Poesía y Artes Visuales: las facetas menos conocidas de Violeta Parra

Óleo, papel maché, arpillera, alambre. También poemas. La obra de Violeta Parra trasciende la barrera del sonido y abarca múltiples áreas de la creación. Una poeta de la talla de Neruda y Mistral; una artista contemporánea, una hija de la reproductibilidad técnica, dicen sus investigadores.

Óleo, papel maché, arpillera, alambre. También poemas. La obra de Violeta Parra trasciende la barrera del sonido y abarca múltiples áreas de la creación. Una poeta de la talla de Neruda y Mistral; una artista contemporánea, una hija de la reproductibilidad técnica, dicen sus investigadores.

“Sentí la necesidad de bordar cuando estuve enferma teniendo que quedarme en cama ocho meses. Y pensé que no podía quedarme sin hacer nada. Un día vi lana y un pedazo de tela y me puse a bordar cualquier cosa, pero la primera vez no salió nada”, relataba Violeta Parra en una entrevista realizada para la televisión suiza por Madeleine Brumagne en 1965.

La obra visual de Violeta Parra resulta tardía en comparación a su obra musical y poética. Este periodo de enfermedad, que despertaría sus inquietudes hacia las artes visuales, no surgiría hasta 1958. En este ámbito Violeta Parra experimentó con un amplio grupo de técnicas, que abarcan desde el papel maché hasta el óleo, pasando por la tapicería, las esculturas de alambre y la arpillera.

En términos teóricos la obra pictórica de Violeta Parra ha sido catalogada como Arte Naif, ingenuo. Tomás Lago Pinto, uno de los grandes estudiosos del arte popular en Chile y Latinoamérica, conoció personalmente a Violeta Parra y fue uno de los primeros que analizó su obra visual, definiéndola como Pintura Instintiva.

Los maestros que trabajan con este tipo de arte se caracterizan por carecer de una formación académica o si la tienen, principalmente, constituiría un tipo de lenguaje que se desarrollaría sin tener mucha consciencia de si mismo en tanto lenguaje.

Gonzalo Arqueros, académico de la Escuela de Arte de la Universidad de Chile, explica que a su juicio esas categorías pueden funcionar, pero que resultan insuficientes, que no dan cuenta realmente de la complejidad de la obra de Violeta Parra.

“Ella sabe muy bien lo que esta haciendo y lo formula, tiene plena conciencia formal. No explica teóricamente su obra, pero tiene plena conciencia formal de su obra, que creo que es lo que la convierte cabalmente en una artista visual”, señala Arqueros.

el-velorio

En la misma entrevista de 1965 Violeta se explica: “La segunda vez agarré el pedazo de tela, lo deshice y quise copiar una flor, pero no pude. Al terminar el bordado no era una flor sino una botella. Quise ponerle un corcho a la botella y éste parecía una cabeza. Le agregué ojos, nariz y boca. La flor no era una botella, la botella no era una botella sino una mujer como aquellas que van a la Iglesia para rezar todos los días, una beata”.

Según Arqueros, Violeta Parra“conoce claramente su método”. “Esa forma de trabajar se constituyó en un método en su obra. Ricardo Morales, que es uno de los grandes teóricos del arte, nombra a ese modo transfiguración y, por lo que dice, Violeta tiene clara conciencia de eso. Su método se trata de transfigurar, de formas que se van derivando de otras”, dice.

Esta conciencia plena, formal de su obra y es lo que convierte a Violeta Parra en una artista visual, que supera con creces categorías como arte naif o ingenuo. Ahí donde debía haber ingenuidad, parece haber saber poético asociado indisociablemente a lo pictórico, literario y musical.

“El concepto de pintura instintiva supone una relación hegemónica de la cultura o del arte occidental sobre prácticas como la de Violeta Parra y la de otros maestros. En el caso de Violeta pienso que es mas complejo, por eso me gusta pensar su obra visual como una poética, porque esa misma modalidad uno la encuentra en su obra musical y literaria. Su obra visual forma parte integral del todo que es la obra de Violeta Parra que pienso que es una obra universal”, afirma Gonzalo Arqueros.

La muerte del angelito

La muerte es un tema que recorre toda la obra de Violeta Parra.

