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El museo como dispositivo para la transformación

La actual misión del Museo de Bellas Artes, contenida también en el nuevo proyecto que crea al Ministerio de las Culturas, es un claro ejemplo del desfase en el que nos encontramos y que la nueva institucionalidad no resuelve, al menos, conceptualmente.

Gloria Cortés / Museo Nacional de Bellas Artes

  Viernes 22 de enero 2016 13:28 hrs. 
yeguas

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El 20 de enero el Museo Nacional de Bellas Artes abrió las puertas de la exposición (en)clave Masculino. Colección MNBA. La muestra busca cuestionar los modelos de género promovidos por el arte en tanto dispositivo articulador de imaginarios y contenidos (en clave) y al museo como principal territorio de ejecución y promoción de ese modelo (enclave). No se trata de una exposición sobre hombres y mujeres, sino de cómo los conceptos de la masculinidad han dominado gran parte de las esferas políticas, sociales y económicas de nuestra historia.

Pensamos que estos ejercicios de colección son los que dan sentido a la misión del Museo Nacional de Bellas Artes, haciéndonos cargo de los problemas país en el espacio social compartido. Lo anterior, por cuanto no somos un ente aislado; sino parte de una sociedad que demanda, exige que miremos nuestro entorno. Hace algún tiempo iniciamos un proceso de movilización —el que incluyó un paro que se extendió por casi un mes— con el que buscamos concientizar a la comunidad sobre el valor de nuestro quehacer y la necesidad de ser partícipes en la construcción de las políticas públicas en lo que a materia cultural se refiere. Eso conlleva una profunda reflexión sobre los conceptos que definen las políticas culturales y las agendas internacionales orientadas a los principios del bien común, el derecho cultural, la participación y las identidades relacionales.

Nos encontramos en un momento de inflexión que revela la grave crisis del sistema, del que el Museo también es parte, consecuencia y síntoma. La actual misión de nuestra institución, contenida también en el nuevo proyecto que crea al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, es un claro ejemplo del desfase en el que nos encontramos y que la nueva institucionalidad no resuelve, al menos, conceptualmente. Las cinco mil obras de nuestro acervo hoy están, en gran parte, en los depósitos del Museo y deben salir a la luz. Debemos trabajar nuevos lenguajes, traer a la presencia las ausencias históricamente solapadas, llenar los vacíos, hacernos socios de la comunidad y de los agentes culturales, sociales y educativos. El Museo debe ser motor de cambio.

No solo coleccionamos arte, sino también ideas y formas de pensamientos. Un museo que se transforma en un espacio patrimonial no solo de las obras que lo conforman, sino también del valor de las representaciones que cada época ha desarrollado y que nos permiten poner en cuestión su vigencia en la actualidad. Somos -o debemos ser- dispositivos para la transformación social y tener la capacidad para concebir un museo a escala humana. Lo contemporáneo no necesariamente debe residir en las obras, sino en las miradas que ofrecemos a la comunidad como un espacio de invención social, experiencias y relatos compartidos.

*Gloria Cortés es curadora del Museo Nacional de Bellas Artes.

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