Los dos nuevos santos latinoamericanos, que vivieron a comienzos del siglo XX, representan a la iglesia católica en ese continente: una comprometida con los pobres y enfermos, otra dispuesta a sacrificar la propia vida por su fe religiosa.
El anuncio de la canonización de los dos nuevos santos que vivieron toda su vida en América Latina fue hecho en marzo pasado después de que el papa reconociera que intercedieron en dos milagros, en general curaciones inexplicables.
¿Quién es el “cura gaucho”?
“El Cura Gaucho”, como se conoce a Brochero, declarado beato en septiembre del 2013, se ha convertido en el primer santo nacido y fallecido en Argentina.
Muy popular en su país, el sacerdote realizó una misión evangelizadora a lomo de mula en las sierras de Córdoba, al norte de Buenos Aires, donde nació en 1840 y murió en 1914, víctima de la lepra.
La causa para la beatificación del cura Brochero se inició en 1965 pero recién en 2012 una junta médica del Vaticano aprobó por unanimidad atribuir al sacerdote la cura milagrosa de un niño, Nicolás Flores Violino, ocurrida a fines de 2000.
Un segundo milagro atribuido a Brochero, la recuperación de Camila Brusotti, una niña con lesiones que la habían dejado al borde de la muerte, le permite convertirse en modelo de vida para todos los católicos de todos los continentes.
El cura Brochero es el primer argentino proclamado santo.
“Este pastor con olor a oveja se hizo pobre entre los pobres”, escribió el papa Francisco al recordar su labor pastoral: “No se quedó en la sacristía a peinar ovejas”, subrayó.
El cura Brochero es considerado un ejemplo cívico en materia educativa, social y de salud en su país.
Joselito, el niño mártir de México
En la misma ceremonia fue canonizado el “niño mártir”, José Sánchez del Río, (1913-1928), cruelmente asesinado a los 14 años durante el sangriento conflicto mexicano conocido como la Guerra Cristera, que enfrentó de 1926 a 1929 a las tropas del régimen revolucionario con un movimiento católico campesino que se levantó en armas contra el anticlericalismo del nuevo Estado.
Casi un siglo después, el mártir mexicano, que nació en el pueblo michoacano de Sahuayo, beatificado en 2005 por el papa Benedicto XVI, se convierte oficialmente en santo, al lado de otros mexicanos, entre ellos el indio Juan Diego, canonizado en 2002 por Juan Pablo II.
El santo mexicano más joven de la historia alcanza la gloria de los altares por haber intercedido, según la iglesia, en un milagro: la curación de una niña que nació hace cinco años con un 90% de muerte cerebral.
“Fuimos a misa todos los días para pedirle a Dios y a Joselito que intercediera por mi bebé, que me hicieran el milagro…”, contó la madre de la niña, Paulina Gálvez, en la página Facebook del beato.
“Joselito”, como lo llamaban sus familiares, se convirtió en una leyenda en su país por su decisión de defender su credo pese a las torturas a que fue sometido y por no querer pagar para obtener su libertad: “Mi fe no está en venta”, dijo, según su biografía.
Además de los latinoamericanos, se suma a la lista de nuevos santos el español González, obispo de Málaga y Palencia y conocido como el “apóstol de la eucaristía”.
Por su parte, el francés Salomón Leclercq, que fue mártir de la Revolución Francesa y miembro de los Hermanos de las Escuelas Cristianas La Salle, llega a la santidad por haber intercedido en la curación milagrosa de la niña venezolana María Alejandra Hernández, quien fue mordida en una pierna por una serpiente.
Con esas canonizaciones, Francisco se convierte en uno de los pontífices que más ha proclamado santos en tres años de pontificado, entre ellos a los pontífices Juan XXIII y Juan Pablo II en 2014 y a madre Teresa de Calcuta este año.