La galería El Erizo y el Museo de Artes Visuales (MAVI), ubicados en el barrio Lastarria, son los centros escogidos por el artista visual Ricardo Yrarrázaval (Santiago, 1931) para mostrar al público una selección de su obra. La exposición contempla trabajos desde 1951, cuando viaja a Europa y decide dedicarse al arte en tiempos de posguerra, hasta su incursión en la pintura digital desde 2000, pasando también por la escultura y la cerámica.
En ambas muestras el artista escoge bajo su propio criterio la forma en que se montan los trabajos. Así, se mezclan años de realización en varias series, dejando al descubierto una obsesión con el retrato y perfil. Además, en las exposiciones se observa la maestría en el desarrollo de diversas técnicas, produciendo con óleo, acrílico, grafito, carboncillo, papel, plástico, papel graso y seco y esmalte sobre papel, entre otros soportes. Esto lo desarrolla también por medio de la técnica del frottage, iniciada por Max Ernst en 1925, y que consiste en frotar un lápiz sobre una hoja colocad sobre un objeto, generando texturas y formas.
El director de la galería El Erizo, Santiago Figueroa, indicó que “la obra es bastante homogénea, pese al realismo en el que incursionó en los años 80. En general mantiene una unión de personajes sin detalles de ojos y boca, provocando figuras simplificadas del ser humano. En esta muestra, en particular, genera la sensación de continuidad”.
Pese a ser bastante más reducida que las cien obras que están en el MAVI, la muestra en El Erizo contiene trabajos en que se destaca la técnica y se mantiene la atención sobre el cuerpo humano. Esto se refleja en la serie de tres cuadros (2013- 2014) hechos con toalla nova, que funciona como una plantilla, en pastel graso y acrílico, y que según señala Figueroa “definen el concepto de mano de obra como lo industrial contenido en formas humanas”.
Asimismo, la exposición en el MAVI comienza con una serie de siete obras denominada Clase Magistral. En ella se observan los elementos compositivos utilizados reiteradamente, como las formas geométricas del rectángulo y cuadrado, siendo la principal figura el círculo perfecto. A continuación, en una serie de 21 retratos, el artista muestra títulos que van de 1975 hasta 2008, en los que utiliza varias técnicas, como esmalte sobre papel, óleo sobre tela y pintura digital.
En los cuadros pertenecientes a la década de los ’70 retrata figuras sin rostro, humanos de contextura ovalada que se observan en Su ego (1973), en el MAVI, y que son una alegoría de lo que ocurría en años de dictadura, acompañados de cerámicas que otorgan volumen a las pinturas. Asimismo, en los ’80 hay hombres vestidos con camisas y corbatas, de formas difusas. Eran tiempos en que el autor delata el auge económico a través del imaginario publicitario.
Hay varias interpretaciones respecto de los temas que aborda Ricardo Yrarrázaval, que se enmarcan en los problemas del ser humano y son proyectadas en gran medida bajo la forma del hombre. Sin embargo, también mantiene un lazo con el cuerpo femenino en cuatro de sus obras. Pese a la poca producción, el autor las ubica en la muralla del museo que más miradas acapara. En ella vemos las curvas de caderas anchas y la delicadeza en la línea de cuadros como Luz de noche (1980) y Paisaje de piel (1982).
Además el artista, muestra un conjunto de obras que abordan el tópico del paisaje. Capta cerros y bosques a su manera, no alejándose de lo geométrico que podemos ver en Paisaje (2001). Sucesivamente incursiona en lo digital. Producto de una alergia a la trementina, se ve obligado a abandonar el óleo, por lo que en medio de la búsqueda llega al programa Photoshop para dar vida a la pintura digital. Gran desafío, si consideramos la edad del pintor y escultor, quien ha desarrollado una técnica de buen nivel, provocando texturas impresas sobre papel como en Luz sobre perfil (2007).
La vida del artista influye en cómo percibe el mundo y esto lo delata en cada década. Su historia no ha sido en medio de las multitudes y se ha dedicado a trabajar en aislamiento. Santiago Figueroa explica que la lejanía con la que el autor ha trabajado en estos 60 años, al no estar ligado a la academia ni hacer clases, provocan que “las exposiciones sean una parte sustancial del artista cuando se relaciona con la sociedad. Ricardo es muy reconocido y trata de mostrar su obra para que produzca lo esencial del arte, al conectarse con la sociedad. Eso es lo que lleva al autor realizar esta retrospectiva”.
Yrarrázaval, con la formulación de ambas propuestas, deja en evidencia que la exposición no solo tiene que ver con una narración lineal, propio de un trabajo que engloba la retrospectiva, sino también con la intención de proyectar su producción personal en una serie de conjuntos. Su producción se enmarca en lo personal, es una búsqueda inagotable que el artista asume, buscando nuevos caminos, reinventándose en su técnica.
La exposición se encuentra abierto en El Erizo Galería (Merced 380, local B) hasta el miércoles 30 de abril y en el Museo de Artes Visuales (Plaza del Mulato Gil) hasta el 18 de mayo.