La noche de Christina Rosenvinge en el Teatro Cariola

La cantante española volvió a Santiago para mostrar en vivo “Lo nuestro”, su último disco, y revisitar parte de las canciones que popularizó junto a Los Subterráneos.

La cantante española volvió a Santiago para mostrar en vivo “Lo nuestro”, su último disco, y revisitar parte de las canciones que popularizó junto a Los Subterráneos.

En la noche del viernes, la cantante española Christina Rosenvinge presentó su más reciente disco, Lo nuestro, ante un Teatro Cariola con su capacidad prácticamente completa.

Luego de la correcta apertura a cargo del dúo local Marineros, la cantautora madrileña apareció con casi media hora de retraso en el escenario de calle San Diego, acompañada por Emilio Saiz, Juan Diego Gosálvez y David Ginzoun, un trío que a ratos prefería los teclados antes que el bajo, pero que siempre tenía baterías y –sobre todo- guitarras eléctricas en primer plano.

Los mejores momentos de la noche, de hecho, fueron cuando Christina Rosenvinge se entregó a ese rock aletargado, a ratos pesado e inquietante que plasmó en parte de su repertorio más reciente. En esos instantes, a veces la electricidad deja de estar en dosis controladas y se toma por asalto toda la canción hasta casi deformarla. En otros, las armonías toman rumbos inesperados, intercalando pasajes dulces con unos menos convencionales. En “La tejedora”, por ejemplo, la cantante española abandona ese canto casi susurrante que la caracteriza y alcanza un aullido especialmente agudo, que reviste de un dramatismo singular a su música.

En vivo, Christina Rosenvinge interpreta distintos personajes. Entre canción y canción, es sencilla, sonríe con genuina alegría y hasta pide que la ayuden con un teclado que la sobrepasasa. Cuando toca y canta, a ratos es dulce y hasta enternecedora. Luego, en aquellas composiciones más oscuras, se vuelve inquietante. Casi al final del concierto, en el único instante en que abandona la guitarra y el teclado, es directamente provocadora, bajando hasta las primeras filas, moviéndose de lado a lado y hasta gateando al borde del escenario.

Y pese al clamor de parte del público, nunca se entrega completamente a la nostalgia por el repertorio de Christina & Los Subterráneos. Cuando lo hace, toma algún desvío. “Mil pedazos” la tocó con nuevos arreglos; “Tú por mí” la renovó al compartirla con una Camila Moreno que era niña cuando esa canción sonaba en radios chilenas; y “Voy en un coche” la electrificó al menos un poco más de lo habitual, con cita al paro camionero de por medio. “Pálido” la invocaba la platea y Christina Rosenvinge quiso tocarla improvisadamente, pero nunca dio con los acordes en su memoria y la abandonó antes de llegar al coro, como si ya no estuviera para esas cosas.

Foto: Lukas Cruzat / Transistor.




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