Este martes, 389 surcoreanos cruzaron la frontera con Corea del Norte para reencontrarse con parientes perdidos de vista desde hace más de 60 años, tras la guerra (1950-1953) que partió en dos a la península.
Acompañados por la Cruz Roja, los surcoreanos franquearon el puesto fronterizo, el convoy continuó hacia el Monte Kumgang, para tres días muy emotivos.
Las dos ambulancias que acompañaban al contingente eran una señal de la frágil salud de muchos de los participantes. Más de veinte pasajeros iban en silla de ruedas, y una mujer viajaba incluso con una botella de oxígeno.
Se trata de una ínfima parte de las 65 mil personas que están a la espera de poder participar en esta experiencia excepcional. “Según el registro gubernamental, cerca de 130 mil personas están registradas para acceder a estos encuentros, pero la mitad de ellos ya han fallecido sin tener la oportunidad de reencontrarse con sus familiares”, informa desde Seúl el corresponsal de RFI, Sebastián Mujica.
“Están casi todos muertos”
Lee Jeong-Sook, 68 años, se encontró con su padre de 88 años, Ri Hong-Jong, que había visto por última vez cuando tenía apenas dos años.
Ri Hong-Jong, en silla de ruedas, no pudo contener las lágrimas cuando vio a su hermana menor, la tía de Lee Jeong-Sook.
Es tu hija, es tu hija”, le dijo la hermana a Ri Hong-Jong, que después de la emoción inicial preguntó por el resto de su familia.
“Están casi todos muertos”, respondió su hermana.
“No pude dormir esta noche”, había confiado por su parte Lee Joo-Kuk, de 82 años, que luce una etiqueta con su nombre, su edad, y el nombre del hermano mayor que lo espera en el Monte Kumgang.
“Nuestra familia estaba segura de que había muerto. Incluso todos los años organizábamos ceremonias en recuerdo de él”, cuenta. “Luego me enteré de que estaba vivo y quería vernos. Es como si hubiera resucitado”.
Kim Ok-Ja, de 72 años, en cambio, ya no puede hablar, aunque aun así irá a ver a su hermano mayor, enrolado a la fuerza en el ejército norcoreano en 1951, según explica su marido, que viaja con ella.
El encuentro entre familias, que es apenas el segundo en cinco años, fue decidido a fines de agosto como parte de un acuerdo que permitió atajar una escalada entre el Norte y el Sur.
Durante la guerra de Corea, millones de personas se vieron desplazadas, y en el caos del conflicto, familias enteras -padres e hijos, maridos y mujeres, hermanos y hermanas- fueron separados.
La gran mayoría de miembros de la generación de la guerra ha muerto sin volver a tener el más mínimo contacto con sus parientes del Norte comunista. Y es que las comunicaciones fronterizas directas, ya sea en forma de cartas o de llamadas telefónicas, están prohibidas.
Encuentros ansiados pero breves
El programa de reencuentros familiares comenzó tras una cumbre bilateral histórica en el año 2000. La idea original era organizar un encuentro por año, pero con las tensiones regulares entre ambos estados, muchas se anularon.
Después de décadas de espera, las reuniones serán de una brevedad desgarradora. Durante tres días, los surcoreanos verán a sus parientes del Norte en seis ocasiones, en privado y en público.
Cada encuentro durará sólo dos horas, lo que significa que dispondrán en total de 12 horas después de más de 60 años de separación.
Y para muchos de los participantes, octogenarios o incluso nonagenarios, la separación del jueves tendrá el gusto amargo de una separación definitiva.
Ilustrando el abismo económico existente entre las dos Coreas, todas las familias del Sur llevaban numerosos regalos, ropa, relojes, medicamentos, comida y en muchos casos miles de dólares en líquido.
Con el corresponsal de RFI y la agencia AFP.-