En el marco del proceso de discusión en torno a la elaboración del proyecto de ley que dotará al sistema de educación superior de un marco regulatorio, el tema de la acreditación de las instituciones aparece como fundamental a la hora de determinar qué entidades participarán y cuáles quedarán excluidas del nuevo modelo educativo.
En este sentido, el ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Acreditación Patricio Basso, señaló que lo primero es hacer obligatoria la acreditación para todas las instituciones de educación superior, independiente de su sostenedor.
El académico criticó algunas de las características de la actual Comisión Nacional de Acreditación, como el hecho de que los comisionados sean escogidos por los mismos que son objeto de revisión de parte del organismo.
“Que las mismas personas que van a ser acreditadas eligen un representante o a una persona que va a estar en la Comisión, si bien la ley dice que no es un representante de, sino que es elegido por, ahí hay una vinculación indeseable”.
Para Basso, la Comisión Nacional de Acreditación debiera separarse en tres estamentos para así poder dedicarse de manera más específica a las características de los distintos tipos de instituciones de educación superior, como son universidades, Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales.
Además, el académico señaló la importancia de que se establezca una ley corta que defina qué es el lucro en educación superior y que dote de atribuciones a la Comisión Nacional de Acreditación para rechazar o quitar la certificación a las instituciones que obtengan beneficios privados con fondos públicos.
Por su parte, el especialista en educación y ex asesor del Mineduc, Juan Eduardo García Huidobro, indicó que el sistema de acreditación chilena debe recuperar parte de la experiencia acumulada para hacerse menos burocrática y dar cuenta, de mejor modo, de la calidad de la educación superior.
“Un sistema que ya tiene más de 6 años de experiencia, que se ha reformulado, que ha tenido baches, que ha caído, que se ha recuperado, yo creo que ahí hay una experiencia que hay que aprovechar. Ahora, mi impresión es que es un sistema excesivamente notarial, que tenemos que ir a buscar algunos indicadores más fuertes de calidad, probablemente productividad científica, cantidad de alumnos por profesor, ir a cosas que muestren que la institucionalidad está creciendo y que se está produciendo educación superior”.
Además, García Huidobro planteó que la calidad de las escuelas no se mide por la cantidad de papers publicados, sino por el modo en que la producción de conocimiento influye en el medio en que se genera.
“Tenemos un tema que sobre todo en ciencias humanas, ciencias sociales hay que equiparar mucho más, o sea, hasta qué punto lo que estoy produciendo está impactando, está ayudando a un mejor país, y no solamente una estadística de “paper easy”, muchas veces publicados en revistas que acá no tienen mayor impacto”.
En este sentido, el académico indicó que separar la docencia de la investigación en lo que se refiere a instituciones de educación superior no es un buen criterio, por lo que a su juicio debe revisarse el concepto de universidad, a la hora de establecer el marco regulatorio de un nuevo sistema de educación superior.