Ch.ACO: Un supermercado de la elite

La muestra exhibida en la Estación Mapocho no permite apreciar las obras en su totalidad, con espacios pequeños y no del todos cómodos, convirtiéndose el paseo, finalmente, en un “picoteo” de artistas, más parecido a la idea del supermercado del arte que a una feria que se precia de ser la más importante de arte contemporáneo en Chile.

La muestra exhibida en la Estación Mapocho no permite apreciar las obras en su totalidad, con espacios pequeños y no del todos cómodos, convirtiéndose el paseo, finalmente, en un “picoteo” de artistas, más parecido a la idea del supermercado del arte que a una feria que se precia de ser la más importante de arte contemporáneo en Chile.

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A fines de los noventa, cuando se empezaba en Chile a desarrollar una mirada en torno al arte más acorde con los tiempos y al sistema económico imperante, surgió el SupermerArt. Un concepto que venía a romper la idea de que el arte era un lujo para abultados bolsillos y que era posible tener un original, aunque fuera pequeño, de la entonces naciente escena artística chilena. El concepto despertó muchas críticas, ya que desde el mismo nombre lo que buscaban era trasladar el concepto de supermercado a un área sagrada como es el arte. Incluso, dispusieron de carritos en la sala del Centro de Extensión de la Universidad Católica donde se realizó, para que los visitantes pudieran ir vitrineando y adquiriendo las obras de su gusto a precios impensados y los más importante, a su alcance. Lo contraproducente era que en ese momento aún no vivíamos el libertinaje de la actualidad, donde todo se compra o se vende.

La idea de un supermercado del arte permitió a muchos jóvenes, sobre todo, que habían crecido con reproducciones de artistas europeos en sus casas,ampliar sus referentes, valorar a una obra original y les permitió a los artistas de entonces, hacerse conocidos y aspirados por nuevas generaciones de chilenos.

Así, pequeños grabados, litografías, incluso fotografías, que entonces no era siquiera considerada como un arte, empezaron a ser exhibidos en los espacios privados del hogar.

A partir de entonces, las galerías hicieron una arremetida y se reposicionaron como los espacios de exhibición y de compra para todo tipo de bolsillos del arte contemporáneo.

La Feria Ch. ACO es eso: un espacio donde ir a mirar de una sola vez lo que está sucediendo con el arte chileno y latinoamericano en la actualidad. Su posicionamiento y objetivo es la venta de arte, por eso es que se llama feria de arte contemporáneo, sin embargo, a diferencia de su antecesora no logra abrirse a nuevos públicos y se queda con los consolidados compradores de arte de Chile. Así, Ch.ACO, esta feria que durante cinco días estuvo abierta en el Centro Cultural Estación Mapocho, no representa un gran aporte a la densidad cultural de nuestro país en cuanto a formar y a permear a nuevos públicos sobre las tendencias actuales, como tampoco a darles la posibilidad de adquirir arte de calidad. La entrada de seis mil pesos ya significa un escollo y un filtro, a todas luces deseado por los organizadores.

La muestra exhibida en la Estación Mapocho tampoco permite apreciar las obras en su totalidad, con espacios pequeños y no del todos cómodos, convirtiéndose el paseo, finalmente, en un “picoteo” de artistas, más parecido a la idea del supermercado del arte que a una feria que se precia de ser la más importante de arte contemporáneo en Chile.

El concepto de Ch.ACO se contradice con la propuesta artística de quienes están al interior exhibiendo sus obras, porque lo que más se puede apreciar respecto del arte contemporáneo es su postura crítica, irónica e irreverente de nuestra sociedad.

Allí estaban los referentes clásicos de nuestra escena, como un Roberto Matta, una Matilde Pérez o un Alfredo Jaar, y junto a ellos un Carlos Leppe o un Bororo hasta una Maliki.

Una de las obras más políticas es la del artista chileno Pikti, seudónimo de Gonzalo Sánchez, quien presentaba parte de la serie que ya había exhibido hace unos meses en la Galería La Sala con Ecos de la luz, incorporando una obra llamada Chile actual. Se trata de una tapa de alcantarillado de la vía pública, abierta en el suelo que invita a asomarse y leer, en letras de colores iluminadas con el sistema LED, palabras como : INTEGRIDAD, VALORES, VERDAD, SOLIDARIDAD, SEGURIDAD, PRINCIPIOS. El efecto es que son parte de una cavidad oscura y profunda a la que sentimos que caemos irremediablemente. En obras como estas se entiende la importancia de que este tipo de ferias sean más populares y abiertas, para educar en el disenso y la crítica de manera creativa.

Foto: Ch.ACO.




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