Anoche hubo varios tipos de reivindicaciones en la ceremonia 87° de los Premios Oscar. Algunos de los premiados hicieron oír su voz. Desde el llamado de Patricia Arquette a igualdad de paga entre géneros hasta el comentario final del gran ganador de la noche, el mexicano Alejandro González Iñárritu, al pedir respeto para los inmigrantes. Pero no fueron los únicos, el ganador del Oscar a Mejor Guión Adaptado, Graham Moore, dedicó su premio a todos los que se sienten inadaptados. Algo especialmente conmovedor viniendo de quien adecuó para el cine una biografía del brillante científico inglés Alan Turing –padre de la informática moderna- y quien se suicidó en 1954, luego de un año de “terapia” de castración química al ser condenado por ser homosexual: “Se raro, se diferente”, fue el llamado emocionado del guionista.
Los actores ganadores del Oscar a mejor protagónico quisieron poner la atención en las enfermedades que sufrían los personajes que interpretaban. Julian Moore hizo un llamado a tomar en cuenta a las personas que sufren Alzheimer y Eddie Redmayne, dedicó su triunfo a todas las personas afectadas con Esclerosis Lateral Amiotrófica. Desde otra vereda los músicos Common y John Legend -premiados por su canción “Glory”, compuesta para la película “Selma” la que relata la lucha del pueblo afroamericano, liderado por Marin Luther King- señalaron “Sabemos que los derechos por los que se lucharon hace 50 años están en peligro hoy en este país. Hoy sabemos que la lucha por la libertad y la justicia es real”. El comentario de los artistas es particularmente apropiado en lo que se ha considerado “el Oscar más blanco desde 1998” por la gran falta de diversidad de raza entre los nominados y ganadores. De hecho, no hubo ni directores, ni actores ni actrices afroamericanos nominados.
Todas estas declaraciones ponen el foco en donde Hollywood raramente lo pone. No olvidemos que la misma conformación de la Academia de Ciencias y Artes de Hollywood ya nos anuncia cuales son los intereses representados por ella, y la celebración de la diversidad no está entre sus prioridades. De los cerca de 6 mil miembros de la academia, el 97 por ciento son anglosajones, el 77 por ciento hombres y su edad promedio es de 62 años. Menos del 2% de los votantes de los Oscar son afroamericanos o latinos.
Este poder blanco masculino y conservador explicaría la poca valoración que otras miradas tienen al interior de Hollywood. Por ejemplo, sabemos que de las 100 películas más exitosas del 2015 solo un 12 por ciento tenía a mujeres en el rol principal. De las 8 cintas nominadas a mejor película, ninguna tenía a una mujer como protagonista. Y aunque una de esas -“Selma”- fue dirigida por una mujer, Ava DuVernay no fue considerada para la categoría de mejor director. De hecho las únicas películas premiadas con protagonistas femeninas fueron “Still Alice” por el rol protagónico de Julianne Moore e “Ida”, ganadora como mejor película en habla no inglesa.
Y aunque hubo mujeres ganadoras en las categorías de mejor documental, mejor corto documental, diseño de vestuario, maquillaje y diseño de producción; parece evidente que los sueños que vienen de Hollywood siguen siendo más bien masculinos y monocromáticos. El peligro es que estos sueños de muchas maneras, alimentan, excusan y perpetúan las pesadillas de aquellos que se salen de esa norma.