La Estación Espacial Internacional es una como una gran libélula que orbita a 250 km. de la Tierra. Con una zona tubular al centro y dos grandes alas dotadas de paneles solares es casi el único punto fuera de la Tierra habitado por el hombre hoy. Decenas de astronautas de diferentes nacionalidades, han vivido, si es que podemos llamar así, a las estadías a bordo de entre tres y seis meses. No es el único lugar habitable fuera de la Tierra. También está la Estación Espacial MIR construida por los rusos cuando existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuyos astronautas son quienes más tiempo han vivido fuera del planeta. Sin embargo, a partir del martes 1 de marzo, la agencia espacial estadounidense NASA, marcó una importante página dentro de la historia de la exploración espacial. El hito tiene el nombre del astronauta Scott Kelly, quien retornó a la Tierra luego de haber permanecido 340 días en el espacio, rompiendo así la marca de otro miembro de su equipo de hace unos años. Pero, como sabemos, estos 340 días viviendo en la Estación Espacial Internacional están por debajo de los 438 días que cumplió Valeri Polyakov entre 1994 y 1995 a bordo de la MIR.
Scott Kelly es ya un personaje legendario a sus cincuenta y tantos años, puesto que la misión que acaba de terminar de manera tan exitosa es la cuarta que realizado, acumulando finalmente, 540 días en el espacio.
Este viaje ha sido especialmente relevante cuando es la primera vez que la ciencia podrá observar los cambios que se producen en el cuerpo humano bajo el efecto de gravedad cero, como son las condiciones en las que vivieron estos hombres esos 340 días en el espacio. Porque a diferencia de otros miembros del grupo de cosmonautas, entre los que se cuenta también el ruso Mikhail Kornienko, quien también llega con su marca de 340 días fuera de la Tierra, solo él, el estadounidense tiene un doble exacto. Se trata de su hermano gemelo, el astronauta jubilado Mark Kelly, quien sin embargo, debió esperar en Houston a que Scott llegara desde Kazajastán, que es el lugar donde aterrizó la nave SOYUZ que trajo a los históricos tripulantes de regreso a la Tierra. La inédita posibilidad de este gemelo idéntico al astronauta norteamericano es lo que permitirá medir con cierta precisión cuáles son las consecuencias de vivir fuera del planeta Tierra en la salud humana. Si bien es bastante visible el llamado efecto Charlie Brown, que implica el engrosamiento del rostro, la pérdida de masa muscular y debilitamiento óseo, como también fallas en la vista y el olfato, hay otras secuelas que ahora podremos conocer. Un diagnóstico demasiado importante para los futuros viajeros espaciales que deban permanecer cerca de 500 días si es que aspiran a pisar el suelo de Marte.
La maravillosa experiencia de Scott Kelly, a diferencia de la de su par ruso, ha sido ampliamente conocida y compartida en este lado del mundo, cuando el astronauta estuvo conectado a las redes sociales Instagram y Twitter, durante gran parte de ese año en el espacio. Desde allí se contactó con millones de personas a quienes compartió más de 700 fotos que tomaba con su celular a 250 km. de distancia de la Tierra. Algunos de esos posteos son de antología, como el que a propósito del reciclaje del agua, convirtió su orina y sudor en agua potable y se jactaba del exquisito café que había preparado. Sin embargo, los mensajes que más cautivaron a sus seguidores eran las espectaculares vistas de la Tierra, con la increíble posibilidad que tuvo de presenciar alrededor de 11 mil amaneceres y puestas de sol. ¿Cómo fue esto posible? La respuesta es que la Estación Espacial Internacional orbita 27.359 Km/Hr., es decir, realizó una vuelta a la Tierra cada 90 minutos, completando 5.440 de ellas. Describió el astronauta su estadía de 11 meses en el espacio como la experiencia de acampar en un bosque y que la Estación Espacial Internacional es un “lugar mágico”.
Resulta difícil imaginar cómo fue su vida y la de los otros astronautas allí por tanto tiempo, desde el punto de vista físico pero sobre todo, de las relaciones humanas, esas variables invisibles que tanto nos condicionan a la felicidad como a la tristeza. Es posible imaginar que estos hombres tan lejos de la guerra pudieron vivir en paz, al menos 11 meses.