Zona del cerebro imprime voluntad de perseverar

El estudio de pacientes que sufren de epilepsia está ayudando a desentrañar los secretos del cerebro.

El estudio de pacientes que sufren de epilepsia está ayudando a desentrañar los secretos del cerebro.

Recientemente, investigadores de la Universidad de Stanford, acaban de publicar un trabajo en la prestigiosa revista Neuron donde identifican una zona del cerebro (la “corteza cingulada anterior”, ubicada aproximadamente 5 centímetros detrás de la nariz) como la zona responsable, o la que induce en nosotros la fuerte voluntad de perseverar frente a los obstáculos que se nos presentan. Trabajos previos han identificado la “corteza cingulada anterior” como la zona que se involucra cuando hay  cambios de comportamiento, o cuando se necesita decidir por los caminos a seguir para lograr un objetivo específico.

La epilepsia severa, esas verdaderas tormentas eléctricas del cerebro donde el paciente cae al suelo y entra en convulsiones, está siendo tratada con procedimientos drásticos cuando esta ya no responde a los medicamentos tradicionales. Uno de estos tratamientos consiste en identificar la zona especifica del cerebro donde nace y se origina el ataque epiléptico, para ver si es posible remover ese tejido cerebral y curar al paciente.  Si la zona involucrada está asociada con funciones totalmente imprescindibles, sin las cuales el paciente no puede llevar una calidad de vida normal, es poco lo que se puede hacer quirúrgicamente y el tejido simplemente no se extirpa. También puede ocurrir que la epilepsia provenga de múltiples regiones, lo que también imposibilita un tratamiento de este tipo.

La idea de remover el tejido causante de la epilepsia, no es nueva y se ha investigado por muchos años. El primer obstáculo se presenta al tratar de identificar la zona afectada. En este caso, en una operación neuroquirúrgica donde el paciente es anestesiado, se le insertan pequeños electrodos, no mas gruesos que el diámetros de un cabello, en el cerebro del paciente (ver foto de mas arriba, donde cada número los identifica). Estos electrodos, que pueden incluso penetrar varios centímetros adentro del cerebro, monitorean la actividad eléctrica y por lo tanto identifican el área crítica donde se presenta el ataque epiléptico.

Lo interesante es que esos mismos electrodos pueden ser utilizados para estimular las distintas zonas del cerebro al aplicar pequeños pulsos de corriente y ver como responde el paciente.  En este caso el paciente ya no está bajo la anestesia, no siente dolor y puede interaccionar con el médico y contestar preguntas.  El trabajo publicado en Neuron describe el efecto en dos pacientes. El paciente número uno (Bennet) comenzó a describir lo siguiente al ser estimulado por un electrodo ubicado en la “corteza cingulada anterior”:

Paciente (Bennet): “mi sistema respiratorio superior y mi pecho como que empiezan a temblar… como que deseo salir y empujar la puerta.”

Médico: ¿Algún cambio en sus emociones en su ánimo?

Paciente: “No en mis emociones, pero si en mi ánimo, empiezo a sentir como que estoy manejando hacia una tormenta. Eso es lo que estoy sintiendo, como si me encaminara hacia una tormenta terrible que está pocas millas más allá. Tengo que pasar el cerro y repentinamente te encuentras con eso y te repites, ¿cómo lograré pasar? Así es como mi cerebro está funcionando ahora… es como, tú sabes, como si fueras manejando con una rueda pinchada, y estás sin posibilidades de regresar, tienes que seguir hacia delante y te golpeas el pecho preguntándote, ¿lo lograré, lo lograré? Y empujas…”

Médico: ¿Es un sentimiento negativo o positivo?

Paciente: “… es más bien positivo, como que tengo que empujar fuerte, fuerte para sobrepasar esto, y entonces siento como mi corazón bombea….. no sé si usted me esta midiendo el pulso o algo parecido, doctor, pero…”

El segundo paciente también respondió de manera parecida. Desgraciadamente en el caso de Bennet, los médicos encontraron que sus ataques epilépticos provenían de múltiples regiones de su cerebro, de manera que no pudo ser intervenido quirúrgicamente para curarlo. “Eso fue una decepción”, agrega Bennet,  “pero haber formado parte de un experimento como este ha sido provechoso, algo positivo resultó de todo esto, aunque pueda servirle a otra persona. Pronto veré otras alternativas, como el marcapasos cerebral, que ha sido aprobado recientemente. “

*”The will to persevere induced by electrical stimulation of the human cingulate gyrus”. J. Parvizi, V. Rangarajan, W. Shirer, N. Desai, M. Greicius. Neuron, vol 80, Diciembre 18, 2013.





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