Entre la publicidad y la revolución: los afiches que dejó el Chile del siglo XX

A través de Memoria Chilena, la Biblioteca Nacional acaba de estrenar un sitio que revisa el desarrollo que ha tenido el afiche en Chile, desde 1905 hasta 1973. "Lo que une el afichismo en Chile es que siempre se pensó políticamente", dicen sus gestores.

A través de Memoria Chilena, la Biblioteca Nacional acaba de estrenar un sitio que revisa el desarrollo que ha tenido el afiche en Chile, desde 1905 hasta 1973. "Lo que une el afichismo en Chile es que siempre se pensó políticamente", dicen sus gestores.

Entre mediados de la década de los ‘60 y 1973, el estudio de los hermanos Antonio y Vicente Larrea produjo algunos de los afiches más emblemáticos realizados en Chile. Autores de gran parte de la gráfica de la Nueva Canción Chilena, su trabajo buscaba recuperar las raíces latinoamericanas con elementos propios del grabado y el muralismo.

La labor de los hermanos Larrea ha sido rescatada a través de libros, investigaciones y otras iniciativas, pero es tan solo una etapa de una larga tradición de afichismo chileno. Así se puede ver en el sitio que acaba de estrenar el portal Memoria Chilena, dependiente de la Biblioteca Nacional, dedicado al desarrollo del afiche en Chile.

Allí, se pueden encontrar imágenes publicitarias, de actividades culturales y de manifestaciones políticas. También hay una cronología, se señala a algunos de los autores más destacados y se pueden encontrar libros, artículos de prensa y otros documentos para descarga gratuita.

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El periodo que abarca el sitio finaliza con el golpe de Estado de 1973 y se inicia en 1905, el año en que se distribuye el primer cartel publicitario en el país, para promover el primer número de la revista Zig-Zag. “En ese momento, a través de la litografía, era más fácil hacer reproducciones de afiches”, dice Víctor Quezada, editor de Memoria Chilena.

“Antes, por ejemplo, en las tiendas se exhibían pinturas para promocionar los productos, pero 1905 marca un cambio en que la tecnología hace posible reproducir imágenes medianamente masivas. La litografía permitía sacar un conjunto limitado de copias, ya no era una copia única. En ese sentido, en ese año las facilidades tecnológicas explotan y permiten que comience todo esto”, explica.

En ese período destaca especialmente la revista Chile Ilustrado, cuyos 41 números fueron publicados por la Imprenta Barcelona entre 1902 y 1905. En ella figuraba la producción literaria de la época, pero junto a un delicado trabajo visual. “Hacían mezclas adelantadas para ese tiempo”, dice Víctor Quezada.

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Son conocidos los afiches de los ’60 y ’70, ¿hay otros periodos igual de relevantes?

Las década del ’20 y ’30 también son importantes, con la fundación de la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Se comienza a profesionalizar este trabajo que era más bien autodidacta y con la Escuela hay un desarrollo técnico más formal e institucional. Hay profesores, se comienza a enseñar este tipo de trabajos.

¿Hay algo que unifique los distintos periodos del afiche chileno?

Siempre es difícil hacer enunciados así de generales, pero el desarrollo del afiche, a pesar de ser esencialmente publicitario, es profundamente político. Lo que une el afichismo en Chile es que siempre se pensó políticamente. Más allá de que su espacio natural es la calle, también hay una manera de entender que a través de lo gráfico se puede otorgar un mensaje claro. En ese sentido, se entiende que hay un poder en el afiche. En los 60 y 70 hay una conciencia clarísima, pero en otras épocas también hay algo como una politicidad en la construcción gráfica del mundo, en entender el mundo a través de la imagen.





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