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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Actores de opereta


Martes 27 de septiembre 2016 7:35 hrs.


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Si no lo dijeran con tono doctoral, uno podría creer que son parte de un sainete o, por lo sostenido, de una opereta. Así presentan hoy la política chilena. Y no es que uno niegue su importancia, por el contrario. Lo que ocurre es que los que se dedican a ella han olvidado su función pública, su relación indisoluble con el pueblo, con quienes son su sustento y a los que debe defender estructurándose de acuerdo a sus necesidades.

Estamos ya en época de elecciones y las apetencias se han desatado. La verdad es que nunca están ausentes, pero se notan más cuando los que aspiran a llegar a la Moneda, o a cualquier cargo que debería ser de representación popular, tratan de impresionar. Y, finalmente, todo parece un mal chiste.

Comencemos por alguna parte. El ex presidente Piñera dedicado a enseñar de política. Sin tapujos, se atreve, incluso, a hablar de probidad.  Y sus corifeos dirigen el coro en un murmullo que cierran con movimientos de cabeza aprobatorios. Luego, éstos alzan la voz y, como en el estadio, anuncian que van a ganar. Todo muy acompasado.

Más adelante, los solistas lanza ácidas críticas a la actual administración por no emprender tareas que permitan al país desarrollarse. Cuestionan el estancamiento. Y, por supuesto, la falta de previsión para manejar el país de manera ordenada. Abundan también las muletillas respecto a los innecesario y peligroso de las reformas -educación, tributaria- para el éxito de los emprendedores. Así termina la presentación y cae el telón, para levantarlo en la comuna siguiente, porque ahora se trata de elecciones  municipales. Luego, en las presidenciales, las operetas se trasladan a regiones.

Es evidente que en este género, que pretende ser humorístico, uno haría muy mal en tomarse las cosas en serio. Sin embargo, los intérpretes simulan que en su actuación les va la vida, porque saben que esa actitud influirá en un público poco avezado.  Y que, además, soporta diariamente los embates de medios de comunicación banalizados y manejados por el poder económico.

Pero los sainetes no tienen solo unos cultores.  En la acera de enfrente, también hay corifeos que hacen lo posible por entretener y banalizar todo. Otro ex presidente, Ricardo Lagos, en una demostración de maestría musical, acaba de presentar un libro que predice el Chile que se viene hacia el 2030.  Y ha anunciado otro, cuyo título es casi una esperanza: “En vez del pesimismo”.

Para melómanos de poca monta, los cantos de Lagos dicen poco, o lo dicen a destiempo. Tal vez podría haberse preocupado de fortalecer menos al empresariado nacional y español en su gobierno (Ver Matamala, “Poderosos caballero”), y hacer las reformas que él  ahora se atreve a cuestionar.

En todo caso, hay muchos otros corifeos. Ignacio Walker, el senador DC, es uno de ellos. Intentando posicionarse como candidato presidencial, lanza sus dardos contra el Partido Comunista. Algo comprensible. Son muchos los que no entienden que hacen los comunistas y democratacristianos juntos.  A no ser que la real politik nos lleve a aceptar que hay una revolución neoliberal que hará felices a los seres humanos, terminará con las desigualdades y contendrá el abuso de quienes manejan el poder económico y, por esa vía, también el político.

Walker critica al gobierno venezolano y la defensa que de él hace el PC.  Y algunas de sus razones son atendibles.  Sin embargo, resulta de sainete que olvide que la corrupta democracia venezolana -que ya existía antes de Chávez- financiaba, a través del Copei, a la DC chilena. Y olvide, también, que las empresas pesqueras lo han emporcado a él y a familiares suyos.

En  todo caso, las críticas de Walker no se detienen allí. Las emprende contra el senador independiente Alejandro Guillier, a quien acusa de populista.  Para nadie es un misterio que de político Guillier tiene poco y que su buena ubicación se debe a su imagen de hombre probo.  Para beneficio suyo, la tenue memoria política chilena ya dejó de lado su debut homofóbico cuando era jefe de prensa de Chilevisión.  Y si no, pregúntenle al juez Calvo.

Bueno, así estamos. Este sainete y la opereta terminarán el 23 de octubre con muy poca gente votando. Una demostración clara que los coristas y sus corifeos no muestran gran calidad. Y volverá el espectáculo, con mayor énfasis, en noviembre de 2017.  Pasaremos de una opereta a otra.