El partido amistoso que enfrentó en el estadio “El Teniente” de Rancagua a las selecciones de fútbol de Chile y Estados Unidos auguraba pocas sorpresas. El hecho de jugarse en una fecha que no es oficial para la FIFA obligaba a ambas escuadras a jugar con contingentes alternativos. En teoría una oportunidad para el seleccionador nacional de probar jugadores del medio local y ensayar algunas fórmulas que permitan avistar el recambio del que tanto se ha hablado.
Y pese a que el resultado favoreció a los chilenos y que el marcador fue generoso en goles (3 contra 2) el partido fue bastante aburrido y por momentos mal jugado, lleno de imprecisiones y con un rival que se tomó el viaje (más allá de las diplomáticas declaraciones públicas) sólo como un entrenamiento. Este tipo de partidos deja muy poco para analizar pues la seriedad del compromiso está de antemano comprometida (al menos desde uno de los actores) y por ello su realización sigue siendo poco comprensible. Si quiere verse el nivel real de algunos jugadores y comprobar su pertinencia en el proceso la prueba también debe ser al más alto nivel.
Chile tiene un equipo casi definido (al menos eso ha dejado claro Sampaoli) y la base es la misma que viene jugando desde hace varios años. Gran parte de los seleccionados juegan en Europa donde el nivel es otro, dónde el ritmo de juego no tiene nada que ver con lo que observamos el miércoles. Para muestra de lo anterior, el mejor de todos fue Mark González y descubrir eso no era novedoso. El jugador que hoy forma parte de la Universidad Católica es un viejo referente en el puesto. Ya participó del proceso a Sudáfrica y lo hizo con la calidad necesaria. Es cierto que las lesiones lo alejaron de la Selección y verlo bien es una alegría pues amplía las opciones por el sector izquierdo pero no puede hablarse, bajo ninguna óptica, de un hallazgo.
Si queremos tener más opciones, y que sean reales, el camino es fortalecer la competencia local haciendo un campeonato nacional más justo y equitativo, tomar en serio los procesos formativos a nivel de selecciones y aprovechar los torneos internacionales de esas categorías para adquirir roce y experiencia internacional. Si seguimos desaprovechando las oportunidades que ofrecen las clasificatorias, los mundiales y las olimpiadas, se pierden alternativas inmejorables para desarrollar y afianzar el talento de nuestros jóvenes futbolistas. Ahí está el mal mayor.
A nivel de clubes se debe invertir mejor en la formación y asegurar que los jugadores maduren en sus equipos y ganen con ellos cosas importantes. Posteriormente exportar más y mejores jugadores para que compitan al más alto nivel. Hay que dejar de “participar” de los torneos internacionales y trabajar por ser protagonistas siempre y con verdaderas posibilidades de ganarlos. Una Copa Libertadores y una Sudamericana en toda nuestra historia en realmente poco y malo. A nivel de Selección no hay nada y eso es más triste todavía.
En la planificación directiva, hay que buscar rivales de nivel y que se tomen en serio los enfrentamientos. Jugar amistosos solo en fechas oficiales y apuntar a los mejores aunque ello implique pagar el costo. Si seguimos actuando de sparring nunca podremos estar arriba y eso es una cuestión bastante lógica. Aspirar a ser grandes implica también planificar, dirigir y comportarse al mismo nivel.
Para la Copa América falta poco y es claro que más experimentos no son posibles. Hay que perfeccionar lo que tenemos y recurrir a los mejores. Y para como están las cosas…esos siguen siendo los mismos de siempre.