Señor Director:
Llegar al término del año y encontrarme haciendo una revisión de los hechos que marcaron mi día a día en este ciclo me resulta inevitable, así como también me resultó inevitable escuchar al ex almirante Arancibia decir: “Yo siempre estuve en contra del ingreso de mujeres a la Armada” y recordar inmediatamente las escenas de la película GI Jane de 1997, donde una soldado de la marina estadounidense entra, como un experimento, por primera vez a realizar el entrenamiento SEAL, y lo logra, no sin antes enfrentar a toda la maquinaria castrense, social y legislativa de una USA altamente machista. Curiosamente volví a ver esta película el pasado jueves en la madrugada, haciendo zapping en el cable y, el verla de nuevo, me permitió hacer una lectura distinta de la que hice a los 17 y lo que gatilló esta analogía.
Pero volviendo a la revisión anual de fin de año, me resulta imposible negar y, muy por el contrario, se me hace muy fácil ver y decir que el 2016 fue el año de la consolidación del movimiento feminista en nuestro país.
Este año 2016, al que muchos en redes sociales le atribuyen características místicas y energéticas asociadas al animal del mono de la mitología china, se supone un año caótico, de guerras, muertes, crisis económicas y remezones de vida profundos, y cuyos predictores nos anuncian que toda esta vorágine tiene el propósito de enseñarnos a ser más humanos. Tal como la gran Gabriela Mistral dijera alguna vez “La humanidad es algo que aún hay que humanizar”.
Y, tal como en la mitología china, nuestro año feminista parte en febrero con la gran y única Natalia Valdebenito, la primera mujer chilena en subir al escenario más codiciado de la escena artística nacional y decir en voz alta y para el mundo: “Yo soy feminista!” siendo ovacionada por la multitud, el famoso “monstruo de Viña del Mar”.
Pero ese fue el inicio mediático del año. Un inicio menos mediático tuvo lugar el 20 de Enero, y fue la premiación de Claudia Dides, directora de Fundación Miles, principal ONG en la promoción de la Ley de aborto por 3 causales, quien fue galardonada, también por primera vez en la historia, con el Premio a las Libertades en el Congreso Nacional, fecha que coincidía con la votación de la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados del mismo proyecto de ley, votación que finalmente, fue postergada para Marzo de este año y que todavía, ya no miles, sino millones de chilenas, aún estamos esperando, rogando por que despierte de aquel sueño indefinido en el que se encuentra sumida en algún pasillo de nuestro Congreso en Valparaíso.
Llegó Marzo y, junto con la enfermedad del sueño que atacó a nuestro proyecto de ley, comenzó a desatarse la tragedia a nivel nacional. El domingo 6 de marzo unos trabajadores encontraron varias bolsas de supermercado en el río Mapocho, que contenían brazos y piernas de una mujer. Estas extremidades correspondían al cuerpo sin vida de Giuliana Acevedo, inmigrante colombiana de tan solo 21 años, asesinada a golpes, luego descuartizada y arrojada al río por su pareja. Esta tragedia no solo conmovió a nuestro país, sino que desató una segunda y triste polémica en redes sociales y medios de comunicación luego de la desafortunada y poco asertiva portada de La Cuarta que titulaba: “El amor y los celos la mataron”.
Hasta hoy, una cantidad importante de chilenos (en su mayoría hombres) no le dan mucha importancia a este tipo de mensajes de los medios masivos, y consideran una exageración por parte del colectivo femenino, el reaccionar con tanta vehemencia solo por un simple titular. Pero, si tomamos la portada de La Cuarta del 7 de abril de 2014 que titulaba: “Macabro: mujer mató, cercenó e hirvió restos del marido en olla gigante”, y la comparamos con la del pasado 10 de Marzo “El amor y los celos la mataron”, podemos darnos cuenta a simple vista lo notoria que es la simplificación del asesinato en contra de la mujer, justificando erróneamente este hecho en el amor y los celos, y la gravedad con que publican el asesinato de un hombre en similares circunstancias, culpando a lo maquiavélico de la venganza femenina. Considerando que este diario es de tiraje y corte “popular”, podemos comprender por qué nuestros hombres y mujeres pobladores viven aún sumidos en la validación constante de la desigualdad de género y la satanización de la sexualidad femenina.
