En su segundo largometraje como directora, la experimentada montajista Coti Donoso presenta un seguimiento de lo que se ha hecho y lo que no, respecto a la contaminación en Santiago en las últimas décadas. Fueron nueve años de investigación siguiendo las diversas políticas públicas y la lucha de activistas y líderes vecinales para demostrar que a pesar de las evidentes consecuencias en la salud de los capitalinos y la calidad de vida en la ciudad, la lógica desarrollista a cualquier costo ha pesado más.
La construcción del documental va mezclando los datos respecto a los distintos planes de descontaminación y su efectividad –o la falta de ella- con los testimonios de tres varones que han seguido el tema desde cerca. Por un lado está el dirigente vecinal Alberto Muñoz, quien desde Pudahuel informa a los vecinos de como la contaminación en la capital les afecta especialmente a ellos, al tiempo que lleva décadas exigiendo a las autoridades tomar medidas para evitar las decenas de muertes que se producen todos los inviernos en su comuna; también está el abogado y activista Luis Mariano Rendón quien tiene un largo recorrido denunciando y luchando, tanto en tribunales como desde su rol de académico y en los medios de comunicación, porque se desarrollen acciones reales para mejorar el aire en Santiago, y por último la voz profunda del Premio Nacional de Literatura, Armando Uribe, quien desde una mirada poética y trascendente reflexiona sobre la manera en que la manera en que la lógica económica que nos rige nos conduce, lentamente, hacia la muerte.
El ejercicio de memoria que hace “Cuando respiro” es al mismo tiempo impresionante e indignante. La exposición de cómo en varias décadas las autoridades han sido incapaces de poner freno a la expansión de la ciudad, y cómo han ido adecuando los planes de descontaminación a poderosos intereses del capital contra las evidentes consecuencias en la salud de millones de chilenos hace el visionado de esta película especialmente conmovedor. La realizadora ha señalado que no era su interés hacer un reportaje periodístico –y quizá por eso mismo se echa en falta mayor información de contexto de algunas de las escenas que se muestran- sino más bien explicitar que las pésimas condiciones en que vivimos los Santiaguinos, y que tenemos a estas alturas bastante normalizadas, no son de ninguna manera aceptables.
Acompañado de una serie de actividades de concientización especialmente dedicadas a los más jóvenes, “Cuando Respiro” es de esas películas que busca movilizar en el espectador la indignación. En momentos en que queda en evidencia que la naturaleza se resiste a los costos de nuestro mal entendido crecimiento, ver este documental nos ayuda a darnos cuenta de que durante décadas hay intereses que se han superpuesto al bien común y que eso tiene un límite, no sólo en términos sociales, económicos y políticos, sino también en cuanto pueden seguir tolerando tanto la ciudad como nuestros cuerpos la locura a la que nos hemos acostumbrado.