europa, EE.UU., y países emergentes que deberán seguir desafiando una complicada recuperación del empleo.
El PIB de China se desacelerado a ritmos inferiores al 8% (7,8% en 2012 y 7,5% en el primer semestre de 2013), con una menor demanda que impactará en las economías asiáticas que suministran componentes industriales a las manufactureras chinas y a los países que le venden commodities como el cobre (con la libra ya cercana a US$ 3) acero y petróleo y que explica la caída de precios de estos bienes, cuya demanda comienza a contraerse en el gigante asiático, producto del pinchazo a su burbuja inmobiliaria y desapalancamiento de su banca.
De allí que las autoridades chinas hayan decidido liberar la tasa de interés de parte de sus bancos con el propósito de ajustar el costo de los crédito inmobiliarios y de consumo a las condiciones del mercado y así evitar un aterrizaje violento. El PCCh ha dicho que dada la debilidad de la demanda de sus socios comerciales en el mundo ha iniciado el camino de fortalecer su demanda interna de servicios y consumo, transfiriendo el liderazgo del crecimiento desde las exportaciones a dichos últimos factores.
Después de 30 años de crecimiento, varios de los cuales su ritmo superó el 10%, la economía china se enfrenta a un período de transición en el que está revisando las secuelas de la globalización económica y financiera que convirtieron a China en la “usina del mundo”, un modelo que ha triturado la competencia industrial de naciones desarrolladas y emergentes, merced al bajo valor asignado a su mano de obra.
En efecto, según el último Censo Trimestral de Empleo y Salarios, en los últimos 10 años, EE.UU. perdió más de 54.600 fábricas y el empleo manufacturero se redujo en 5 millones de puestos. Durante la última década, el número de fábricas más grandes (con más de mil empleados) bajó en 40%; las que emplean de 500 a 1.000 trabajadores disminuyeron en 44%, las que ocupan entre 250 a 500 trabajadores se redujeron en 37%, y en las de entre 100 a 250 trabajadores han caído en 30%. (http://www.manufacturingnews.com/)
En China, a partir de 2008, los costos laborales por hora han sido del orden de US$ 1.36, mientras India se encuentra a pocos centavos de esa suma. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, en 2009 cada hora de salario neto medio de los trabajadores de EE.UU. fue US$ 23.03. Los gastos de seguridad social agregan US$ 7,90 para esa remuneración por hora y los beneficios pagados por los empleadores suman US$ 2.60 más a un costo de compensación laboral total de US$ 33.53. En Noruega esta cifra llega a $ 53.89; Dinamarca, US$ 49,56; Bélgica, US$ 49,40 dólares; Austria, US$ 48,04 y Alemania, a los US$ 46,52.Por consiguiente, si una empresa traslada mil puestos de trabajo a China, ahorra alrededor de US$ 32 mil cada hora, lo que se traduce en mayor valor para las acciones de esa compañía y mejores bonos a sus ejecutivos, no en menores precios para los consumidores, desempleados por el arbitraje laboral chino. Pero, en paralelo, debido a su vertiginoso crecimiento, China ha comenzado a experimentar un alza de sus salarios, encareciendo sus costos de producción y reduciendo sus ventajas exportadoras.
China ha completado así cinco trimestres con crecimiento inferior a su umbral del 8% que le permite equilibrar la salida y entrada al mundo del trabajo a sus millones de nuevos integrantes, y se estima que el PIB seguirá cayendo, para terminar este año en el 7,3%, mientras que en 2014 pudiera ser inferior al 6,9%. La producción industrial cayó al 8,9% en junio, desde el 9,2% de mayo; la inversión en activo fijo se redujo al 20,1% en junio, desde el 20,4% de mayo, y la inversión total bajó al 20,3%, desde el 20,6% del mes anterior.
De acuerdo a los analistas, también en China, como en EE.UU. y Europa, gran parte del crecimiento de los últimos años fue impulsado por una banca sobre apalancada que generó la gran burbuja inmobiliaria china que muestra un stock de unas 60 millones de viviendas sin ocupar, pueblos fantasmas e infraestructura a medio terminar. Pero como hoy está sufriendo el proceso inverso de desapalancamiento, en paralelo a su contracción económica, las autoridades chinas tienen la posibilidad de transitar paulatinamente hacia un nuevo umbral de equilibrio en un nivel de actividad más moderado. El pinchazo de la burbuja y las presiones a su banca son signos de una nueva fase en la que China no volverá a crecer a los dos dígitos de las últimas tres décadas, mientras que el mundo deberá adecuarse a sus nuevos equilibrios.
Con dicho marco de persistente alto desempleo en Europa y EE.UU,, sumado a la cada vez más validada crítica al discurso sobre el libre comercio en las elites de naciones desarrolladas, la alta deuda pública, la volatilidad del mercado de las divisas a raíz de la guerra entre naciones exportadoras por debilitar sus monedas con propósitos competitivos, así como el fin del dominio del dólar como única moneda de intercambio mundial, hacen prever el avance de un neo proteccionismo que puede poner complejas e invisibles vallas a un país que, como Chile, fundamenta su desarrollo en una estrategia exportadora.