Después de 30 años los crímenes cometidos por agentes de la dictadura entre el 28 y el 30 de marzo de 1985, las víctimas son recordadas en varios homenajes. Tres profesionales comunistas, Santiago Nattino, Manuel Guerrero y José Manuel Parada, fueron secuestrados los días 28 y 29 de marzo por efectivos de la Dicomcar, y luego encontrados degollados en las cercanías del aeropuerto de Santiago.
Durante la tarde del 29 de marzo, Carabineros ejecutó a los hermanos Eduardo y Rafael Vergara Toledo en Villa Francia, ambos adolescentes pertenecían al MIR.
Poco antes de la medianoche del 29, otra joven mirista, Paulina Aguirre Tobar, es asesinada por integrantes de la CNI en el sector El Arrayán.
A mediados de 1984 se promulgó la Ley Antiterrorista, elaborada para criminalizar la protesta social. El 6 de noviembre de ese mismo año se decretó el Estado de Sitio, entre sus medidas estuvo la clausura de siete medios, y otros mantuvieron la censura previa. En tanto, al interior de la izquierda se fortaleció la convicción de la autodefensa y la implementación de la vía armada.
En este contexto, los aparatos represivos necesitaban dar un golpe ejemplificador y selectivo para neutralizar al resto de la ciudadanía, por la vía del terror. Durante estos días actuaron la Dicomcar, Carabineros y la CNI.
Entre el 28 y el 30 de marzo de 1985, seis opositores a la dictadura son asesinados por agentes del Estado, si bien el degollamiento de los tres profesionales comunistas provocó mayor conmoción, otros tres adolescentes, militantes del MIR, fueron ejecutados durante esos días.
Manuel Vergara, padre de Rafael y Eduardo destacó que, pese a los años, el dolor es permanente y que ahora logra comprender que la impunidad también es un crimen.
El padre de los hermanos Vergara Toledo, relató la visita que hizo junto a su esposa Luisa Toledo, al Liceo Confederación Suiza para participar de un homenaje a sus hijos.
“Me emociona que cuando estos jóvenes adolescentes tienen memoria de la historia reciente, tiene un gran valor eso, está funcionando esto que de boca en boca, de generación en generación se va expresando deseos de justicia, de libertad de tener una mejor sociedad distinta. Yo siempre digo que en los jóvenes están los cambios, ellos tienen en sus corazones y en sus mentes, las semillas de los cambios”.
La viuda del dirigente de la Asociación de Educadores de Chile (AGECH), Manuel Guerrero, Owana Madera, explicó que su caso es uno más de la larga lista de víctimas, y estas tres décadas no significan mucho tiempo si se considera que no hubo real justicia y los responsables de crímenes de lesa humanidad siguen impunes.
“Las razones por las cuales se asesinaron a nuestros familiares fue que ellos formaron parte de un contingente importante, desde la Unidad Popular, de construir un país distinto, en un proceso con medidas revolucionarias que obviamente fue avasallada, fue derrotada por el golpe militar para instalar un modelo neoliberal que impera hasta el día de hoy, con una Constitución que también hasta el día de hoy nos rige, construida antidemocráticamente por la dictadura. Me afecta muchísimo que no hayamos podido avanzar al menos en reivindicar esas muertes, esos heroísmos”.
Leopoldo Muñoz, conocido como el tío Leo, profesor del Colegio Latinoamericano en esa época, intentó impedir el secuestro Manuel Guerrero y del sociólogo José Manuel Parada, pero no pudo, le dispararon y estuvo grave durante días en la Clínica Indisa.
El “tío Leo” dice que estos años los divide entre el dolor y la búsqueda de justicia: “El resumen de los 30 años, en mi vida, ha sido una parcialidad, una mitad de estos 30 años de dolor por un lado y de búsqueda de poder sanar. En 10 años me dediqué a buscar justicia y me aterrorizaron de una u otra forma para que no estuviera aquí, para que me fuera, pero esa tarea no la abandoné nunca y eso me da mucha tranquilidad. No puede haber reparación si no hay justicia, ni perdón ni olvido, yo no puedo perdonar a quien no ha dado la cara”.
Otra de las víctimas fue la joven combatiente del MIR, Paulina Tobar, quien muere en una emboscada, según las investigaciones los responsables serían los integrantes de la denominada Brigada Azul, bajo el mando del mayor de ejército y jefe operativo de la CNI, Álvaro Corbalán.
Sus familiares, compañeros y amigos la recordaron con un acto de homenaje en el memorial del Cementerio General