Existe un grupo de autores estadounidenses que han logrado hacerse un espacio en la industria hollywoodense gracias a su manera personal de articular el lenguaje cinematográfico. Gente como Quentin Tarantino, Wes Anderson, Richard Linklater y Alejandro Gonzalez Iñárritu, entre otros, han generado –gracias a películas eficientes y originales- la confianza de los estudios, el beneplácito de la crítica y la expectativa de los cinéfilos ante cada nueva producción. Paul Thomas Anderson entraría en esa categoría. Desde su amorosa biografía de una estrella porno en “Boogie Nights” (1997) y del conmovedor drama coral de “Magnolia” (1999), pasando por la excelente “There Will Be Blood” (2007) –ganadora del Oscar a mejor fotografía y al protagónico de Daniel Day-Lewis –con cada nuevo filme, este director ha logrado dar a conocer su particular manera de construir realidad definida por una excelente dirección de actores y un cuidadoso uso de los recursos cinematográficos para enfatizar las atmosferas emotivas de los personajes.
Con “Vicio Propio” (“Inherent Vice”) el cineasta mantiene la voz personal que le caracteriza, pero pareciera que su amor por el texto original le impide generar una obra del todo coherente. Aunque quizá la falta de coherencia es exactamente el punto que define a este filme, basado en una novela del celebrado escritor Thomas Pynchon y que tiene como escenario la ciudad de California de los años sesenta, en donde el estar drogado parecía ser parte de la cotidianeidad de gran parte de esa comunidad. Esa confusión constante es la que se contagia al espectador mientras acompaña al protagonista –un investigador privado y amante de la hierba- a investigar un caso que mezcla corrupción, heroína y sexo.
La narradora es una amiga del protagonista que, de alguna manera nos va dando pistas de aquello que no podemos ver en el presente de la acción. Su relato evidencia la perspectiva hippie del relato, con alusiones a las drogas y a la astrología. Este acercamiento se mezcla con la estructura propia del cine negro clásico: Mujer atractiva y misteriosa, vinculada a un hombre poderoso que aparece de la nada para envolver al protagonista en un caso mucho más complicado de lo que inicialmente parece y que involucra tanto a la mafia como a la policía.
Lo más delicioso del filme es su elenco, liderado por los talentosos y versátiles Joaquín Phoenix (“Her”) y Josh Brolin (“No country for old men”) y que también incluye otros nombres potentes haciendo pequeños papeles como Benicio del Toro, Reese Witherspoon, Owen Wilson y Maya Rudolph. Además de la notable banda sonora a cargo del músico de Radiohead, Jonny Greenwood, quien ya había colaborado con Paul Thomas Anderson en “The Master” y “There will be blood”.
“Inherent Vice” es un ejercicio cinematográfico atractivo en el sentido de bañar toda la narración con ese estado alterado propio del contexto, asumiendo las complicaciones que esto también trae para el espectador, al que le dificulta el seguimiento de un caso intrincado que se va revelando de a poco y que involucra a cada vez más personajes. Si hay paciencia y gusto por las buenas actuaciones, puede ser un viaje interesante.