Pero la violencia, lejos de detenerse, continuó. Y así podemos hacer un crudo y triste recuento de los femicidios que se han cometido durante el año:
- 7 de marzo, Talcahuano – Magaly Carriel, mujer de 63 años, postrada por un accidente vascular, degollada por su marido.
- 8 de marzo, Paredones, Día internacional de la Mujer – Amelia García Correa, mujer de 47 años, asesinada por su esposo con varias cuchilladas en la espalda y rostro.
- 25 de marzo, Quillón – Yuri Álvarez, mujer de 28 años asesinada a martillazos por su esposo.
- 12 de mayo, Pudahuel – Beatriz López, mujer de 50 años, golpeada con una botella en la cabeza y asesinada por su esposo quien la estranguló.
- 14 de mayo, Coyahiaque – Nabila Riffo, mujer de 28 años atacada por su pareja a golpes, quien luego de dejarla inconsciente le arrancó ambos ojos con una llave y la dejó abandonada en la calle. Femicido frustrado.
- 13 de octubre, Puerto Montt – Vanesa Medina, mujer inmigrante colombiana de 23 años apuñalada en 3 ocasiones por su pareja al interior de una notaría, falleciendo posteriormente en el hospital.
- 17 de octubre, Puerto Montt – Bernardita Martínez, mujer de 44 años asesinada a cuchillazos por su pareja.
Todas estas muertes, sumadas a la violación, asesinato y empalamiento de la adolescente de 16 años, Lucía Pérez en Argentina, dan pie al nacimiento del movimiento #NiUnaMenos, el que se ha tomado durante todo el año, las calles de nuestro país y de la región.
Pero, lejos de la crónica roja, el ámbito académico e intelectual no ha estado exento de polémica e ignominia hacia las mujeres. Las denuncias que han hecho jóvenes abusadas en distintas universidades de nuestro país en contra de sus profesores y compañeros de carrera, encendieron las redes sociales entre marzo y abril pasados, cuando María Ignacia León denuncia, a través de The Clinic, el abuso y acoso perpetrados por su profesor de Historia en la facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Motivada (deduzco) por ésta denuncia pública, una anónima alumna de la conservadora PUC publicó en el Facebook de Ciencias Políticas Mi compañero de carrera abuso de mí, revelando detalles de cómo había sido violada por su compañero, confesión que desató una seguidilla de denuncias a través de las redes sociales de casos de abuso sexual dentro de la Pontificia.
Esta polémica fue coronada por las desafortunadas y rancias declaraciones de nuestro, hasta entonces emblemático y hoy sobrevalorado Premio Nacional de Historia de Chile, Gabriel Salazar, quien, en un acto de solidaridad mediática, pretendió defender a los agresores, compadeciéndose de la suerte de sus colegas diciendo: “hay profesores que buscan más que una relación de amistad con las alumnas, pero a ellas (las denunciantes) yo las veo muy pintiparadas. Dando declaraciones de acá para allá. Yo no las vi muy destruidas psicológicamente. Los que sí están destruidos son los dos profesores acusados, Ramírez y León. Están jodidos. Yo no sé si un acoso estúpido da para la pérdida que se produjo por esto (la destitución de ambos). En la balanza es donde hay que ver”.
Nuevamente la satanización de la mujer se toma las redes sociales a través de Salazar, otro más de la lista de intelectuales, políticos y empresarios, representante de una generación de pensamiento que va en franca retirada.
