Al mando del comandante Mario López Tobar, jefe del grupo 7 de la Fuerza Aérea de Chile, cuatro habrían sido los pilotos que bombardearon el Palacio de La Moneda la mañana del 11 de septiembre de 1973.
Se trataría de Fernando Rojas Vender, quien llegó a ser Comandante en Jefe de la FACH entre 1995 y 1999, el teniente Ernesto Amador González Yarra, el capitán Eitel Von Mühlenbrock y el teniente Gustavo Leigh Yates, hijo del comandante en jefe de la FACH y miembro de la junta militar. La operación habría sido coordinada desde tierra por el comandante Enrique Fernández Cortez.
Contra todos los pactos de silencio que aún operan en las Fuerzas Armadas, el periodista Eduardo Labarca llegó a estos nombres a fines de la década de los setenta, luego de entrevistar a veinte ex miembros de la FACH y de la Marina que habían sido detenidos, torturados y exiliados por haberse opuesto al golpe militar.
Mas, pese al horror que todavía provoca la imagen de La Moneda en llamas, Eduardo Labarca asegura que los militares que participaron del bombardeo son reconocidos como héroes al interior de la Fuerza Aérea.
“En la Fuerza Aérea, todos estos pilotos, menos el hijo de Leigh que erró el blanco, son héroes y gozan de mucho respeto. Y Rojas Vender, que fue Comandante, era respetado por sus dotes y entre otras cosas porque había disparado contra La Moneda y había acertado. En la Fuerza Aérea, entre los militares, eso cosa de prestigio”, afirma.
Para Enrique Villanueva, ex miembro de la Fuerza Aérea y ex integrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, ese reconocimiento se debe a que se considera que los crímenes fueron cometidos en un contexto de guerra, lo que hace operar los pactos de silencio y, por ende, la impunidad.
“Todo lo que esta gente hizo, todos los asesinatos que cometieron, las desapariciones, las torturas, según ellos las hicieron bajo un contexto de guerra, que los exculpa frente a la sociedad chilena. Y esa es la razón fundamental por la cual no han sido juzgados o, cuando fueron llamados a declarar frente a la justicia, simplemente se negaron a dar los nombres. Ya sabemos quiénes son, pero se negaron a entregar los nombres, haciendo un pacto de silencio”, explica.
Además, Villanueva compara el silencio que existe respecto de quienes bombardearon La Moneda con el ejercido por el general Fernando Matthei, quien hasta el día de hoy desconoce su responsabilidad en las torturas ejecutadas en la Academia de Guerra de la FACH.
“Yo era piloto también, uno se sube en un avión y va en una bandada, el líder puede decir dispara a La Moneda pero yo tengo criterio y le digo cómo se te ocurre que voy a disparar a La Moneda, allí está el Presidente, ¿cómo voy a matar al Presidente? Pero estos canallas fueron así, todos se esconden unos detrás de otros, lo mismo que hace el general Matthei que dice que él no sabía que en la Academia de Guerra se torturaba. Después dijo que sí, que supo porque le contaron, siendo que él era el jefe de la Academia de Guerra, el jefe directo, el dueño en esa época en la que se torturaba. A mí me torturaron ahí”, asegura.
En ese sentido, Jaime Donoso, ex piloto de la FACH que también fue objeto de torturas por oponerse al golpe de Estado, explica que su caso y el de muchos otros ex militares que se negaron a participar del golpe militar es el ejemplo de que, pese a la férrea estructura del Ejército, sí existía la opción de desobedecer.
“Nosotros somos la prueba objetiva de que sí se podía no obedecer órdenes criminales como las que ellos obedecieron y ejecutaron en el año 73. Nosotros nos negamos, no obedecimos las órdenes, por eso nos torturaron, nos tomaron presos y nos mandaron al exilio. La formación militar tiene un eje fundamental, que es el honor, el valor, la patria, el pueblo. Y cuando tú haces un juramento para defender a tu pueblo, uno tiene dos posibilidades: o lo violentas, o lo mantienes. Y para eso hay que ser un militar de honor, ellos no fueron eso”, manifiesta.
A casi 40 años de lo sucedido, ninguno de los seis presuntos implicados en el bombardeo a La Moneda ha enfrentado a la justicia o reconocido su responsabilidad en la creación de una de las imágenes más emblemáticas de la dictadura.