El 2014 fue un año preocupante para Amnistía Internacional que constató un deterioro de los Derechos Humanos en todo el mundo. Esto ante la proliferación de diversos grupos armados que afectan principalmente a la sociedad civil, coartan la libertad de expresión y generan un empeoramiento de las condiciones humanitarias, lo que ha llevado a cientos de miles de personas a migrar, instalando al refugio y el desplazamiento entre los actuales desafíos de occidente.
El Estado Islámico, Al Shabaab, Boko Haram son quizás los nombres más citados en los medios de comunicación a nivel internacional como responsables de brutales atentados. Esto ha encendido la alerta de distintas organizaciones de Derechos Humanos, dedicadas a reiterar que bajo ninguna circunstancia se justifican los ataques a civiles.
Sólo en Siria se han registrado 200 mil muertos, cuatro millones de refugiados y siete millones y medio de desplazados internos. Estas cifras revelan la otra cara de los conflictos, donde los grupos armados amenazan constantemente a la población, a lo que se suman las reacciones draconianas de los Estados.
Sobre esto se refirió la Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional Chile, Ana Piquer.
“En estos conflictos están participando grupos armados, pero en los casos ISIS y Boko Haram en Nigeria, por ejemplo, los abusos no son sólo de los grupos armados, sino que de ambos lados, lo que agrega una dimensión diferente del problema”, afirmó.
La especialista señaló que en Nigeria, la cantidad de crímenes horribles que han cometido las fuerzas de seguridad nigeriana en contra de personas sospechosas de integrar esta organización son igual de graves, y eso le da un grado mayor de complejidad a todos estos fenómenos.
En el marco de la presentación de su Informe Anual de Derechos Humanos el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty, afirmó que 2014 fue un año catastrófico para millones de personas y añadió que la acción global “ha sido vergonzosa e ineficaz” y que la respuesta de la comunidad internacional “deja mucho que desear”.
En ese sentido, sostuvo que las Naciones Unidas se crearon hace 70 años para garantizar que no se repetirían los horrores vividos de la Segunda Guerra Mundial, pero hoy se ve la violencia a escala masiva, “fracasando estrepitosamente a la hora de buscar soluciones viables para las necesidades más apremiantes de nuestra época.”.
Sin embargo, el analista internacional Raúl Sohr expresó que la ONU “es la principal asociación de intereses creados del mundo”, y que “no se le puede pedir peras al olmo”. De hecho, para Sohr la proliferación de grupos que recurren a medidas especialmente crueles, responde en gran medida a las intervenciones de occidente.
Además, sostuvo que la represión de los Estados ha sido “un gran sargento reclutador para las organizaciones insurgentes”, en un círculo vicioso que ha reducido los espacios de la sociedad civil, aportado a empeorar las condiciones humanitarias y, finalmente, generado un desplazamiento que se ha vertido con especial fuerza sobre Europa, gatillando complejas situaciones políticas.
“Esto es un problema extraordinariamente complejo y es tan serio que ha cambiado el rostro de la política en Europa que quiso darse una Constitución común, y el tema que los dividió e impidió que lo lograran fue justamente la migración”, afirmó.
Sohr añadió que es una situación amenazante porque ha ido generando movimientos políticos de extrema derecha, xenófobos y muy potentes, como en el caso de Francia.
Para la socióloga de la Universidad de Chile, María Emilia Tijoux, si bien hay un ribete político de peso no se debe descuidar lo humano.
Para ella todas estas poblaciones escapan de manera forzada, y salen de un infierno para llegar a otras sociedades, enfrentar otros temores y otras persecuciones, tal vez menos brutales que la guerra, pero que al final los someten a la discriminación y la exclusión, además de ser reducidos a ser objetos de trabajo precario, situación que se heredan a las futuras generaciones.
En ese sentido, analistas políticos, académicos y organizaciones internacionales de derechos humanos apuntaron a la migración y el desplazamiento como “la otra cara de los conflictos armados” y una de las consecuencias más inquietantes que genera el exceso de los Estados grupos violentistas.