Y hablando del mundo empresarial, como olvidar el vergonzoso y reciente incidente de la “muñeca inflable”, donde un chinchoso Roberto Fantuzzi, con el ánimo de jugarle una broma al Ministro de Economía, le regala pública y mediáticamente, un juguete sexual con forma de mujer, una muñeca inflable que, además, se encuentra amordazada por un letrero que dice “Para estimular la economía”. Lo más vergonzoso de este incidente es que todos quienes se encontraban en el escenario, Ministros, Ex Ministros, representantes de CORFO, algunos presidenciables e incluso las casi 500 mujeres asistentes, celebraron aquella jugarreta y ninguno tuvo ni siquiera una mueca de desaprobación al respecto, no hasta que, al día siguiente, la noticia había dado la vuelta al mundo situándonos como los peores cavernícolas de la OCDE.
Ante esto cabe destacar el reconocimiento público que hizo Fantuzzi en el programa Mentiras Verdaderas el pasado 29 de diciembre, pidiendo disculpas públicas y reconociendo el error cometido por la vulgaridad y sexismo de dicho regalo, ya que vino a desacreditar todo lo hablado durante esa jornada respecto a la inclusión de la mujer en el ámbito empresarial y del trabajo. Lamentablemente no podemos decir lo mismo de Salazar quien, lejos de desdecirse de sus desdeñosos dichos, llega a “apagar el fuego con bencina” como titulara El Mostrador, diciendo que “El acoso siempre ha ocurrido”, normalizando y naturalizando, una vez más, el abuso por parte de nuestros compañeros de especie en nuestra contra, en contra de las mujeres.
No puedo dejar ausente de este recuento, la violencia que sufren nuestras mujeres indígenas, y a quien hoy encarna su versión más cruda: Francisca Linconao, Machi Mapuche quien ha sido ingresada por cuarta vez durante este año a prisión preventiva, y además ha sido sancionada con reducción de visitas por encontrarse en huelga de hambre alegando su inocencia. Esto me remonta inevitablemente a las imágenes de la película, basada en hechos reales, Las Sufragistas, donde se muestran las crueles torturas que sufrieron las mujeres británicas que luchaban por el derecho a voto en 1914, y quienes, estando en prisión hacen huelga de hambre y son obligadas a alimentarse por una sonda, todo esto hace 102 años atrás para ser exactos.
Y, para rematar el año, tal como comencé este artículo, el escándalo de la Armada abre una nueva polémica y un nuevo proceso judicial donde, otro de aquellos veteranos (el ex almirante en cuestión) nuevamente culpa a nuestro género por existir, diciendo que no deberíamos ocupar cargos militares. Éste último escándalo llega para cerrar con broche de caca este año lleno de denuncias y destapes de los abusos y violaciones más despreciables para las mujeres desde que ganamos el derecho a voto.
Pero tal como decían las predicciones del famoso año del Mono “con navaja”, es importante que tomemos los aprendizajes de este convulsionado 2016, y que podamos, de una vez por todas, desarrollar aquellas habilidades como la entelequia, la empatía y el pensamiento crítico, que permitan a los hombres, nuestros compañeros de especie, valorar nuestra lucha por la igualdad como suya propia y a nosotras, las mujeres, tener la capacidad de hacerles ver lo importante que es para el sano desarrollo de nuestra sociedad, el crecer como iguales en derechos y deberes.
El 2017 entonces, se viene con muchos desafíos en este ámbito, desde el cumplimiento de una cuota de género para las próximas elecciones parlamentarias, hasta la generación de conciencia para revertir el daño al medio ambiente.
Así como la humanidad entera debe hacerse cargo del cambio climático, que ha sido responsabilidad global… general…compartida… y, principalmente de nuestros ancestros; los compañeros de especie deben hacerse cargo del esclavismo que nos han hecho vivir por milenios y generar un cambio consiente en sus conductas que nos permita relacionarnos de manera horizontal, armoniosa y pacífica. Como dijo Rosa Luxemburgo “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.