En relación a este tema, ha resultado sumamente significativo su trabajo Esperando el ataúd  y su serie sobre el Velorio del angelito. Estas obras están en el Museo Violeta Parra, otra en manos de un coleccionista particular y la última en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC).

Gonzalo Arqueros realizó una entrada para el catalogo razonado del MAC sobre el cuadro que posee: La muerte del Angelito de 1964. El estudio de esta obra en particular lleva al teórico del arte a afirmar que “la visualidad de Violeta Parra no se puede explicar como un programa, un estilo o una estrategia visual, como muchas veces se refiere la crítica o un cierto discurso de las artes visuales respecto de la obra un artista. Pienso que ninguna de esas categorías es suficiente por muy contemporáneas que sean. me parece que ante la obra de Violeta estamos ante todo principalmente frente a una poética”.

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“El cuadro del MAC resulta a todas luces extraordinario. Diría que es un ejemplo fundamental de esa poética, principalmente porque sintetiza las ideas, las formas, los temas, las imágenes, las certidumbres e incertidumbres que recorren toda la obra pictórica de Violeta Parra”, explica Arqueros.

El año 64 se cumplían 10 años de la muerte de su hija Rosa Clara. Violeta vuelve a Chile entre los meses de septiembre y octubre y se presume que en esa visita habría pintado este cuadro y compuesto el Rin del Angelito. A partir de estos datos se conjetura que ese año la muerte estuvo especialmente presente, guiando las líneas generales de su trabajo pictórico, poético y musical.

La muerte del angelito tiene unas dimensiones de 154 x 136 cm y representa un momento del velorio, el beso por despedida, que es la última de cuatro partes del Velorio del angelito. Esta es la parte en que el angelito se despide al tiempo que le pide a su madre que no llore, porque si llora se le mojan las alas y se demora más en llegar al cielo.

“La escena es muy sintética y esta siempre lo elemental de las figuras. Es muy cruda en cuanto a los colores, lo que provoca un efecto singular. Hay un repertorio de reacciones ante la muerte y una cosa muy singular es que va transitando sin fin de lo cómico a lo trágico. Es una especie de alegoría de la condición humana que se debate en el centro de la música y al borde de la muerte”, explica Arqueros.

En la cumbre del idioma

Otro aspecto central en la obra de Violeta Parra es la poesía. Esta faceta había quedado eclipsada durante décadas por la inmensidad de la obra musical, como una parte indisociable de ésta.

Recientemente la Editorial de la Universidad de Valparaíso publicó una antología poética que incluyó siete poemas inéditos. El libro también incluye una completa recopilación de textos de diversos géneros, abarcando desde las décimas hasta las canciones, pasando por las epístolas en verso y una selección de poemas escogidos.

La obra incluyó tanto composiciones originales, como las interpretaciones de Violeta de piezas de la tradición poética.

“La investigación tiene distintos ribetes, a mí me ha tardado 20 años tratar de entender la poesía de Violeta y las tradiciones, que es una poeta clásica en el sentido de la tradición que amó y representó y a la vez vanguardista por la experimentación”, explica Paula Miranda, investigadora de la obra de Violeta Parra y recopiladora del libro.

La Cantante Calva (1960) Foto: Fundación Violeta Parra

Por su parte, el Cristián Warnken, director de Ediciones UV, piensa que la obra poética de Violeta Parra tiene características que la hacen sostenerse por sí misma como una poeta propiamente tal.

“La frescura, honestidad, autenticidad, digamos la pureza que brota de su poesía yo creo que es única en el idioma español. Violeta parra es una grande al lado de Neruda, al lado de Huidobro, al lado de Gabriela Mistral. Al lado y al frente, ella encabeza el caminar de chile ojalá hacia la poesía”, dice.

Sobre el reconocimiento que ha tenido la obra poética de la Violeta Parra, Warnken señala: “Nicanor Parra en un gesto anarquista bajó a los poetas del Olimpo, pero faltaba subir a su hermana al Olimpo de los poetas chilenos. Es necesario restituir la figura de Violeta Parra como poeta que forma parte de las estrellas poéticas de Chile. Pero además estoy seguro de que se levanta y se sostiene como poeta por la calidad y el genio de su poesía al lado de las grandes figuras de la poesía hispanoamericana. Al lado de San Juan de la Cruz, al lado de Quevedo, de Garcia Lorca, al lado de las cumbres del idioma”, concluye.





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