La Reforma Tributaria por meses ha estado en la palestra. Los cambios en el proyecto original y los estados de avance respecto de la promesa de campaña son parte de las dudas de diversos actores.
En entrevista con Radio Universidad de Chile, Marco Kremerman de Fundación Sol se refirió a los cambios en el documento y las perspectivas a futuro del nuevo proyecto surgido desde el bullado y polémico Protocolo de Acuerdo.
Para el economista, es importante desglosar el proceso de la propuesta de Reforma Tributaria, la que inicia para recaudar 8 millones de dólares para cambios estructurales en salud y educación, principalmente, pero también para acortar los márgenes de distribución de ingreso, tan cuestionada en el país.
Para eso, comenta, uno de los pasos centrales era tener un buen diagnóstico que reconociera que el sistema tributario favorece a los más ricos, en casos como la integración que se da en el país, los impuestos que pagan las empresas que actúan como crédito de los dueños, el FUT que implica que en la medida que los empresarios no retiran las utilidades de las empresas, el impuesto que tienen que pagar como dueños queda pospuesto, en el limbo. Para ello habían mecanismos diseñados en el proyecto original que permitían revertir estos procesos, recordó Kremerman, “¿Qué pasó con este Protocolo de Acuerdo, la aprobación en el Senado? La discusión se ha desfigurado. Era un proyecto muy conservador, que no tocaba los recursos naturales, no se hacía cargo del royalty a la minería, que no se mete en la discusión patrimonial de gravar a los más ricos, que no desintegra al sistema tributario y, que incluso ahora, el FUT como lo conocemos va a tener otra forma, en la que no se ha profundizado”, dijo.
Luego de todas las variaciones al proyecto, ¿se modifica la lógica de favorecer a las élites que, según ustedes, tiene actualmente el sistema tributario chileno, o tiende a perpetuarse?
Los cambios en ese sentido son pequeños y nosotros pensamos que tiende a perpetuarse. Los cambios principalmente pasan por tener un sistema tributario para las empresas pequeñas (artículo 14 TER pyme).
Hoy, para las grandes empresas, la tributación quedó en dos formas, principalmente. Una, la renta atribuida, que implica que independiente que el dueño retire o no las utilidades, corresponde atribuirle el 25 por ciento de las utilidades generadas. El otro esquema es el sistema semi integrado, donde la tasa de impuesto para las empresas sube a 27 por ciento, pero lo que es de beneficio fiscal solo es un 35 por ciento, algo así como un 9.4 por ciento es lo que, efectivamente pagaría de impuesto la empresa en termino de beneficio fiscal, el resto es crédito para las empresas.
Sigue existiendo la posibilidad de tener que hacer registros y diferencia entre el retiro de utilidades y el no retiro, no se toca el IVA, que es posiblemente el impuesto más regresivo que hay en Chile, y potencialmente puede seguir siendo el principal recaudador del sistema tributario, y no nos metemos con los recursos naturales.
Lógicamente, acá se sigue respetando una especie de casi pacto para no tocar al sector financiero, al minero y para no tocar a las grandes empresas, para que siga existiendo la posibilidad de hacer planificación tributaria y, finalmente, no se logra mayormente que el sistema tributario se vuelva decente.
Sería muy interesante que el ministro de Hacienda (Alberto Arenas) tenga una meta clara, por ejemplo, a través de algún indicador de desigualdad que nos diga que después de esta reforma tributaria la desigualdad va a bajar en tantos puntos, pero eso no ha sido explicitado.
¿Es la desaceleración económica un elemento a tener en consideración para moderar la Reforma Tributaria, como han planteado varios sectores?
Se trata de una reforma muy tímida, moderada, que al término de los días, cuando se termine la incertidumbre, no va a tener mayores impactos en la actividad económica. De hecho debería favorecerla con estas certidumbres y no se va a tocar gran parte de los pilares que reproducen un sistema tributario que favorece a los más ricos y que, en muchos casos, en proporción van a terminar pagando mucho menos impuestos que sectores medios. Entonces sobre la pregunta tenemos, fundamentalmente, una situación en que se trata de generar miedo en la población.
La desaceleración se genera por distintas razones como podría ser la incertidumbre, cuando los empresarios dejan de responder cuando les cambian las reglas del juego, pero también, acá hay una señal política. Se están anunciando cambios teóricos –algunos bastantes moderados- porque alguien que se acostumbró a ganar mil, no quiere dejar de ganarlo: aunque sólo reciba 990 igual va a reclamar diciendo que es un cambio que no está dispuesto a pagar. Eso es lo que ocurre hoy.
La desaceleración es algo que está ocurriendo. Las cifras indican que la actividad económica ha ido disminuyendo, sin embargo, los sectores regulados como la banca, las isapres, las afp están teniendo utilidades –en relación a 2013- que en algunos casos supera al 50 por ciento del año pasado. Hay que preguntarse entonces quién se desacelera cuando Chile se está desacelerando: son quienes tienen los más bajos salarios y se reproduce un efecto dominó donde el gran empresariado tiene el control de la economía que ejerce sacando el pie del acelerador de las inversiones. Entonces la economía chilena es muy dependiente del poder que han acumulado los grandes empresarios para modificar la situación económica de un periodo a otro.
El ex presidente Ricardo Lagos planteó la necesidad de restablecer la alianza público-privada. Más allá de la aparente controversia con el gobierno de Bachelet ¿es tan distinto lo que él dice con lo que hace actualmente el ministro de Hacienda’
No hay grandes señales de que exista una diferencia. No se ha reflexionado ni problematizado lo que ha dicho Lagos por parte del oficialismo, ha tenido apoyo. Chile avanzó en los últimos 25 años por las alianzas público-privadas, pero el gran problema de eso es que se destrozaron los servicios públicos. No se hacen cargo de ese gran problema y de esas políticas irreversibles que generaron los gobiernos de la Concertación, donde hoy día tenemos que hacer grandes revoluciones para recuperar decentemente lo público. Entonces parece estar totalmente fuera de lugar seguir insistiendo en estas alianzas público-privadas para pensar en Chile a mediano plazo.