Innumerables viviendas quemadas y miles de personas damnificadas ha dejado el gigantesco incendio que afecta a los cerros de Valparaíso. La magnitud de la emergencia llevó a las autoridades a calificar el siniestro como el mayor en la historia de la ciudad, que tiene no pocos antecedentes.
Sin ir más lejos, el pasado martes se quemaron 140 hectáreas en el fundo Siete Hermanas, en un incendio que obligó a evacuar cinco colegios de Viña del Mar. En enero se registraron diversos incendios forestales en el cerro San Roque, en Forestal Alto (Viña del Mar) y otras zonas, los que dejaron cientos de hectáreas quemadas, decenas de viviendas arrasadas y decenas de damnificados. En febrero del año pasado, las llamas arrasaron 284 casas en Rodelillo y Placeres. Retrocediendo más en el tiempo, hasta 2008, centenares de casas fueron destrozadas por el fuego en el cerro La Cruz, que este fin de semana nuevamente ardió.
Hugo Romero, académico del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y Premio Nacional 2013, explicó que las graves consecuencias de los incendios tienen que ver con el “poblamiento espontáneo” de los cerros por parte de grupos vulnerables que no encuentran otro espacio en la ciudad.
“La urbanización no es compatible con ese tipo de espacios naturales, salvo que se hiciera bajo condiciones muy específicas de cuidado y protección, evitando por todos los medios que se generen condiciones para que el fuego se esparza”, indicó.
Esto, sin embargo, no ocurre en Valparaíso: los asentamientos informales apenas tienen vías de acceso expeditas y las características topográficas y climáticas de la zona son propicias para la expansión de incendios.
Así lo señaló Uriel Padilla, académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Valparaíso, quien agregó que las graves consecuencias del reciente incendio demuestran que no se han tomado las medidas de prevención necesarias para enfrentar este tipo de catástrofes.
“El instrumento regulador debería prever, junto con una coordinación desde los actores sociales, que son los que conocen su territorio, y hacer tomar conciencia de que lo que se arroje por estas laderas y quebradas son elementos muy riesgosos y aumentan el daño. Entre los escombros hay de todo: ramas secas, que son elementos muy combustibles, plásticos y hasta enseres domésticos en desuso. Hay un tema de cultura, pero la autoridad tiene que partir por entregar sus recomendaciones para mitigar estos efectos tan dañinos”, afirmó el profesor de la escuela de Construcción Civil.
“Es un trabajo arduo, pero hay que hacerlo. De lo contrario, Valparaíso seguirá tropezando con la misma piedra”, agregó, algo que compartió Hugo Romero: “Este es un punto de quiebre. No podemos seguir extendiendo nuestras ciudades hacia sitios peligrosos, frente a los cuales no se toman medidas de precaución”, enfatizó.
En esa línea, el también director del Centro de Investigación Vulnerabilidades y Desastres Socionaturales de la Universidad de Chile subrayó que “las condiciones en que se ha desarrollado Valparaíso -y muchas ciudades chilenas- no se pueden sostener más. No es conveniente seguir sometiendo a nuestra población a riesgos tan grandes como los maremotos o incendios. ¿Hasta cuándo seguimos construyendo ciudades que no son seguras?”.
A juicio de Daniel Morales, secretario general del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, la ciudad debería reaccionar como lo hizo después del terremoto de 1906, que destruyó gran parte del plan: “Se tomó esa catástrofe como una oportunidad para renovarse”, apuntó.
El especialista sostuvo que las zonas más afectadas por los incendios no pueden volver a acoger viviendas: “El Serviu tiene atribuciones para expropiar, comprar e incluso arrendar y van a tener que usarlas. Los sectores que históricamente siempre se queman, que son verdaderas chimeneas urbanas, son lugares de alto riesgo. Por ningún motivo se debería ubicar a las mismas familias ahí y para eso es importante la construcción de viviendas sociales de calidad”, indicó.
“Creo que la posibilidad de generar buenos planes es la clave. Si no, cada seis meses vamos a seguir experimentando siniestros de esta envergadura”, advirtió.
Alertan sobre “alto riesgo” de futuras tragedias en Valparaíso (julio de 2013).
Hugo Romero: “¿Qué hace la gente viviendo dónde existe vegetación altamente combustible?” (enero de 2014).