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Detenciones ciudadanas en la mira

La escena de un carabinero que persigue a una persona de 17 años, que habría robado un vehículo, en plena Ruta 5 Sur en Santiago, y que en medio de un atochamiento dispara y da muerte al joven, con el consiguiente riesgo para el resto de los automovilistas, es celebrado por personas que viralizan este video, lo mismo con las llamadas detenciones ciudadanas. Pero ¿cómo se explican las reacciones que validan e incluso celebran la muerte de otras personas? Tres académicos entregan algunas explicaciones a esta interrogante.

Gonzalo Castillo

  Miércoles 4 de febrero 2015 19:14 hrs. 
portada ciudadnaa

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La reciente publicación de un video en el que se muestra un operativo policial en el que un carabinero, tras una persecución, dispara y da muerte a un delincuente que iba en un auto robado, en medio de un atochamiento en la Ruta 5 Sur, a la altura de San Bernardo, ha abierto el debate no sólo en relación con lo riesgoso del procedimiento, en el cual pudieron resultar heridas personas que se encontraban en sus autos en el taco.

La viralización de este material, sumado a las numerosas detenciones ciudadanas que los medios de comunicación han reproducido, también ha generado la discusión en torno a la reacción de apoyo, justificación y validación que gran parte de quienes comentan estos videos ha señalado en foros de internet, entre otras plataformas.

Para la socióloga y profesora de la Universidad de Chile, María Emilia Tijoux, uno de los problemas que evidencian las detenciones ciudadanas y la muerte de la persona a manos del carabinero, es la objetivación de la pobreza como sinónimo de delincuencia, la cual debe ser erradicada de la sociedad a como dé lugar. Por esta razón se explicaría las demostraciones de apoyo a la violencia, a veces desmedida, en contra de estos sujetos.

“Esta alegría frente a lo que le sucede a un ser humano, que está además situado en los sectores más pobres y miserables de nuestra sociedad, tiene que ver también con el miedo a la pobreza porque delincuencia, desgraciadamente, se une o hay un signo igual que es fatal, que implica delincuencia igual pobreza. Y cuando la gente está junta frente a algo así, se provoca una suerte de sed de sangre y de deseo de muerte que tiene que ver con el deseo de exterminar a sectores que son considerados como peligrosos, malvados, malditos y marginales”.

El psicólogo y académico de la Universidad Católica, Jorge Manzi, sostiene que el problema no es que las personas puedan sentir indignación ante los asaltos y delitos, lo que es legítimo, sino que es la sublimación de esta rabia a través de la acción directa sobre los delincuentes que son detenidos por la misma gente, y que han dado pie a golpizas contra quienes son detenidos, y hasta les han provocado la muerte, como el caso del asaltante a una panadería en la comuna de Macul.

“El problema no está en que la gente se sienta, justamente, enojada, airada e irritada con esto, sino en asegurar que todos entendamos que la forma de administrar la justicia no está en nuestras manos, porque si no vamos a caer en formas muy primitivas de manejo de esto que son graves”

Según señala Tijoux esta situación es preocupante en la medida que ni gran parte de los medios de prensa, ni la discusión académica ha logrado situar el tema de la defensa de los derechos humanos y de la vida humana, independiente de quién sea, en la sociedad. Estaríamos en presencia de un proceso creciente en el cual determinadas personas ya no tendrían la calidad de seres humanos para otros, lo que da pie a que le sean conculcados todos sus derechos, desde el derecho al juicio justo hasta el derecho a la vida.

“Esa sensación de alegría que yo la encuentro muy peligrosa, porque también es una suerte de cuna para el fascismo, o distintos tipos de fascismos, tendría que ser enfrentada tanto desde los debates que puede hacer el campo académico, que desgraciadamente son debate súper chiquititos porque en realidad se dan en lugares más privilegiados del pensamiento, del cuestionamiento de lo que ocurre, sea que el periodismo, entre comillas, como lo hacen ustedes u otros, desafortunadamente son pocos, lo pusieran en una primera página para ver en qué nos hemos convertido frente a eso”.

El profesor de Políticas Públicas de la Universidad de Santiago (USACh), Mauricio Olavarría, hace hincapié en otro de los elementos involucrados en este problema, que tiene que ver con la percepción generalizada en la ciudadanía de que la delincuencia está desatada, cuando existen encuestas como la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) que demostraría la baja tasa de victimización en Chile, reflotando la discusión sobre la generación de realidades que el discurso de medios de comunicación pueden propiciar, tal como la percepción de inseguridad.

“Esta encuesta de victimización basada en la ENUSC, y las encuestas internacionales que se han hecho Chile, junto con Uruguay y Panamá aparecen como los países con menor victimización, no sólo en América Latina, sino que en el contexto de los países subdesarrollados, ahora ciertamente más alta que en los países desarrollados, pero lo que muestra es que en el caso chileno, es un país de bajo nivel delictivo, hay un conjunto de delitos que no aparecen en el país que sí existen en otros lugares, entonces ahí hay una paradoja”.

Finalmente, la profesora Tijoux señala que en Chile la única solución para lograr revertir esta dinámica de violencia, y lograr permear a la sociedad con concepciones de derechos humanos amplias, es a través de la educación.

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