A raíz de una investigación que encargó la BBC de Londres para realizar un documental de torturadores en el mundo, la periodista Nancy Guzmán llegó a Chile para investigar a muchos torturadores que no habían sido procesados y estaban libres.
Así se encontró con Ingrid Olderock, quien había mantenido un bajo perfil durante años, pese a ser acusada ante las Naciones Unidas por cometer violaciones con un perro amaestrado llamado “Volodia”, durante la dictadura militar en el centro de tortura “Venda Sexy”.
Motivo que la hizo conocida como “la mujer de los perros” frase que originó el título de su libro. En conversación con Radio Universidad de Chile, Nancy Guzmán se refirió a los vejámenes que se cometieron en este centro y el alcance que tiene al día de hoy.
“Es un tema gravísimo porque allí llegaban mujeres y hombres de todas las edades y, tanto las mujeres, como los hombres eran sometidos a estos vejámenes sexuales. Si bien las mujeres han sido capaces de dar un paso de hablar sobre lo que sucedió en este lugar, a los hombres, por nuestra estructura patriarcal, les cuenta mucho más revelar lo que vivieron en su interior, que fue exactamente lo que vivieron las mujeres”, afirmó.
Ingrid Olderock proviene de una familia alemana adherente al Nacional Socialismo (NAZI), de lo que se enorgullecía. Sus padres eran rígidos y, junto a sus hermanas, fue sometida a castigos y sanciones, con lo que se determina, señaló la autora, un gusto por el mando y las actividades militares.
Fue capitana de Carabineros y formadora de la escuela femenina de la institución. Era especialista en tiro, paracaidismo, jinete experta, y se especializó en adiestramiento de perros. Así, tenía toda la expertise propia de un comando y eso habría llamado la atención de Manuel Contreras, jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) donde llegó a ser la mujer más importante.
En ese sentido, la autora del libro se refirió a la violencia de Ingrid Olderock y las otras mujeres torturadoras.
“Las mujeres al interior de la institución eran tan brutales como los hombres. Hay un relato de un prisionero de Villa Grimaldi que cuenta que dos de las alumnas de Ingrid Olderock, de las mujeres formadas por ella, lo empezaron a apalear sin ninguna razón, o sea no era que le estuvieran pidiendo información, y lo golpearon hasta que ellas terminaron casi desmayándose por el cansancio”, indicó y añadió que “el límite de la violencia y el goce por ella estaba dado por una razón ideológica”.
Ingrid Olderock murió cerca de 25 años después de los hechos que relata el libro sin una señal de arrepentimiento, sostuvo la autora. Ya llegado el final de sus días desarrolló una mirada crítica del rol de la DINA pero apuntando a sus falencias logísticas, nunca desde una conciencia moral, como indicó la autora.
“Ella lo decía desde esta ‘superioridad germánica’. Decía que la DINA había sido ‘una chacota’, puesto que estaba hecha por chilenos y los chilenos hacíamos todo mal”, señaló la autora quien cuenta como la mujer va relatando algunas cosas que supuestamente ella vio porque al igual que otros agentes, ella nunca participa. “Ella siempre ve, siempre está, siempre sabe, pero no se auto-adjudica ninguna de las perversidades que allí se cometieron”, afrimó Nancy Guzmán.
Para la directiva de la DINA su “trabajo” en nuestro país tenía que ver con “la salvación de la patria” y no otra cosa, tal como relata en el libro “La mujer de los perros” de Editorial Ceibo.