Desde hace semanas, los obreros del sector textil protestan para pedir mejores condiciones de trabajo y, sobre todo, aumentos significativos de sus bajos salarios. Pero en las últimas 24 horas, el ambiente pacífico de las manifestaciones ha quedado atrás con la radicalización del movimiento.
Este viernes, miles de huelguistas bloquearon una ruta que pasa por delante de sus fábricas, algunos armados con palos, piedras o cocteles molotov para enfrentar a la policía.
Las fuerzas del orden dispararon primero al aire y luego apuntaron hacia los manifestantes, dejando tres muertos y dos heridos, según el vicecomisario de policía de la capital camboyana, Chuon Narin.
Por otro lado, dos personas fueron detenidas en estas protestas, que coinciden con las manifestaciones de la oposición, que reclaman la dimisión del primer ministro, Hun Sen.
Para la Liga Camboyana de Derechos Humanos, se trata de “los peores hechos de violencia cometidos contra civiles desde hace 15 años en Camboya”. Ya en noviembre pasado una mujer había muerto tras recibir un balazo durante las manifestaciones.
Lo que piden los trabajadores de la industria textil, unos 650.000 obreros, es un aumento de 80 a 160 dólares por mes. La promesa del gobierno de llevar el salario a 95 dólares a partir de abril no calmó los ánimos.
De estos 650.000 obreros, se calcula que unos 400.000 trabajan directamente para las grandes marcas internacionales.
Para el comercio de Camboya es un asunto vital, puesto que el 90% de las exportaciones del país provienen de la venta de textiles y zapatos al exterior.
A los reclamos de los obreros se ha sumado la oposición, que busca un frente común contra el gobierno del primer ministro Hun Sen, quien llegó al poder en 1985.
La oposición exige elecciones anticipadas luego de denunciar que los comicios de julio pasado fueron fraudulentos. Desde entonces, sus diputados boicotean la nueva Asamblea Nacional.