El rechazo al modelo de desarrollo extractivista de recursos naturales, y la presencia y construcción de termoeléctricas a lo largo del país, fueron los principales temas que destacaron las comunidades congregadas en el Cónclave “Zonas de Sacrificio en Resistencia”.

En la reunión realizada en la comuna de Puchuncaví, participaron organizaciones sociales, ONGs, dirigentes ambientales, académicos y autoridades municipales de diversas localidades afectadas por conflictos socio-ambientales.

En la oportunidad, el vocero del Movimiento por la Defensa del Agua y protección de la Tierra, Rodrigo Mundaca, calificó como relevante la iniciativa. Indicó que un factor común de la sobreexplotación de recursos naturales es la imposición del poder político y económico.

“Muchas veces se piensa que estas batallas están inspiradas con ciertas posiciones que no tienen que ver con un componente ideológico, con un componente político, el cuidado y la recuperación del medio ambiente y la recuperación de los bienes naturales comunes para las comunidades de los territorios, es una demanda largamente acariciada particularmente por hombres y mujeres que comprenden la necesidad de construir un nuevo paradigma de desarrollo, donde en el centro de la discusión este la recuperación y el cuidado de los bienes naturales comunes”, detalló.

La dirigenta Marta Aravena, de la agrupación Mujeres de Zonas de Sacrificio en Resistencia Quintero-Puchuncaví, subrayó que este tipo de reuniones es fundamental para desarrollar estrategias en conjunto.

“Si nosotros trabajamos en ese sentido, preocupándonos de estas cosas, esto va a tener un muy buen camino, muy buen fin. Pero si nos pasa lo que generalmente les pasa a los movimientos donde los egos y los protagonismos están de por medio, obviamente nuestro objetivo principal se va a ir desvaneciendo”, precisó.

En tanto, la Directora de la Fundación Terram, Flavia Liberona, anunció que una de las conclusiones alcanzadas en el cónclave es abrirse a todas las posibilidades para enfrentar a quienes depredan el ecosistema.

Agregó que la gente tiene conocimiento que este es un proceso largo, que puede durar hasta 10 años, con todo el desgaste que aquello significa, donde las autoridades políticas te abandonan, “pero da energías cuando sabes que otras comunidades tienen los mismos problemas, lo que te hace aprender, compartir experiencias, donde el apoyo mutuo es fundamental para resistir”.

“Cuestionar los estudios de impacto ambiental, hay que ir por la vía judicial, hay que ir por la vía comunicacional, trabajo a nivel local, que la gente y su comunidad entienda el problema que está viviendo. Hay muchas maneras de ir haciéndolo, ninguna mejor que la anterior ni prioritaria respecto a otra, también trabajo a nivel internacional con trabajo con accionistas de empresas”, argumentó.

Al encuentro concurrieron dirigentes sociales de las Zonas de Sacrificio que se encuentran en el país, como es el caso de Tocopilla, Mejillones, Huasco, Petorca, Putaendo, Quillota, Cajón del Maipo, Ritoque, Mantagua y Coronel. También de localidades afectadas por proyectos de inversión privada y estatal, con múltiples impactos socioambientales.

Las llamadas “Zonas de Sacrificio” en Chile son definidas como hábitats de alta concentración industrial, compuestos principalmente por fundiciones o plantas termoeléctricas operadas en base a carbón. Complejos industriales que históricamente han contaminado los territorios y dañado la salud de comunidades aledañas.