Se trata de una visita histórica para reafirmar el acercamiento entre los dos países, otrora enemigos jurados. Desde el anuncio de la distensión entre La Habana y Washington en diciembre de 2014, los dos países reanudaron relaciones diplomáticas en julio de 2015. Entonces el secretario de Estado, John Kerry viajó a La Habana para reabrir la embajada.
En los últimos meses, Obama ha expresado su deseo de visitar la isla. “Si vemos claramente progresos en las libertades de los cubanos ordinarios, estaría encantado de viajar para poner esos progresos en evidencia'”, había dicho el mandatario en diciembre pasado.
El campo republicano, que se encuentra en pleno proceso de primarias y que es contrario a la apertura de las relaciones con Cuba, criticó el viaje de Obama. Uno de los aspirantes a la Casa Blanca, Marco Rubio, nacido en Miami de padres cubanos, afirmó que si él fuera presidente sólo iría a Cuba si fuera un país “libre”. Por su parte, Ted Cruz, cuyo padre era cubano se lamentó de que el presidente “permita que miles de millones de dólares vayan a parar a tiranos que odian Estados Unidos”.